Publicado el martes, 06.26.12
Rapsodia en rojo
Alejandro Ríos
El sitio electrónico oficial de la cultura cubana, La Jiribilla, le 
dedicó, recientemente, un dossier al cantautor Santiago Feliú a 
propósito de un concierto ofrecido en la sala Che Guevara de la Casa de 
las Américas, suerte de escenario de consagración para los trovadores de 
la isla. Son varios los textos que describen sus virtudes como 
compositor e intérprete. Se hace el recuento, en un tono picudo que 
quiere ser poético, de su peregrinar por el mundo, del hastío de esa 
vida fuera de la isla y del regreso al redil.
Hace algunos años el realizador Ernesto Fundora dirigió un controversial 
video clip sobre una de las canciones de Feliú donde símbolos del 
comunismo real, el soviético, y las aventuras militares 
internacionalistas de los Castro, eran tirados por la borda. Se cuenta 
que Silvio Rodríguez, uno de sus mentores, se desentendió del material, 
que debió ayudar a producir, cuando le contaron de la provocadora 
iconografía.
Entonces parecía que Feliú tomaba el camino contrario al de su hermano, 
Vicente, fundador sin brillo de la Nueva Trova y fidelista acérrimo. 
Todo hacía presumir que se encaminaba a la llamada canción 
contestataria, sobre lo que en su país no funcionaba debido, 
precisamente, a la alianza inquebrantable con los designios del "imperio 
del mal".
Pero las cosas no ocurrieron así, Santiago Feliú se dejó instigar por un 
autor argentino que le dijo que no siguiera componiendo "pavadas" y lo 
invitó a compartir unos días con la guerrilla colombiana del M-19, sobre 
la cual escribía un libro. La experiencia fue una epifanía en rojo, 
color del cual el trovador se considera fiel seguidor "a su manera".
Al regresar a Cuba, sin embargo, luego de una estancia en Argentina, 
donde ganó y perdió dinero, se encontró con su casa sellada porque las 
autoridades lo habían dado por desertor y las instituciones oficiales, 
que no tenían claro su estatus, lo comenzaron a ningunear.
Después de demostrar que su regreso era legítimo, fue redimido y como 
tantos otros artistas cubanos, principalmente los cantantes, ahora 
asegura que no le interesa la política aunque dice que las dictaduras le 
han hecho mucho daño a América Latina y que las democracias no le han 
servido para nada.
Sus declaraciones sobre el dictador Fidel Castro emulan con el amor que 
le profesa Silvio Rodríguez y se igualan a las de Amaury Pérez cuando lo 
hizo su padre putativo. "Fidel es como un Lennon, un rockero", asegura 
Feliú. "Me impresiona mirarlo, oírlo; buena parte de mi rojez se deben a 
él y al Che. Para mí es como Bob Dylan, una mezcla entre rabia y 
lirismo, pero en el terreno de la política".
Reconoce, por otra parte, que el directorio telefónico de sus amigos ha 
disminuido, pues han abandonado a Cuba, "por una razón u otra". 
Concluye, sin embargo, con aquello de que cuando se los encuentra en 
otros países los ve más nostálgicos que los que han permanecido en la 
isla. La añoranza de Feliú, sin embargo, se remite al mundo antes de la 
caída del muro de Berlín, con petróleo subvencionado por el campo 
socialista y sin período especial.
Santiago Feliú es de esos artistas cubanos, con el privilegio de la fuga 
eventual a otras latitudes, que les complace dibujar el mundo 
contemporáneo como una perpetua catástrofe, sin remedio. Dice hacer 
canciones trascendentes, culturales, que pocas personas escuchan, en un 
país carcomido por el reggaetón. Tiene pendiente algún éxito perdurable 
como los de sus colegas Carlos Varela o Frank Delgado y, 
definitivamente, una suerte de raro sortilegio le impide estar en 
sintonía con las tribulaciones harto conocidas de sus coterráneos.
http://www.elnuevoherald.com/2012/06/26/1238408/alejandro-rios-rapsodia-en-rojo.html
 
 
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