30 de julio de 2012

Un hombre crece bajo la yerba

Un hombre crece bajo la yerba

Es posible que los Castro, corazón adentro, celebren la muerte de Payá,
el demócrata de más peso, originalidad y tesón de la oposición cubana,
pero se equivocan.
Cortesía de Carlos Alberto Montaner
julio 30, 2012

José Martí advertía que hay hombres que "crecen bajo la yerba". Tras la
partida definitiva, se multiplica su influencia. Le sucedió al propio
Martí. En 1895, cuando lo matan en combate, era prácticamente
desconocido por los cubanos dentro de la Isla. Casi toda su vida adulta
había transcurrido en el exilio. Tras su muerte, se convirtió en un gigante.

Parece que ése será el caso del líder democristiano Oswaldo Payá. Su
figura y su mensaje se intensifican cada día que pasa. Al menos, es lo
que se deduce de lo que está ocurriendo en torno a su muerte violenta,
acaecida en un oscuro accidente de tránsito sucedido a 800 kilómetros de
La Habana en el que también perdió la vida Harold Cepero, un miembro
importante del Movimiento Cristiano de Liberación que fundara Payá.
Junto a ellos, en el mismo auto, viajaban dos dirigentes juveniles
europeos de la misma familia ideológica, Ángel Carromero, español, y
Jeans Aron Modig, sueco. Afortunadamente, sólo sufrieron heridas leves.

El papa le envió a la familia de Payá un sentido telegrama de pésame.
También lo hicieron otros gobernantes latinoamericanos. El presidente
Obama, además de ofrecer condolencias, se comprometió a continuar
presionando a la dictadura cubana en defensa de los Derechos Humanos.
El ex embajador norteamericano Hans Hertel, muy conmovido, reunió a sus
amigos para explicar quién era Oswaldo Payá, cómo lo había conocido y
por qué, deslumbrado por su decencia y honorabilidad, había congregado
en su embajada en Santo Domingo a medio gobierno y al cuerpo diplomático
para que escucharan a aquel cubano excepcional.

El candidato Mitt Romney y el senador Marco Rubio pidieron una
investigación transparente. ¿Por qué la dictadura no permite que los
supervivientes se reúnan a solas con Ofelia Acevedo, la viuda de Payá,
para que le cuenten exactamente lo ocurrido? ¿Era cierto que los seguía
y acosaba un vehículo de la Seguridad del Estado semejante al que en
junio pasado había provocado que se volcara la camioneta en la que
viajaban Payá y su esposa? Hay múltiples razones para sospechar de un
Estado que oculta sus crímenes, como sucedió con el hundimiento ex
profeso del remolcador "13 de marzo", donde murieron decenas de
exiliados, y entre ellos numerosos niños.

Es posible que los Castro, corazón adentro, celebren la muerte de Payá,
el demócrata de más peso, originalidad y tesón de la oposición cubana,
pero se equivocan. Al margen de la lluvia de condenas que ha caído sobre
el régimen, ya se ha producido un primer fenómeno muy importante: como
explicó un notable líder laico, Dagoberto Valdés, la Iglesia Católica ha
cerrado filas en torno a la figura de Payá, cristiano fervoroso, y hasta
el cardenal Jaime Ortega, conocido por su frigidez política, y empeñado
en mantener a la Iglesia al margen de la lucha por la libertad –tarea en
la que no coincide con otros obispos, sacerdotes y numerosos laicos--,
basándosedo en unas palabras de Benedicto XVI le ha pedido a la sociedad
civil que salga a defender los ideales democráticos.

Pero hay otra zona de la sociedad cubana donde el mensaje de Payá y lo
que fue el leitmotiv de su vida –buscar pacíficamente el fin de la
dictadura mediante consultas electorales-- calarán más hondo todavía:
entre los "revolucionarios" inconformes y desengañados con las falsas
reformas de Raúl Castro y el curso de los acontecimientos en la Isla.

Muchos de esos ex simpatizantes del castrismo, todavía formalmente
adscritos al ámbito gubernamental, hoy admiten que fue un error no haber
aceptado en 1998 el novedoso planteamiento del "Proyecto Varela", cuando
Payá, el escritor Regis Iglesia y otros de los dirigentes del Movimiento
Cristiano de Liberación, presentaron ante el parlamento cubano once mil
firmas para convocar a un referéndum en el que la sociedad, libremente,
decidiera si quería seguir por la senda del colectivismo y la tiranía
del partido único o si preferían otra forma más razonable de gobierno.

Fidel, que es un estalinista incorregible, reaccionó modificando y
colocándole "candados" a la Constitución para que jamás nadie pudiera
corregir pacíficamente el rumbo equivocado que él y un puñado de los
suyos había elegido para los cubanos.

Hace pocas horas se lo dijo uno de estos criptorreformistas a un abogado
extranjero entonces de visita en La Habana (y hoy en Madrid): "si le
hubiéramos hecho caso a Payá, en lugar de perseguirlo y encarcelar a sus
partidarios, habríamos liquidado este disparate sin violencia, los
cubanos se hubiesen reconciliado, tendríamos buenas relaciones con
Estados Unidos y con el mundo entero, el país trabajaría ilusionado por
un futuro distinto y habría cesado el éxodo. Incluso, tal vez hoy
Eusebio Leal sería presidente".

Esto último no lo sé, pero no me cabe duda de que Payá está más vivo que
nunca. Crece bajo la hierba.

http://www.martinoticias.com/content/article/13247.html

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