29 de julio de 2012

La disidencia en Cuba: Oswaldo Payá

Oswaldo Payá, Disidencia, Represión

La disidencia en Cuba: Oswaldo Payá

La lucha pacífica de los cubanos continuará avanzando tras la desaparición física de Oswaldo Payá

Miriam Leiva, La Habana | 27/07/2012 10:15 am


Con motivo del fallecimiento del ingeniero Oswaldo Payá la tarde del domingo 22 de julio, en un accidente automovilístico, cuyas causas no resultan claras, hemos constatado la preocupación, sobre todo en el extranjero, de que su ausencia física debilitará a la oposición debido a la carencia del líder. Por el contrario, la conmoción causada entre quienes lo vimos, escuchamos o leímos recientemente, en plena vitalidad de ideas y propósitos de acción pacífica, fortalece nuestra convicción de continuar dedicando la efímera existencia a restaurar nuestra destruida patria.

El fundador del Movimiento Cristiano Liberación en 1988, ideó el Proyecto Varela con el que unió a la mayoría de las personalidades y grupos de la oposición pacífica cubana incorporadas en “Todos Unidos”, así como los periodistas, bibliotecarios, pedagogos y sindicalistas independientes, y activistas de derechos humanos, que durante 2001-2002 recogieron más de 11.000 firmas entre la población de toda Cuba, por encima de las exigidas por la Constitución para pedir un plebiscito. Payá las entregó a la Asamblea Nacional del Poder Popular el 10 de mayo de 2002. Ese inédito reto fue respondido por las autoridades del totalitarismo con la modificación de la Carta Magna para declarar el socialismo irrevocable, y en marzo de 2003 fue una de las causas de la gran represión que encarceló a 75 personas con penas de hasta 28 años de prisión. Esa Primavera Negra significó un duro golpe a la nueva sociedad civil, pero surgió el movimiento Damas de Blanco por la excarcelación de los 75, y poco a poco la disidencia se recuperó.

Por otra parte, las autoridades con su voluntarismo han profundizado la crisis económica iniciada por la pérdida de las subvenciones de la Unión Soviética a comienzos de los años 1990, que al iniciarse el siglo XXI los petrodólares de Hugo Chávez podían haber mitigado. Sin embargo, los han utilizado para la supervivencia del poder absoluto, desperdiciando las oportunidades de motivar a los cubanos una vez salido Fidel Castro del poder de facto a mediados de 2006 y reconocida la necesidad de cambios estructurales por su sucesor, Raúl Castro. Las escuálidas y lentas medidas emprendidas han defraudado a la mayoría de la población, mientras la miseria y las diferencias sociales se acrecientan. Las personas que dedicaron su vida a trabajar por la revolución, convencidas de que forjaban un futuro próspero, incluidos militantes del Partido Comunista, reciben pensiones de hambre, y los jóvenes no vislumbran crear una familia sustentada por un salario decoroso acorde con su trabajo creativo, con una vivienda independiente fuera del derruido espacio de los abuelos y padres. Las dificultades generalizadas y la “lucha por resolver” los pesos para mal vivir provocan depresión en los mayores y búsqueda de visas o un bote en los bisoños. Progresivamente la población expresa abiertamente sus críticas usualmente económicas, pero a sabiendas de que tienen base política. Aunque todavía muchos centran sus reclamos en los problemas personales, cada día surgen más voces con reclamos de cambios contundentes más allá de los meramente económicos.

En ese contexto, y como resultado de los esfuerzos de disidentes iniciados en las décadas de 1980 y 1990, cuando eran tan pocos que todos se conocían, y se reunían en una mesa para 8-15 asientos, afrontando la permanente vigilancia y la posibilidad de una horrenda prisión, la oposición pacífica se ha esparcido por todo el archipiélago. La variedad de propuestas aumenta; desde algunas bien argumentadas y realistas hasta las que requieren mayor cultura y madurez. Pero todas con la intención de contribuir al progreso y la reconstrucción de Cuba. Los periodistas independientes con viejas máquinas de escribir y algunos equipos de fax, han pasado a la escasa Internet y los teléfonos celulares favorecedores de tuitear. El empuje de los blogs, aunque no pueden leerse dentro de Cuba, los SMS, los CD y las memorias hacen una diferencia positiva al ampliar la comunicación y difuminar la información, usualmente bloqueadas por el Gobierno.

Oswaldo Payá demasiado temprano no está físicamente. Podía haber dedicado 20 años más a los duros avatares por lograr que todos los cubanos ejerzan “el derecho a los derechos” y desarrollar la democracia. Indudablemente es simiente e inspiración, si bien debería estar vivo. Cientos de opositores procedentes de lugares distantes y con posiciones diversas, así como miles de ciudadanos comunes, le rindieron homenaje, en su parroquia junto al Cardenal Jaime Ortega, obispos, sacerdotes, monjas y laicos de la Iglesia católica cubana. Bien se sabe que los líderes no abundan, pero quedan algunos con actividad denodada desde hace años, madurarán otras personas y surgirán nuevas con posibilidades de estadistas. Además, el Movimiento Cristiano Liberación cuenta con los proyectos generados junto a su dirigente, como los más recientes Proyecto Heredia y El Camino del Pueblo; puede ampliar su membresía y abrirse en todo el país. La lucha pacífica de los cubanos continuará avanzando, a pesar de la resistencia del viejo régimen por mutarse.

http://www.cubaencuentro.com/opinion/articulos/la-disidencia-en-cuba-oswaldo-paya-278795 

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