27 de septiembre de 2016

Cubanos, no parias

Cubanos, no parias
PEDRO CAMPOS, La Habana | Septiembre 27, 2016

"Yo quiero que la ley primera de nuestra República sea el culto de los
cubanos a la dignidad plena del hombre". Con este anhelo martiano,
comienza la Constitución vigente en Cuba.

Sin embargo, el Gobierno que elaboró, impuso (por ausencia de la
oposición aplastada, falta de discusión democrática y exclusión de más
de un millón de cubanos de la votación) y defiende esa Carta Magna
"socialista", superada por la vida y las regulaciones gubernamentales,
es el primero en violar la dignidad de sus ciudadanos.

Los cubanos somos como parias, la última y despreciable escala humana en
las sociedades divididas en castas. No valemos nada, en primer lugar
porque el principal empleador, el Estado-Partido-Gobierno-dueño no nos
paga por nuestro trabajo y no reconoce nuestros derechos civiles,
políticos, económicos sociales y culturales.

Los cubanos no tenemos libertad para disponer de nuestra fuerza de
trabajo y son muchas las limitaciones para poder emprender negocios.
Quien empieza a prosperar económicamente es mal visto. Ningún cubano de
fuera ni de dentro de la Isla puede invertir en grande en Cuba, como sí
puede hacerlo el extranjero.

A los emprendedores se les considera "contrarrevolucionarios ahijados
del enemigo imperialista", según se desprende de las palabras recientes
del Abel Prieto, exasesor presidencial.

Pero fuera del país es cuando más nos percatamos de cuán lesionada está
nuestra dignidad por el Gobierno fidelista y cómo esto contribuye a que
seamos maltratados en el exterior.

Los países de América Latina protegen a sus ciudadanos en EE UU e
interceden ante su Gobierno tratando de lograr mejoras para ellos, estén
o no de forma regular en territorio estadounidense.

En Nevada, el Gobierno mexicano ha conseguido de las autoridades
estatales y federales que sus consulados brinden una serie de servicios
que facilitan vivir en EE UU, trabajar y ayudar a sus familiares en
México pese a no tener regularizada su residencia en el país.

En cambio, el Gobierno "revolucionario" hace todo lo contrario y pide a
EE UU que elimine las facilidades que brinda a sus ciudadanos la Ley de
Ajuste Cubano y la política de pies secos/pies mojados. No agradece que,
directa o indirectamente, se beneficia de entre 8.000 y 10.000 millones
de dólares en remesas, artículos de consumo y medicinas enviados por los
emigrados.

El Gobierno de La Habana considera esas políticas "asesinas" porque
incitan la emigración ilegal por medios inseguros, cuando el principal
estímulo para huir de Cuba es la situación política y económica creada
por el estatalismo. Muchos de mi generación no entendíamos bien este
problema hasta que fuimos conociendo las verdades de nuestra historia
ocultas en la desinformación de la única prensa.

Gobernantes amantes de su pueblo, en vez de intentar eliminar esas
leyes, las respaldarían, sobre todo ahora cuando enemigos jurados del
Gobierno cubano tratan de buscar su eliminación desde el Congreso de EE
UU. ¿Se apoyan mutuamente?

Si el Gobierno está interesado en que sus emigrantes sean devueltos a
Cuba y no reciban esos beneficios, ¿qué podemos esperar los cubanos de
los gobiernos extranjeros?

Los consulados están más interesados en sacar dinero a los cubanos a
través de costosísimos trámites que en ayudarlos a resolver sus
problemas en el exterior.

Ese desprecio gubernamental hacia sus ciudadanos se ha visto en la
crisis migratoria creada en Centro y Suramérica por los cubanos que
tratan de llegar a EE UU a selva traviesa. El Gobierno, que tanto se
ufana por acudir en socorro de víctimas de desastres por doquier, no ha
enviado ni un paquete de medicinas o comida para sus compatriotas y, en
lugar de exigir buen trato y respeto a sus derechos, ha callado y hasta
apoyado algunos abusos cometidos contra ellos.

Un Gobierno que no respeta a sus ciudadanos, que solo los ve como
esclavos modernos para explotarlos asalariadamente y sacarles dinero, no
debe esperar reciprocidad.

Ese desprecio no justifica el odio y la venganza, pero explica que una
parte de la oposición interna y externa no desee ningún trato con la
élite gobernante y se oponga a cualquier negociación con ella. Si es una
posición errónea, política y estratégicamente, es otro asunto.

Quiénes empezaron esta trifulca entre cubanos que degeneró en odios y
agresiones son los que decidieron por su cuenta, sin consulta popular,
romper la unidad alcanzada en la lucha contra Batista e iniciar, en
1959, cambios económicos y sociales, a su entender "comunista",
postergando indefinidamente los objetivos democráticos de aquella gesta.

Retomar el camino donde se perdió es la única decisión sabia que podría
abrir el necesario horizonte de reconciliación nacional y garantizar la
Cuba próspera, democrática y socializada, con todos y para el bien de todos.

Source: Cubanos, no parias -
http://www.14ymedio.com/opinion/Cubanos-parias_0_2079392049.html

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