Marcelo Martín, cronista del desastre
"Estos son los que van al Primero de Mayo a luchar y después siguen 
muertos de hambre"
Viernes, septiembre 30, 2016 |  Ernesto Santana Zaldívar
LA HABANA, Cuba.- Cuando Marcelo Martín decidió hace poco radicarse en 
Estados Unidos, el cine que se hace en Cuba —no el cine cubano de 
cualquier parte— perdió a un poderoso documentalista. Una vez más, las 
condiciones adversas para la creación obligan a un artista a buscar 
caminos fuera de su tierra.
"Cuba es un país socialista de la América Latina insular donde el Estado 
es el dueño mayoritario de los medios de producción con el objetivo de 
garantizar el bienestar de todos los ciudadanos", leemos al inicio de El 
tren de la línea norte, con el que Martín obtuvo el año pasado el premio 
al Mejor Largometraje Documental en el Festival Internacional de Cine 
Pobre en Gibara.
Como ese Estado no solo es dueño mayoritario de los medios de 
producción, sino también de los medios de comunicación, la exhibición de 
su filme fue prohibida, a pesar de aquel galardón y de que en el 
Festival del Nuevo Cine Latinoamericano de La Habana recibió el Premio 
Caracol 2015 como Mejor Obra de No Ficción.
Marcelo Martín nació en La Habana en 1980, se graduó de Diseño de 
Comunicación Visual en el Instituto Superior de Diseño, comenzó como 
realizador de publicidad en la televisión, enseñó en la Escuela 
Internacional de Cine y TV de San Antonio de los Baños y su obra 
documentalística incluye Air Supply, una brisa de amistad (2005), 
Malegría (2006), Misa por Cuba (2007), Séptima estación (2009), A 
ultranza (2010) y Elena (2012).
Quizás este último y El tren de la línea norte sean sus dos trabajos más 
destacados, muy lejos del simple "turismo pobrista" que solo grafica el 
desastre. Se ha hecho mucho cine sobre la destrucción urbana, el colapso 
habitacional y los barrios marginales en Cuba, sobre todo en La Habana, 
constituyendo ya casi un género con varios subgéneros, pero Martín 
profundiza muy seriamente en esos graves problemas que filma.
Elena comienza citando el artículo nueve de la Constitución de la 
República de Cuba —"El Estado: c) trabaja por lograr que no haya familia 
que no tenga una vivienda confortable"— y, partiendo del estado en que 
se encuentra el edificio Elena, en Vapor entre Espada y Hospital, trata 
la indescriptible crisis arquitectónica y habitacional que padecen los 
habitantes de Centro Habana.
Aparte de momentos inolvidables en este filme —como cuando un vecino 
narra cómo la escalera de la edificación se derrumbó "tal y como cayeron 
las Torres Gemelas"—, están los datos: el Elena, con 53 apartamentos, no 
ha sido reparado desde 1956, cuando el dueño, Falla Gutiérrez, lo vendió 
y se le hizo una "reparación de colorete".
"En 1976", se nos dice, "empezaron a mandar «brigaditas» e inspectores, 
que ni siquiera entraban al edificio y casi siempre lo declaraban 
irreparable". Ya los moradores no creen que se vaya a hacer alguna 
reparación verdadera, aunque "no queremos que nos suceda un accidente y 
que nos caiga el techo en la cabeza. Queremos salir ilesos".
Gregorio, un anciano revolucionario recién operado, prefiere dormir en 
el parque y comer por la calle, porque su apartamento se inunda de aguas 
albañales. No hay solución, le explican, porque "hay muchos camiones 
rotos y trabaja uno solo para los quince municipios de la provincia. Y 
hay muchas ciudadelas y edificios muy viejos que están en las mismas 
condiciones, o peores. He hablado con los dirigentes, pero no hacen nada".
El cierre del filme son estos datos estremecedores: "En el municipio 
Centro Habana residen 163 763 personas en 46 277 viviendas. 22 712 
viviendas se encuentran en mal estado y 4 198 en estado crítico. 24 311 
personas de las que residen en Centro Habana, se encuentran en albergues 
de tránsito en comunidades externas. El escalafón de entrega de 
viviendas se encuentra en los solicitantes del año 1970. En el municipio 
Centro Habana ocurren, como promedio, 230 derrumbes anuales".
El desinterés y la irresponsabilidad de las autoridades es lo que 
denuncian también los que viven en paupérrimas circunstancias en El tren 
de la línea norte. Si bien Elena se limitaba a una sola locación, aquí 
Martín realiza un road movie por varias poblaciones del norte de la 
provincia de Ciego de Ávila, partiendo de la ciudad de Morón, haciendo 
una larga estancia en Falla para terminar en Punta Alegre, ya en la costa.
Falla —poblado con especial significación personal para el realizador— 
deviene corazón del filme y es retratado en toda su devastación física, 
social y espiritual, la que fuera una de las más prósperas comunidades 
azucareras de la historia cubana. "Su historia es una realidad de muchos 
pueblos cubanos del interior, atrapados en la miseria y la desidia", ha 
dicho Martín.
Este fue primero el batey del central Adelaida —construido por la misma 
familia Falla Gutiérrez, antiguamente dueña del edificio Elena—, pero 
hoy es un poblado espectral, habitado por gente amarga y desesperanzada, 
alegoría viviente de los cubanos que creyeron en la promesa de un futuro 
magnífico y hoy ni siquiera pueden obtener una respuesta decente de los 
tantos burócratas que pesan sobre ellos.
El tren de la línea norte, que aprieta el pecho durante una hora y 
cuarto, está dedicado a la memoria del músico Santiago Feliú, que 
compuso casi todos los temas de la banda sonora y que falleció durante 
la postproducción del filme.
La idea pavorosa que recorre ambos documentales es que el gobierno 
revolucionario se apoderó del país con el supuesto propósito de 
garantizar una vida digna para la inmensa mayoría de la población, pero 
eso ha estado muy lejos de ocurrir.
Edgar, un exconstructor, habla claro en Elena: "Ya no hay nada que 
averiguar. Ya todo se sabe: el pobre es pobre y el rico es rico. Aquí ya 
no van a venir a hacer nada, porque todos los que viven aquí son gente 
pobre. Y al final, estos son los que van al Primero de Mayo a luchar, a 
vencer, y después siguen muertos de hambre".
Source: Marcelo Martín, cronista del desastre | Cubanet - 
https://www.cubanet.org/actualidad-destacados/marcelo-martin-cronista-del-desastre/
 
 
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