Lunes, 09 de Enero de 2012 00:50
Jorge Luis González Suárez
Centro historico, La HabanaPlaza. La Habana (PD) El néctar negro de los
dioses blancos, según frase popular, es una de nuestras bebidas
indiscutidas. El pequeño sorbo de café mañanero es parte de una
tradición de ricos y pobres en Cuba y en muchas partes del mundo. Pero
los cubanos en estos momentos carecemos muchas veces de ese placer
porque está racionado y lo que nos venden por la libreta de
abastecimiento es algo indigerible.
A principios del siglo XIX, la revolución de Haití trajo a la región
oriental de nuestro territorio a los colonos franceses que lograron huir
de ese acontecimiento. Al establecerse en las montañas orientales
crearon plantaciones cafetaleras que originaron la propagación del
cultivo y el gusto por tomarlo.
Dos siglos han fomentado la costumbre de beber una o más tazas de café
al día. Muchas personas prefieren no tener otras cosas antes que
prescindir de él. Sin embargo, su escasez y costo tan elevado no permite
poseerlo siempre. El hábito de brindar a las visitas con un "buchito de
café" no siempre se puede mantener, porque no hemos perdido la cortesía,
sino el café.
La limitación comenzó hace bastante tiempo, justo con el inicio de
nuestra "libreta de abastecimiento". Primero daban un sobre de 4 gramos
por persona una vez al mes. Continuó por un largo tiempo con una
variedad de café mezclado con chícharos, donde había más de lo segundo
que de lo primero, al precio subsidiado de 12 centavos cada paquete. El
retorno al café puro -o casi puro- volvió cuando el Comandante en Jefe
dijo en uno de sus discursos que la producción cafetalera daba para
entregar una cuota igual a la inicial, pero al precio de 5 pesos en
moneda nacional. Esto duró hasta hace un año, cuando el actual máximo
dirigente, Raúl Castro, explicó que la subida internacional del precio
del café obligaba a volver a la mixtura, esta vez al valor de 4 pesos.
Las vías para obtener un extra van desde comprarlo al que no lo toma
hasta comprarlo en el mercado negro, donde su precio oscila entre 10 y
15 pesos, según su abundancia o escasez. La otra modalidad es adquirirlo
en divisa. Un cuarto de libra cuesta $ 3.45 cuc. Esta cifra equivale a
$86.25 en moneda nacional, o lo que es igual, a un tercio del salario
mensual promedio de un obrero.
La historia no para aquí. Las shoppings (tiendas en divisa) tampoco
ahora tienen café. Ha desaparecido como por arte de magia. Para
encontrar un paquete hay que rogar a la "Milagrosa".
El insigne historiador Eusebio Leal, que sabe cómo sacarle punta hasta a
un clavo, tiene un tostadero en la Habana Vieja donde el café se
comercializa a la antigua forma. Allí se muele y envasa al momento,
frente a sus ojos, pero le cuesta, aparte del dinero, hacer una buena
cola de dos horas para comprar el producto.
Hace poco, el ameno programa televisivo "Pasaje a lo desconocido" que
conduce Reinaldo Taladrid, abordó el tema del café. Participó como
invitado el doctor Ricardo González, jefe del departamento de adicciones
del Hospital Psiquiátrico de La Habana, quien explicó los efectos
dañinos del café cuando se consumen más de dos tazas diarias.
Resulta significativa esta trasmisión en instantes donde la falta de
esta mercancía tiene proporciones alarmantes.
La popular canción "Ay mama Inés", de la cual el genial Bola de Nieve
hacía una interpretación magistral, va a tener que cambiar su
estribillo. Podremos cantarla ahora con la siguiente letra: "Ay, mamá
Inés, aquí en La Habana no toman café".
¿Cómo conseguirlo? Trate de averiguar y si halla el codiciado producto
avísele a sus vecinos, se lo van a agradecer muchísimo.
http://primaveradigital.org/primavera/sociedad/sociedad/3079-ay-mama-ines-idonde-compramos-cafe
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