Thursday, February 24, 2011 | Por Adolfo Pablo Borraza
LA HABANA, Cuba, febrero (www.cubanetorg) – Las protestas que realizaron
hace dos semanas trabajadores por cuenta propia en el Ministerio del
Trabajo, y los obreros de la Unión de Investigación de la Celulosa del
Bagazo, ambas entidades en el municipio Centro Habana, ¿podrían ser la
génesis del estallido social que algunos esperan se produzca en la isla?
¿Podrían replicarse en Cuba las revoluciones que sacuden al mundo árabe
y han derrocado ya a dos férreos dictadores? Como Cuba es gobernada
desde hace 52 años por una dictadura militar, es lógico que muchos
piensen que los sucesos del mundo árabe repercutan en nuestro país.
Quisiera, por el bien de mi pueblo, equivocarme, pero las protestas de
Centro Habana y otras que irremediablemente se producirán a medida que
los despidos masivos anunciados se materialicen y los altos impuestos
paralicen la supuesta mejoría que se espera aporte el nuevo "sector
privado" a la economía, además de todo lo malo que Raúl Castro nos ha
estado anunciando desde que tomó el poder, serán sólo un murmullo de
varios, ahogado por la ignorancia e indiferencia de millones que,
temerosos, no se atreverán a lanzarse a las calles a enfrentar al régimen.
Apuesto todo lo poco que tengo a que en Cuba no sucederá absolutamente
nada. Se piensa que habrá otro maleconazo y algunos desean que suceda,
pero olvidaron que aquella insólita descarga del verano de 1994, cuando
el pueblo salió a las calles a desafiar al dictador, solo duró unas
horas: el régimen, astuto como siempre, puso a pelear al mismo pueblo
entre sí.
Hoy día no es muy diferente, todo se mantiene casi igual. La oposición
que, por decirlo de alguna manera, debería ser la cabeza de este pueblo
indefenso y abusado, está quieta. No acaba de organizarse y mucho menos
unirse. Algo que aprovechan los caciques para gobernar a su antojo.
Los medios internacionales han dado una extensa cobertura a los sucesos
en Túnez y Egipto y el mundo entero mira con expectativa a la isla
comunista, esperando que algo pase. Pero lo mismo ocurrió cuando el
campo socialista se derrumbó y de eso hace ya más de 20 años.
El miedo paraliza a nuestro pueblo. Nadie osa lanzarse a la calle a
manifestarse en contra del gobierno y "el loco" que lo haga no encuentra
el respaldo que merece. Ni siquiera la dividida oposición se apoya
mutuamente. Además, está el ejército, que probablemente no tendrá
reparos en disparar contra el pueblo si éste se atreve a rebelarse.
Por otra parte, olvidamos algo esencial que, aunque me moleste
aceptarlo, es cierto. Nuestros dictadores son inteligentes, no por gusto
se han mantenido más de medio siglo en el poder.
¿Fueron casuales las liberaciones de Héctor Maseda, Ángel Moya y Eduardo
Díaz Fleites en estos precisos momentos? Tampoco son aleatorias las
reflexiones del Fidel sobre los sucesos en Egipto. Él y los medios
oficiales ya le dieron el necesario toque antiimperialista a las
revueltas, para confundir al pueblo una vez más, y hacer que los cubanos
lo entiendan todo al revés.
Como decimos aquí, "olvídense de los peces de colores". En Cuba todo es
en blanco y negro; o en rojo y verde. Las protestas espontáneas que
seguramente se producirán a raíz de la crítica situación que atraviesa
el país, serán aisladas y se quedarán en la chispa que no prenderá el
fuego que necesitamos para derrocar el régimen de los Castro. Para eso
hace falta un pueblo que de verdad quiera ser libre.
La libertad no es algo que los dictadores regalan; se les arrebata a
cualquier costo. Los dictadores se derrocan con el pueblo unido y sin
miedo, en las calles. ¿Será posible que eso pase en Cuba? Lo dudo.
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