28-02-2011.
José Alberto Álvarez Bravo
Periodista Independiente
(www.miscelaneasdecuba.net).- Dicen que Ángel Castro Ariz fue traído a
Cuba en calidad de quinto, suceso aparentemente nimio que devino en la
mayor tragedia para nuestra nación, ya que fue la cimiente de donde
surgió esto que sufrimos desde hace más de medio siglo. Pero no voy a
hablar de ese señor, amo de horca y cuchillo en su feudo Pequeño Birán,
sino del traidor Carlos Serpa Maceira.
En ese afán tan típico del cubano de analizar a la ligera todo lo humano
y lo divino, nos devanamos con las dos versiones más probables: o fue
siempre un agente encubierto, o traicionó a los suyos por incapacidad
para resistir algún chantaje del régimen castrista.
Como norma de vida, me niego categóricamente a someter a cada disidente
a un análisis con rayos x para detectar al seguroso bajo su piel, por
lo que mi tendencia es a considerar auténtico a todo hermano de lucha.
Durante mis relaciones más o menos largas con Serpa, incliné esta
inasible balanza hacia el lado de la confianza, aunque algunas
expresiones suyas, y otros eventos, me impedían "meter las manos en la
candela" por él.
Como evento significativo, a muchos nos hizo cavilar el brusco e
incompresible cambio de conducta de la inteligencia castrista, cuando
permitió el traslado del traidor -después de habérselo impedido por
varios meses- de su Isla de Pinos hacia La Habana, faltando apenas horas
para el comienzo de las actividades por el séptimo aniversario de la
Primavera Negra.
El calificativo que da título a estas líneas tiene que ver con una
expresión de Serpa, según la cual "el 80% de la oposición trabaja para
la seguridad del estado". De esta aparente imbecilidad, propia del
retrasado mental que es el aludido sujeto, se coligen tres tesis
fundamentales:
a- cuatro de cada cinco opositores son falsos, y solo el quinto es
auténtico (por supuesto, él era ese quinto)
b- si dentro de la propia oposición el régimen cuenta con el apoyo del
80%, entonces dentro del pueblo es total.
c- la causa de la libertad de Cuba es tan poco atractiva, que solo el
20% de los opositores lucha sinceramente por ella.
C
onfieso haberme sentido defraudado con el cacareado programa televisivo,
anunciado a bombo y platillo como una carga argumental que destruiría
para siempre a las Damas de Blanco, a los verdaderos periodistas
independientes y a la oposición en general. Fuegos de artificio. Los
mismos gastados temas de Laura con el dinero repartido entre dieciocho
mujeres, que si Santiago Álvarez y la misma cantaleta de siempre. Ni
siquiera más de lo mismo, sino pura y simple repetición del estribillo.
Tal vez el castrismo calculó que al siguiente día de haber
desenmascarado al Judas, -el 27 de febrero de 2011- las Damas de Blanco
quedarían anonadadas, pero le volvió a salir mal su cálculo. A pesar de
la minuciosa capciosidad con que los asalariados de la prensa
oficialista asediaron a las Damas en Santa Rita, no pudieron silenciar
su vibrante grito de libertad para los presos políticos. A renglón
seguido, las indomables gladiadoras por los derechos de todos rindieron
tributo a Zapata Tamayo frente al obelisco que perpetúa la memoria de
los jóvenes irlandeses inmolados en una huelga de hambre., en pleno
centro del Vedado.
Exasperado ante el espíritu inquebrantable de las heroínas, el agónico
régimen lanzó sus turbas diligentes, bajo la dirección inmediata de la
policía política, para aplastar su ejemplar determinación. Durante más
de seis horas, una horda embrutecida vociferó, ofendió, calumnió y
agredió físicamente a poco más de una veintena de inermes mujeres, como
inequívoca expresión de su derrota moral e ideológica. Después de este
salto en el camino de la abyección, ¿qué más cabe esperar de la dinastía
castrostalinista en su enfermizo aferramiento al poder absoluto? Nada
puede haber más vergonzoso para la especie humana que un gobierno
todopoderoso ordenando golpear a mujeres.
El régimen castrista sabe muy bien que desde hace mucho el verdadero
pueblo cubano no lo quiere, y este sentimiento se expande y arraiga cada
día que pasa. Por eso crea los traidores de la calaña de Carlos Serpa
Maceira, para confundir, para dividir y debilitar a la pujante sociedad
civil dentro de Cuba.
Pero no se hagan ilusiones. Pese a los plumíferos de la catadura de
Enrique Ubieta y comparsa, a los epígonos de los esbirros batistianos
agremiados en la policía política, y a los manipulables títeres de las
brigadas de respuesta rápida, la semilla de la libertad, fecundada con
la sangre de Orlando Zapata, ya germinó en el pecho de los cubanos
imbuidos del espíritu martiano.
¡Viva Cuba libre!
ZAPATA VIVE
http://www.miscelaneasdecuba.net/web/article.asp?artID=31419
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