El Estado NO es la única alternativa
[17-08-2012]
Alberto Medina Méndez
(www.miscelaneasdecuba.net).- Muchos fanáticos del intervencionismo
creen que el Estado es necesario e imprescindible sólo porque viven de
él. Si fuera pequeño y austero, no podrían saquearlo, ni tampoco usar
sus recursos para arrogarse la generosidad del sistema, repartiendo lo
de todos como propio.
Pero otros, tal vez los más, entienden que el Estado debe ser
importante, porque es la única herramienta posible para resolver los
problemas de la sociedad. En realidad esa idea tiene varias aristas que
merecen ser analizadas con mayor detenimiento.
Por un lado, están los que no pueden salirse de ese paradigma, no
conocen otra forma de lograr objetivos que no sea con un Estado que
recauda por la vía de la coacción, de los impuestos y que una vez
reunido el dinero lo pone al servicio de solucionar una cuestión.
Algunos incluso, en esta misma línea argumental creen que es el Estado
el único en condiciones de articular estructuras, procedimientos y
esfuerzos para lograr metas.
Pero otro sector, en realidad, lo hace solo por comodidad. La
alternativa, implica demasiado esfuerzo y prefiere delegar en terceros,
en este caso en el Estado, esas soluciones. Prefiere pagar impuestos
para que "otro" resuelva el tema antes que ocuparse de modo personal en
ello.
Por eso, hay que entender que muchas de las justificaciones para el
agrandamiento del Estado, pasan por esas múltiples variantes, desde las
ideologizadas, a las que se derivan de la imposibilidad de visualizar
con claridad alternativas, hasta las que tienen que ver con la comodidad.
El Estado NO debe ocuparse de un montón de cuestiones que la gente
pretende que haga. No lo debe hacer por muchos motivos. El primero de
ellos, el central, tiene que ver con que no fue creado con ese fin, sino
con la intención de ocuparse de los asuntos que precisan de cierta
neutralidad para garantizar el ejercicio de sus derechos individuales,
como la seguridad y la justicia.
Cuando se ocupa de otras cosas, como ocurre en la vida personal, lo hace
a expensas de descuidar lo principal, y abundan ejemplos de cómo impacta
ello en la falta de seguridad y justicia en estos tiempos. Ni siquiera
amerita explayarse en eso.
Complementariamente a estas razones, ya conocemos también de la gran
ineficiencia estatal a la hora de manejar recursos económicos. Gasta
mucho más de lo que necesario, dilapida importantes montos en cuestiones
burocráticas y administrativas y, además, queda a expensas de la
manipulación política y las garras siempre presentes de la corrupción.
En fin, es la más ineficiente y onerosas de las posibilidades, pero
fundamentalmente, distrae al Estado de lo que debe hacer bien, la
seguridad y la justicia, y claramente hace poco, lento y mal.
Los ciudadanos de modo individual, y de forma organizada, deben buscar
otras variantes, deben animarse a constituirse de modo espontáneo y
coordinar acciones para cumplir sus fines. Abundan las experiencias
exitosas de instituciones privadas, de organizaciones sociales, que
resuelven problemas de modo muy eficiente, sin esquilmar a nadie,
consiguiendo dinero con el aporte de gente que "voluntariamente" cree en
esas causas, en sus interlocutores y las apoya genuinamente con el fruto
de su esfuerzo, sin que nadie los obligue de forma alguna.
Muchas organizaciones de ese tipo logran éxito en ese recorrido, y es
cierto que otras también fracasan, o solo tropiezan, pero de eso se
trata, es cuestión de proponérselo, aprender de la experiencia y buscar
variantes para conseguirlo.
Muchos dirán que es difícil. Sí, claro que es difícil. Lo dicen como si
algo resultara simple en este mundo. Pero no menos cierto es que lo que
parece fácil, delegar en el Estado no solo no resuelve el tema de fondo,
sino que genera muchos más problemas que los que intentaba solucionar.
Más allá de la carga ideológica con la que pretendemos juzgar estas
cuestiones, tal vez debamos pensarlo de un modo más personal, recordando
esos momentos en los que decidimos aportar dinero propio a alguna causa.
Lo hacemos con criterio, porque queremos que ese recurso que nos costó
mucho esfuerzo conseguir, que significo trabajo duro, sea ocupado en
algo que vale la pena, y que no se desvíe terminando en manos de
corruptos o circunstanciales manipuladores de la política, que además
luego serán el próximo verdugo de nuestro sacrificio, creando nuevos y
más creativos impuestos para esquilmarnos una y otra vez.
Cuando la sociedad pretende que el Estado, por medio de los gobiernos,
se ocupe de los desposeídos, de la desnutrición o la mortalidad
infantil, que luche contra la pobreza, construya viviendas, conduzca
empresas bajo el argumento de la soberanía nacional, o cuando pretende
que fomente los buenos hábitos alimentarios la cultura, la educación o
el deporte, está generando, tal vez sin querer, las bases de un Estado
obeso, caro e ineficiente que no solo no resuelve problemas, sino que
concentra poder y se convierte en el principal enemigo de quienes con su
esfuerzo cotidiano construyen con mucho merito una sociedad mejor.
Debemos intentar romper los paradigmas que nos impiden ver otras
posibilidades. Cuando tengamos la decisión de ayudar a resolver un
problema de la comunidad, pensemos en nuevas variantes. Seamos
creativos, como lo somos en la vida diaria para dar la batalla que nos
permite alimentar a nuestros hijos y vivir con dignidad. No caigamos en
la fácil, en la cómoda, en esa de delegar el asunto en el Estado. No es
el aliado adecuado. Lo estaremos distrayendo de sus obligaciones
centrales, otorgándoles excusas para justificarse, y además motivos para
seguir saqueando a la sociedad con más impuestos que no se asignarán al
destino esperado. Intentemos lo que parece más complejo, pero nos
garantiza resultados, eficiencia y sobre todo la posibilidad de
demostrar que el Estado NO es la única alternativa.
http://www.miscelaneasdecuba.net/web/article.asp?artID=36802
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