Un novio para Glenda: tribulaciones de nuestra sicóloga emigrada
Publicado el Miércoles, 29 Agosto 2012 13:48
Por Carlos Cabrera Pérez
¿Y qué juventud queremos? ¿Queremos, acaso, una juventud que simplemente 
se concrete a oír y a repetir? ¡No! Queremos una juventud que piense. .(…)
una juventud que aprenda por sí misma a ser revolucionaria, una juventud 
que se convenza a sí misma, una juventud que desarrolle plenamente su 
pensamiento.
Fidel Castro, 13 de marzo de 1962
La reciente fuga -que no deserción porque ni era militar en activo ni 
viajaba en misión oficial- de una hija de un vicepresidente cubano ha 
desatado el revuelo habitual en medios de comunicación del sur de la 
Florida y del exilio cubano. Pero sobre todo ha servido para ha 
confirmar que la mentira y la simulación son señas de identidad cubanas, 
aunque nos pese.
Escenario 1 (en lógica castrista): Glenda Murillo Díaz, 24 años, 
graduada de Licenciatura en Psicología, aún desconocemos su vínculo 
laboral en la isla, si es que lo tenía; obtiene el Permiso de Salida 
para un curso de especialización en México que -como todo sabemos- tiene 
fronteras con Cambodia y Togo.
Y papá rompió a llorar
Escenario 2 (en lógica migratoria norteamericana): Glenda Murillo Díaz, 
cubana, 24 años, graduada de Licenciatura en Psicología por la 
Universidad de La Habana y asistiendo en México a un curso de 
especialización, viaja hasta Laredo, Texas, se presenta ante las 
autoridades migratorias norteamericanas y recibe un "Parole", que le 
permite entrar y vivir en Estados Unidos de América, el principal 
enemigo de su padre y compañeros del Buró Político. Poco después, llega 
a Tampa, a casa de unos tíos, donde coincidentemente está de visita uno 
de sus abuelos; se hace las típicas fotos de algunos recién llegados a 
la democracia y las cuelga en Facebook.
Escenario 3 (en lógica de los medios de comunicación en democracia): El 
Nuevo Herald da la noticia, que es ampliamente reproducida por otros 
medios de comunicación, incluso europeos; pero mezcla información y 
delira con valoraciones sobre el daño que podría causar al régimen, que 
en realidad es cero. Lo sazona todo con el detalle del padre rompiendo 
en llanto, al conocer que su hija se ha escapado a Tampa,  no duda en 
calificarlo de zar económico y llega incluso a presentarlo como un 
sucesor de Raúl Castro: otra errata, pues ya sabemos que Murillo es un 
funcionario, los zares son los dos de este medio siglo, sin sucesores a 
la vista.
Escenario 4 (en lógica cubana de mentiras y simulación): Glenda Murillo 
Díaz, 24 años graduada de Licenciatura en Psicología en la Universidad 
de La Habana, tiene una tía que atiende el teléfono y aclara que su 
sobrina ha huido por amor, "no por razones políticas". ¡Qué familia!, a 
lo mejor hasta la propia tía está en Tampa por amor, nada que ver con la 
política. Y que un abuelo de la protagonista, de visita en Tampa, por 
poco sufre un infarto al abrir la puerta y ver a un equipo de Univisión 
23 preguntándole por su nieta. Un periodista marca el número de teléfono 
móvil de Glenda en La Habana y contesta un señor que dice ser su esposo. 
La tía precisa que ella vendió el móvil antes de irse de Cuba.
Escenarios del sainete migratorio
Pero pongamos esos escenarios en lógica simple:
Escenario 1: Glenda Murillo Díaz, 24 años, graduada de Licenciatura en 
Psicología, preparó su fuga de Cuba aprovechando los mecanismos a su 
alcance, por lo que eligió México. No tengo pruebas de si recibió ayuda 
directa de su padre en su plan, que no sería reprobable, pero está claro 
que quien autorizó el viaje tuvo en cuenta el peso específico y temporal 
de su apellido paterno. ¿Para qué quiere alguien vender y, por tanto, 
perder su número de móvil en La Habana, si va a regresar en cuanto 
termine su especialización mexicana?
Escenario 2: Una ciudadana cubana, al margen de que sea hija de zar o de 
capataz general, acude a un control fronterizo norteamericano que se 
atiene al cumplimiento de la ley con la variante "pies secos".
Escenario 3 (en lógica parcial de cubaneo):
-¡Chica, pero tú viste eso!, estos periodistas son malísimos, es que ni 
respetan nuestra intimidad, estuve a punto de llamar al 911 porque si 
vieras lo malito que se puso tu abuelito cuando abrió la puerta y se 
encontró con la prensa ahí.
-Ay, mi tía, Cuba tendrá muchos defectos, pero los periodistas no se 
aparecen así en casa de nadie. (No, Glenda, de los sustos se encargan 
las Brigada de Respuesta Rápida).
–Bueno, no te preocupes, nos inventamos algo y ya se calmará la cosa en 
unos días y en cuanto a tu padre, tú no te preocupes que no será el 
primero ni el último; ahora lo importante es que tú estés tranquila y 
que no te pongas a hablar mierda de aquello,  que es lo que la prensa 
quiere y que encuentres un trabajo para que te ganes tus dólares… (Lo 
raro es que el abuelo no falleciera súbitamente al ver a su nieta allí. 
¿O es que ya estaba al tanto del viaje a Tampa por amor? O sea, le 
inquietan los periodistas que hacen su trabajo, no la nieta a la que 
nadie parecía esperar).
Escenario 4: La fuga de Glenda Murillo Díaz no tiene mayor importancia 
para la dictadura cubana porque ni siquiera la supuesta estampida de 
Alina Fernández Revuelta, hija de Fidel Castro, la tuvo, como lo 
demostraron enviándole a su hija "Mumín", nieta del Dictador, para que 
viviera con ella en el exilio.
Cabalgando sobre la mentira
Hasta ahora las deserciones que más han golpeado al régimen son las de 
Manuel de Beúnza y Rafael del Pino junto al gesto heroico de Orestes 
Lorenzo Pérez de rescatar a su mujer e hijos con una avioneta con la que 
aterrizó en una carretera de Matanzas. El resto las han sobrellevado con 
serenidad.
Pero lo terrible es que la sociedad cubana, independientemente de la 
latitud geopolítica en que nos movamos, está signada por la mentira y la 
simulación. En inicio, por la propia lógica tiránica de suplantar la 
realidad con consignas y entusiasmo; pero también con la complicidad de 
los que como Glenda Murillo y su tía evitan decir -sin algarabía- que 
han venido a Estados Unidos porque quiere vivir en libertad, que habría 
sido lo más lógico y lo menos complicado. Así, a partir de ahora, 
tendrán que vivir -al menos un tiempo- cabalgando sobre sus propias 
mentiras.
Respecto a su padre, quizá haya llorado con sinceridad, si es que ha 
llorado. Pero tampoco hay que preocuparse demasiado por su suerte. 
¿Cuántos favoritos y hasta probables relevos de los Castro hemos visto 
en este medio siglo? Aquí los dejo una pequeña muestra: José Llanusa 
Gobel, Humberto Pérez González, Marcelo Fernández Font, Emilio Aragonés 
Navarro, Luis Orlando Domínguez, Carlos Aldana Escalante, José Abrantes 
Fernández, Arnaldo Ochoa Sánchez, Carlos Lage Dávila, Felipe Pérez 
Roque, Hassan Pérez Casabona, Marcos Portal León, Randy Alonso Falcón y 
Abel Prieto Jiménez.
En definitiva, revolución es no mentir jamás y cambiar todo lo que deba 
ser cambiado, menos a Fidel y Raúl Castro.
En cuanto a Glenda, bienvenida a bordo, paisana. No puedo menos que 
desearte lo mejor, incluido un novio de verdad, que te quiera, te cuide 
y te lleve al mall más próximo a casa de tu tía-portavoz y te regale un 
iPhone 5 con el que puedas mandar, de vez en cuando, un escueto SMS: 
"Papá, te quiero".
Será gratificante, aunque él nunca te responda… por ahora.
http://cafefuerte.com/opinion/opinion/puntos-de-vista/2148-un-novio-para-glenda-tribulaciones-de-una-emigrada
 
 
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