Thursday, June 30, 2011 | Por Leonel Alberto P. Belette
LA HABANA, Cuba, junio (www.cubanet.org) – A finales de la década de los
80, el gobierno cubano puso en práctica una operación comercial, que
emulaba a los alquimistas que pretendían convertir el plomo en oro,
buscando la piedra filosofal. Los Castro obraron el milagro de
desvalijar a su pueblo, cambiándole el metal precioso por cachivaches de
primera necesidad y electrodomésticos pasados de moda.
El descarado asalto devino escándalo cuando los cubanos descubrieron que
lo máximo que podían recibir por todos sus diamantes era un automóvil
ruso de pésima calidad. En lo adelante, el Estado recurrió a trampas
menos evidentes, para paliar sus recurrentes crisis económicas.
Ahora que los vaivenes de la economía mundial han disparado los precios
del oro, y los analistas recomiendan acudir al metal dorado como una
inversión segura, la administración de Raúl Castro incluyó entre sus
lineamientos partidistas, la reanimación de la explotación de viejos
yacimientos de oro; algo que resulta muy costoso, y un enigma a largo plazo.
Paralelamente, han aparecido grupos de "negociantes" que, aunque se
proclaman particulares, están integrados por individuos vinculados al
régimen, y actúan bajo estricto régimen militar.
Van casa por casa, proponiendo la compra de todo tipo de joyas a los
desinformados y necesitados cubanos. El gramo de oro de 18 quilates, por
ejemplo, lo compran a diez dólares, cuando en el mercado internacional
su precio de venta oscila entre treinta y casi cincuenta, dependiendo
del país. Ante la apremiante necesidad, no pocos cubanos se deshacen del
oro que aún les queda, casi siempre antigüedades heredadas de anteriores
generaciones. Sin contar que, en algunos casos, se trata de piezas de
altísimo valor agregado por ser antiguas obras de arte.
Los cubanos están maniatados, en franca desventaja cuando de hacer
negocios se trata. Al cubano promedio le es casi imposible vender
directamente en el extranjero o establecer vínculos comerciales con
extranjeros, ya que las barreras legales y aduanales que impone el
gobierno, son infranqueables. Además, no tienen permitido viajar
libremente al extranjero y, para mayor desventaja, son pocos los que
tienen acceso a internet.
Sin embargo, no es esta la realidad para todos. Los hijos de algunos
funcionarios, y otros allegados al régimen, sí gozan de esos
privilegios, entran y salen libremente, mantienen contactos en el
extranjero y muchos tienen negocios de antigüedades fuera de la isla.
También llama la atención los lazos familiares de algunos de estos
nuevos mercaderes con cubanos cooperantes en Venezuela y otras naciones
de Suramérica. Y a nivel macro económico, el incremento de la
colaboración estatal con naciones de gran producción de oro y otros
metales preciosos.
Uno de estos individuos dedicados a la compra de oro a domicilio, que no
suele ostentar su riqueza, como los anticuarios tradicionales, me confió
entusiasmado que "el futuro está en el oro".
No hay comentarios:
Publicar un comentario