Tuesday, April 26, 2011 | Por Jose Antonio Fornaris
LA HABANA, Cuba, abril, www.cubanet.org -La periodista Amarilis Cortina
Rey (mi compañera) fue citada por la Seguridad del Estado para que
concurriera el viernes 22 a la estación de policía de su barriada de
residencia, Managua.
Los oficiales querían conocer por qué motivo ella acompañó a la madre de
la oposicionista Sara Marta Fonseca -quien había sido trasladada el día
anterior, junto a su esposo y un hijo, en un auto oficial, después que
turbas gubernamentales asaltaran su vivienda y golpearan a los tres- a
la Sección 21 de la Policía Política para averiguar sobre el paradero de
sus familiares. La respuesta de Amarilis fue que era su derecho y su
decisión personal.
Durante la "entrevista" que duró más de una hora, uno de los oficiales,
al referirse a mi persona, le dijo que yo había sentido temor cuando
estuve recluido, hace más de 15 años, en el Departamento Técnico de
Investigaciones , en100 y Aldabó.
Ese es un lugar de celdas tapiadas. En verano el calor ronda los 40
grados centígrados. Un día, en un calabozo cercano, un hombre comenzó a
gritar que él no podía estar en esas condiciones de encierro porque era
tuberculoso.
Lo trasladaron para otra celda con iguales condiciones. Un rato después
el infeliz comenzó a llorar y a pedir auxilio. A los pocos minutos
llegaron dos policías y comenzaron a golpearlo. Y dijeron que lo iban a
trasladar a una celda de castigo.
Cuando fui sacado para un interrogatorio, casi al instante de los
carceleros haber cumplido su tarea, vi a uno de ellos que le mostraba el
puño derecho de donde salía un hilillo de sangre a su camarada, a la vez
que le decía: "Parece que ese maricón me cortó con un diente".
Me pareció increíble que en 100 y Aldabó pudiera haber otras celdas aun
peores. Luego supe que en las llamadas "celdas de castigo" no existe ni
siquiera la "cama" de hormigón, empotrada en la pared que hay en los
calabozos comunes. Además, a los castigados los lanzan ahí totalmente
desnudos.
Cuando salí de ese sitio, afectado de neumonía, estaba tan flaco que la
enfermera de la policlínica me decía que no tenía idea de donde iba a
ponerme las inyecciones de antibiótico que un médico de ese mismo lugar
me había recetado.
Y hablando de miedo: Cuando el que es desde hace medio siglo el jefe
supremo de la Policía Política, Fidel Castro, fue detenido tras el
asalto al Cuartel Moncada, dio a los soldados otro nombre y una
dirección que no era la de su domicilio.
Pero el oficial de la Seguridad del Estado que dijo que yo había sentido
miedo mientras estuve detenido en el Departamento Técnico de
Investigaciones, está plenamente equivocado. No solo sentí miedo en esa
etapa, tenía miedo desde mucho antes y continúo sintiendo mucho miedo.
El régimen de La Habana ha fusilado a miles de sus oposicionistas
–también a sus propios héroes-, ha llevado a la cárcel a cumplir muchos
años de pena a una cantidad muy superior a los fusilados. Es el dueño de
los cuerpos represivos, de los tribunales y práctica el terrorismo de
Estado. Es un monstruo enorme y violento, es lógico sentir miedo ante
algo tan abominable y cruel.
Pero lo grande es que, a pesar del miedo, muchos han decidido luchar por
la libertad y la democracia para Cuba. Esa es la espada que va a
destruir al monstruo, y entonces ya ningún ciudadano tendrá que
postrarse ante el Estado.
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