30 de Abril de 2011 • 00:11
Anett Ríos La Habana, 29 abr (EFE)- La criatura mitológica de la Tarasca
ha vuelto a pasear por La Habana tras 200 años de ausencia, en un
carnaval callejero que busca revivir y modernizar esa tradición en Cuba
y en el que el público "lanza" sobre el muñeco las cosas malas de su
vida antes de ser quemado en una hoguera en pleno Malecón.
Con su cuerpo de dragón -aunque en la calle muchos le confunden con un
escarabajo y hasta un caimán- la tarasca cubana regresó esta semana
convertida en "chivo expiatorio" y protagonizó tres días de desfile
inspirado por las antiguas procesiones del Corpus Christi en la isla.
El títere gigante fue llevado por barrios y avenidas del centro de la
ciudad para que las personas tuvieran la oportunidad de "contarle" o
escribirle en el cuerpo sus malos pensamientos, recuerdos y
experiencias, con tal de despojarse de todo lo "negativo".
En su peculiar cola de cartón, hay quienes dejaron mensajes en contra de
la ignorancia, el resentimiento, el oportunismo, la envidia y la homofobia.
De modo espontáneo, algunos también escribieron buenos augurios y deseos
pidiendo "no más leyes que opriman", que "todos puedan viajar libres por
el mundo", que se les conceda casa e hijos y hasta que un viejo amor
regrese.
El inicio del espectáculo tuvo lugar en una antigua plaza colonial de La
Habana, donde mimos, actores en zancos y músicos representan la historia
de la criatura y arrastran a decenas de personas en un largo recorrido a
ritmo de conga cubana, que detiene el tráfico, atrae a los turistas y
saca de sus casas a los curiosos.
Casi al anochecer, en la explanada del Castillo de la Punta, ubicado en
el Malecón habanero, la fiesta culminó su tercera y última jornada este
viernes con el incendio simbólico de la Tarasca, mientras el público
bailaba alrededor de la hoguera e improvisaba estribillos.
El grupo de teatro callejero "Gigantería", popular por sus pasacalles en
la ciudad, fue el responsable de retomar la tradición después de que en
2010 decidiera celebrar su décimo aniversario con un espectáculo
dedicado a la Tarasca.
Lo que pudo ser un hecho teatral aislado regresó este año con el
objetivo de promover la historia de la figura y crear una nueva
costumbre en La Habana, una de las villas cubanas que tuvo tarasca en
época de la colonia española.
Según dijo a Efe el director de "Gigantería", Roberto Salas, algunas
tarascas eran traídas desde España y otras se confeccionaban en la isla,
donde se les asoció con el crecimiento de las ciudades y de la Iglesia
como institución.
Salas, quien supo de la tradición mientras estudiaba teatro en el
Instituto Superior de Arte, afirmó que en las actas capitulares de los
cabildos de La Habana existen noticias de tarascas desde el siglo XVI y
se sabe que estuvieron saliendo durante casi 200 años, hasta su
desaparición en el XVIII.
"Las autoridades consideraron que las personas estaban más interesadas
en la fiesta que en la procesión religiosa, porque la gente prefería más
andar con la Tarasca que acompañando al Santísimo Sacramento, y se
detuvo la tradición", explicó Salas, de 39 años.
De acuerdo con su investigación, la Tarasca, los "gigantes" y otros
personajes como "los diablitos" fueron sacados entonces del desfile del
Corpus Christi y sólo ahora vuelven a presentarse ante los cubanos, en
pleno siglo XXI.
Pero ya no se trata más de una procesión religiosa, sino de una especie
de carnaval que reúne a decenas de artistas de distintos grupos, cuyo
trabajo tiene el apoyo de la Oficina del Historiador de La Ciudad.
La figura de la Tarasca, cuyo nombre sale de la región francesa de
Tarascón, parece tener su origen en una leyenda relacionada con Santa
Marta, quien según el relato domó al monstruo con su palabra cristiana.
La criatura ha sido vista como símbolo de vicio y virtud y ofrece
numerosas variantes según países y urbes, aunque parece prevalecer la
imagen del dragón de grandes fauces.
En La Habana la empiezan a considerar un extraño "bicho" para hacer
catarsis, pues lo mismo sirve para gritar las penas, bailar la conga o
jugar con los mimos. EFE
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