Lucas Garve, Fundación por la Libertad de Expresión
LA HABANA, Cuba, septiembre (www.cubanet.org) - Mucho más interesante
para los cubanos que la película de Brendan Fraser y Harrison Ford
(Medidas extraordinarias), es el tema de los despidos. Como ya se ha
dicho, medio millón de puestos de trabajo serán eliminados.
Para remediar los despidos, el gobierno ha eliminado ciertas
prohibiciones, y como siempre, recurre a lo que denomina trabajo por
cuenta propia para salvar sus responsabilidades. Autorizaron 178
actividades que se podrán ejercer a partir de ahora.
Esto puede ser una vía de escape económico para los despedidos, pero
será difícil lograr que prospere un negocio en Cuba. Los temores entre
los trabajadores son muchos. El gobierno anunció también que el Banco
Central de Cuba estudia la posibilidad de otorgar líneas de crédito para
ayudar a levantar los negocios particulares.
Sin embargo, cuando se examina la lista de actividades, hay muchas que
son impracticables, otras vienen lastradas por muchas prohibiciones y
algunas provocan risa porque son simplemente un insulto a la inteligencia.
Por ejemplo, la actividad de reparador de muñecos y otros juguetes.
¿Quién se va a pagar por reparar un carrito o una muñequita de plástico?
Y en el caso de juguetes electrónicos o medios de entretenimiento
sofisticados como consolas de Play Station, ¿de dónde van a sacar los
potenciales trabajadores por cuenta propia los componentes que llevan?
Por el estilo sucede con la actividad denominada "forrador de botones".
¿Qué negocio sería viable si se dedica solamente a forrar botones? Tal
actividad existía hace sesenta años, porque había gran cantidad de
costureras, modistas y sastres que tenían su negocito propio. Además,
¿están capacitados los desempleados para llevar adelante una actividad
económica de la que estuvieron alejados siempre? ¿Tienen idea de cómo
vender, comprar y tener éxito?
Desde el año 1968 el gobierno prohibió y satanizó toda actividad
comercial privada. Aquí los individuos no saben ni tienen idea de lo que
es el comercio, no hay una infra estructura, no hay los insumos
requeridos para cualquier actividad, ni nada parecido. Incluso, quienes
han emprendido actividades económicas hasta ahora permitidas, no logran
generalmente satisfacer a sus clientes.
La otra cara del asunto es la de las cargas impositivas y, aún más
amenazante para el negocio privado es el acoso de los batallones de
inspectores que, como sanguijuelas, viven de los sobornos. Unido a esto,
muchas de las actividades por cuenta propia están reguladas por una
retahíla de reglamentaciones, disposiciones y ministerios, lo cual
demuestra que la burocracia no tiene la más mínima intención de soltar
las riendas de Cuba.
Sin ser economista me atrevo a decir que para estimular la creación de
negocios particulares y algunas pequeñas y medianas empresas, lo que se
debe hacer es mantener bajos los impuestos, dar líneas de créditos
blandos y a largo plazo, facilidades de importación y exportación, y
luego ya veremos.
Claro, esto equivaldría a darle al pueblo derechos económicos; algo que,
obviamente, el gobierno no quiere hacer.
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