1 de febrero de 2010

Victoria chilena

Victoria chilena
Oscar Espinosa Chepe

LA HABANA, Cuba, febrero (www.cubanet.org) - Con las elecciones
presidenciales del 17 de enero, Chile ratificó su posición de avanzada
en democracia y civismo en Latinoamérica. Más que el reconocido triunfo
electoral del candidato de la Coalición por el Cambio, Sebastián
Piñera, sobre el ex–presidente Eduardo Frei, representante de la
Concertación, alianza de centro izquierda, esencialmente constituida por
los partidos Socialista y Democratacristiano, el triunfo en estos
transparentes comicios le corresponde al pueblo chileno y a su voluntad
de progreso.

Tras la siniestra noche del pinochetismo y la fractura social que
provocaron los años de tiranía, los chilenos, de forma racional y
civilizada, encontraron la salida a su crisis por vías pacíficas y de
reconciliación nacional. A partir de 1990 iniciaron una época de cambio,
que convirtió a Chile en una referencia de desarrollo integral para
América Latina y el mundo. Demostraron que cuando existe la voluntad de
dejar atrás la apatía, y afanarse por un futuro digno, se pueden lograr
cotas muy altas de democracia, mejoramiento económico y desenvolvimiento
social.

Desde entonces, Chile ha reducido a la tercera parte los niveles de
pobreza y tenido un crecimiento económico en los últimos 20 años de
alrededor del 3,7% del PIB a precios constantes, el mayor en la región,
con un per cápita a paridad de poder adquisitivo (PPA) de 13 800 dólares
US (2007), que aproximadamente duplica el de Cuba, según cálculos del
Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD 2009).

Asimismo, se observa un impresionante crecimiento del Índice de
Desarrollo Humano (IDH) entre 1990 (0.795) y 2007 (0.878) de 10,4%, con
particulares logros reales en los campos de la salud, educación y
seguridad social -modélicos para la región- obtenidos sin demagogia,
propaganda e información manipulada. Ciertamente, existen problemas que
vencer, pues a pesar del mejoramiento general del nivel de vida de la
población, se mantienen significativas diferencias entre los ingresos de
los sectores más ricos con respecto a los más desfavorecidos, con un
nivel de pobreza (13,7%) -que aunque relativamente bajo en términos
latinoamericanos– deberá continuar reduciéndose.

En el plano internacional, Chile ha ocupado posiciones mucho más
relevantes, y es uno de los países con más tratados de libre comercio
firmados en el mundo; un indicativo de su alto grado de competitividad
económico-comercial. Sin embargo, aún hay terrenos en los que debería
jugar un papel mucho más sustancial, acorde con su creciente prestigio.

Es el caso de su papel internacional en materia de derechos humanos,
aunque no se puede desestimar su actividad, en ocasiones la actitud de
algunos de sus gobernantes no se ha correspondido con sus trágicas
experiencias. Cabe mencionar la visita de la Presidenta Michelle
Bachelet a Cuba en 2009, sin duda una respetable estadista con grandes
éxitos en su mandato, pero que fue indiferente durante la estancia a los
sufrimientos del pueblo cubano y de los presos políticos y sus familias,
provocados por el totalitarismo; una conducta que lamentablemente
reprodujo la actitud de otros prestigiosos dirigentes como Lula da Silva
y Tabaré Vázquez. Quizás en algún momento, o en sus memorias, brinde
alguna explicación sobre ese inexplicable comportamiento, contradictorio
con su trayectoria política.

De las elecciones en el país austral se puede sacar la conclusión de que
existe un total rechazo a los extremos políticos de derecha e izquierda.
El otrora poderosísimo Partido Comunista de Chile, sin fuerza
electoral para presentarse solo, tuvo que coaligarse con pequeñas
organizaciones para obtener un pobre resultado de 6,3%, en la primera
vuelta electoral.

Con la victoria del candidato de centroderecha Sebastián Piñera, han
surgido especulaciones sobre la ejecución de un programa menos proclive
a promover avances sociales que la Concertación. Esas evaluaciones se
basan en antiguas concepciones, ajenas a los tiempos actuales. Hoy,
cualquier estadista responsable, sea cual fuere su ubicación política,
comprende que el equilibrio en una nación es vital para su desarrollo, y
que la democracia y la justicia social no son factores etéreos, sino
indispensables. Ejemplos de gobiernos que no son de izquierda como el de
la Canciller Ángela Merkel en Alemania, lo demuestran, al mantener una
acción más equitativa y justa en materia laboral interna e
internacionalmente apegada a los principios democráticos y de defensa de
los derechos humanos, que otros que se autoproclaman socialistas en la
propia Europa.

El pueblo chileno, con su sostenido progreso económico y social, al
igual que otras naciones como Corea del Sur, Malasia, Brasil, India,
China, Viet Nam y Taiwán, aún con problemas que resolver, han demostrado
que se puede salir del atraso y el subdesarrollo, y que culpar a los
extranjeros es sólo un pretexto para justificar la incapacidad interna.

Indudablemente los pueblos tienen responsabilidades. Algunos se dejan
abatir por la apatía y la falta de civismo, y depositan ciegamente su
confianza en demagogos, los cuales -enfermos incurables de delirios de
grandeza- los manipulan como corderos. En lugar de lamentaciones, como
señalara hace muchos años un distinguido político e intelectual cubano,
se requiere el cultivo de la virtud nacional.

Noticias/Cuba Victoria chilena (1 February 2010)
http://www.cubanet.org/CNews/y2010/feb2010/01_C_3.html

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