La Cuba postcastrista tendrá que reconstruir su identidad nacional
By JOSE AZEL
Especial para El Nuevo Herald
De una forma elemental, dos sistemas opuestos de valores están en juego. 
Uno en el que priman los derechos humanos, las libertades y la 
democracia, y otro en que la prioridad descansa en la prosperidad económica.
Estas alternativas son trascendentales, ya que el camino elegido 
cristalizará la narrativa de la Cuba postcastro y por generaciones 
venideras.
La reconstrucción de la nación cubana no puede tener lugar en medio de 
un vacío político, o dentro de un marco totalitario, y menos sin 
restaurar las libertades civiles y derechos políticos que permitan la 
práctica de la tolerancia y la sabiduría política. La Cuba postcastro 
tendrá que reconstruir, más que su economía, su identidad nacional.
Un punto de partida es reconocer plenamente que el sistema 
político-económico cubano no es reformable, como un proceso evolutivo 
darwiniano. Para ser exitoso el proceso de reforma cubano deberá ser de 
base amplia, completo y llevado a cabo rápidamente y no un programa de 
reformas graduales y tímidas.
Es necesaria una filosofía que potencie el sentimiento ciudadano para 
recuperar las energías individuales e iniciar la recuperación de la 
responsabilidad individual sobre el colectivismo asocial impuesto por el 
castrismo.
Un cambio de sistema es sobre todo un proceso auto catalítico. 
Corresponde que, aunque la ampliación del contorno político es una 
condición necesaria, los requisitos de la democracia deben tener 
prioridad y supremacía.
Para evitar un estancamiento político o el caos en Cuba después de 
Castro, hay que afirmar el resurgir de una nueva forma de percibir el 
futuro y del comportamiento ciudadano. Culturas políticas divergentes, 
como escorpiones atrapados en una botella, no pueden evitar batallar de 
manera
permanente.
Sin embargo, las culturas políticas, a diferencia de los escorpiones, no 
necesitan comprometerse en una lucha de eliminación hasta el final. 
Culturas políticas divergentes pueden coexistir en un ambiente 
democrático y participativo, siempre que todos los participantes acepten 
la vía democrática para ventilar sus hostilidades.
Para que esto suceda, el gobierno cubano de transición no puede ser una 
extensión ideológica directa del castrismo. La transición en Cuba no 
puede ser una mutación pragmática más del castrismo. Tiene que ser su 
antítesis.
Esta nueva forma de percibir el futuro debe basarse en la noción que las 
experiencias sociales tácitas de las personas facultadas para decidir 
libremente son una mejor guía para gobernar que la presunta racionalidad 
de los reyes-filósofos mesiánicos.
Por otra parte, las libertades individuales y la autonomía personal son 
esenciales para vivir plenamente. Son fundamentales para el confort 
mental que da dignidad a la existencia humana.
Para reflexionar coherentemente sobre el futuro de Cuba, es necesario 
entender que las potencialidades del país están sujetas, no sólo a 
condiciones macroeconómicas, sino a las decisiones individuales de la 
población. Es decir, que cambios económicos, no centralizados de 
antemano en libertades individuales, y el fortalecimiento de la sociedad 
a través de elecciones pluralistas, libres y justas; condenarían a la 
sociedad cubana a vivir una existencia provisional de límite desconocido.
Esta es una condición que lesiona el espíritu humano y no promueve el 
desarrollo de los valores democráticos de la sociedad. Las personas que 
no logran ver el fin de su existencia provisional llevan una existencia 
sin futuro y no pueden convertirse en ciudadanos que sostengan un estado 
democrático.
Los derechos políticos y libertades civiles no son un lujo superfluo 
para ser añadido al fin de un programa de reformas económicas. Ellos son 
la esencia misma del progreso que le otorga a una ciudadanía el poder 
para corregir errores, expresar descontento, y provocar cambios en el 
liderazgo de la nación.
La democracia requiere un modelo de relación entre el estado y sus 
ciudadanos que es radicalmente diferente del modelo de relación de un 
estado marxista-leninista y el pueblo. Como consecuencia, el comunismo 
cubano no puede ser reformado para lograr una verdadera transición 
democrática, con resultados aceptables.
Para despertar las aspiraciones --para aventurarse a soñar y a tener 
esperanza, para escapar de sus tareas diarias de Sísifo-- la sociedad 
cubana debe exorcizar la mitología de un máximo líder mesiánico y 
alcanzar otros niveles de salud mental socio-política.
Esto no puede tener lugar dentro de una burocracia kafkaiana con una 
complejidad absurda, desorientadora y amenazante. No puede tener lugar 
dentro de la continuidad de un régimen autoritario disfrazado de un 
régimen de cambio.
La nueva conversación cubana debe ser una que explique que las causas de 
la prosperidad y el desarrollo se encuentran en los principios de la 
democracia liberal y el imperio de la ley.
Esta visión de un mañana en Cuba comienza con una idea intransigente de 
la libertad. Es una visión que reconoce el tortuoso camino histórico y 
las experiencias de la Cuba colonial, republicana, comunista y sus 
legados. Pero, sobre todo, es una visión que no acepta el futuro de una 
Cuba condenada de antemano por su pasado.
Una transición exitosa en Cuba requerirá, por encima de todo, una visión 
convincente de esperanza para todos los cubanos, una irrefutable 
realización que la vida puede recuperar su sentido a pesar de sus 
aspectos trágicos. Se requiere una visualización del futuro que no 
equipare la dignidad de una sociedad con beneficios económicos.
En Cuba después de los Castro, decisiones y caminos serán tomados. 
Esperemos que sean los de la libertad individual y la autonomía personal 
para que los cubanos puedan, de nuevo y para siempre, sentirse libres.
José Azel es investigador del Institute for Cuban and Cuban-American 
Studies.
La Cuba postcastrista tendrá que reconstruir su identidad nacional - 
Séptimo Día - ElNuevoHerald.com (28 February 2010)
http://www.elnuevoherald.com/2010/02/28/v-fullstory/664513/la-cuba-postcastrista-tendra-que.html
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