Cuba tras la muerte de Zapata
La dictadura militar de Cuba --eso es lo que es, según la definicion de
cualquier diccionario-- está en una posición embarazosa tras la muerte
del preso político Orlando Zapata y la decisión de otros cuatro
disidentes en prision de dejar de ingerir alimentos para exigir la
liberación de todos los prisioneros de conciencia.
Como era previsible, Estados Unidos y casi todas las democracias
europeas condenaron al régimen cubano por la muerte de Zapata. Y como
era tambien predecible, muchos países latinoamericanos --incluyendo
algunos que proclaman ser grandes defensores de los derechos humanos,
como Argentina y México-- permenecieron en silencio, o emitieron
declaraciones que no decían nada.
Pero lo importante será ver qué impacto tendrá la muerte de Zapata en
Cuba. En el momento en que escribo estas lineas, tres días después de la
muerte de Zapata, el régimen del General Raúl Castro no había permitido
que los medios cubanos informaran sobre la muerte de Zapata, un albañil
afrocubano de 42 años que había sido encarcelado en el 2003 durante una
redada contra los opositores pacíficos.
Hay tres escenarios posibles sobre el efecto que la muerte de Zapata
podría tener en Cuba:
Primer escenario: si los nuevos presos que iniciaron una huelga de
hambre tras la muerte de Zapata continúan su protesta, habrá una
creciente presión internacional para que Cuba libere a sus más de 200
presos políticos, o para que por lo menos el país permita que el Comité
Internacional de la Cruz Roja (CICR) y la Iglesia Católica puedan
visitarlos.
Monseñor Emilio Aranguren, el obispo de Holguín, la provincia cubana en
la que Zapata estuvo en prisión, me dijo en una entrevista telefónica
que había pedido a las autoridades cubanas visitar al preso en el 2008 y
en el 2009.
Su madre es de esta diócesis, y ella fue quien me pidió que yo pudiera
encontrarme con su hijo, dijo el obispo. Yo hice la solicitud, y la
respuesta vino en una conversación con un oficial, que me dijo que las
condiciones disciplinarias que tenía Zapata no eran favorables para que
se me concediera este tipo de encuentro''.
Segundo escenario: la muerte de Zapata unificara al fragmentado
movimiento pro democracia en Cuba, porque es la primera muerte conocida
de un prisionero político en una huelga de hambre desde la muerte del
activista estudiantil Pedro Luis Boitel en 1972.
Elizardo Sánchez Santa Cruz, presidente del Comité de Derechos Humanos
de Cuba, me dijo en una entrevista telefónica que hay una gran
diferencia entre las muertes de Boitel y de Zapata.
En el primer caso, el mundo no se entero hasta meses o años más tarde,
dijo Sanchez. En el segundo caso, la muerte de Zapata fue conocida de
inmediato en todo el mundo, porque su caso era seguido por Amnistía
Internacional, Human Rights Watch y otros grupos de derechos humanos, y
--aunque censurada dentro de la isla en los medios cubanos-- estaba
empezando a filtrarse desde el exterior por radios de onda corta, explicó.
``El movimiento de derechos humanos en Cuba ha reaccionado como si fuera
una sola persona, y una sola voz, condenando la muerte de Zapata'', me
dijo Sánchez. Hay mucho descontento, y este descontento va a dar lugar a
más manifestaciones de descontento''.
Tercer escenario: la muerte de Zapata será rápidamente olvidada, como ha
ocurrido con tantas otras violaciones de los derechos humanos en Cuba.
El régimen cubano hará lo de siempre --culpar ``al imperialismo yanqui''
y a la CIA por la tragedia-- y ahí terminará la cosa.
``Lo más probable es que el aparato represivo cubano impida cualquier
protesta importante'', me dijo José Miguel Vivanco, de Human Rights
Watch. ``Para superar esta situación, necesitariamos una presión
internacional eficaz, y no la veo en ningún lado''.
Mi opinión: la muerte de Zapata no producirá manifestaciones masivas en
Cuba. A lo sumo, se le hará un poco más incomodo por unos meses a los
presidentes latinoamericanos posar sonriendo para las cámaras junto a un
dictador militar cuyas manos están manchadas de sangre, tal como lo
hicieron en la cumbre de México del 23 de febrero, o como lo hizo el
presidente de Brasil el 24 de febrero en Cuba, en el mismo momento en
que Zapata agonizaba en la carcel.
Y también le hará un poco más difícil por unos meses a España, que
actualmente preside la Unión Europea, seguir adelante con sus planes de
normalizar las relaciones europeas con Cuba, como si la isla fuera una
democracia civilizada.
No lo es. Lo menos que pueden hacer quienes creen en la democracia es
exigir clara y enérgicamente que Cuba libere a todos sus presos
políticos, lo mismo que le pedíamos en su momento a las dictaduras
militares de derecha.
Cuba tras la muerte de Zapata - Andrés Oppenheimer - ElNuevoHerald.com
(28 February 2010)
http://www.elnuevoherald.com/2010/02/28/664493/cuba-tras-la-muerte-de-zapata.html
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