El costo del asesinato de Zapata Tamayo
By CARLOS ALBERTO MONTANER
``Hoy, 25 de febrero, lo enterramos''. Lo gritaba Reyna, la madre
desesperada. La cadena SER de Cataluña la entrevistaba. Era como una
fiera herida. ``Fue un asesinato premeditado'', gemía y denunciaba. Ella
era una mujer negra y humilde, como su hijo, un simple albañil que
quería ser libre. Reyna quiso llevar a su hijo en brazos hasta el
cementerio, acompañada por unos cuantos amigos consternados, todos
demócratas de la oposición. No pudo. La policía política lo impidió.
Siempre la policía política intimidando, castigando, escarmentando a la
sociedad para que obedezca en silencio. Son los perros que cuidan al rebaño.
¡Pobres madres! Hace unas semanas había muerto en Cuba otra como ella,
pero más vieja y blanca, Gloria Amaya. Tuvo tres hijos presos. A uno de
ellos, Ariel Sigler Amaya, lo están matando por rebelde, como le sucedió
a Orlando Zapata Tamayo. Entró en la cárcel pesando 90 kilos. Hoy pesa
50 y está en una silla de ruedas. Me dice su hermano que le queda poco.
A doña Gloria, que era una ancianita frágil y diminuta, la policía
política le rompió dos costillas de una patada en el pecho. Había
protestado porque maltrataban a su hijo, preso político, y casi la matan
a ella. Desde el suelo, retorcida de dolor, siguió pidiendo por su hijo.
Y dice Raúl Castro que en Cuba no se tortura. ¡Mentiroso!
La muerte de Zapata Tamayo tiene tres consecuencias internas graves para
la dictadura de los hermanos Castro. Para los demócratas de la
oposición, dentro del país, ese sacrificio refuerza el compromiso de
lucha. Tal vez es un rasgo de nuestra cultura: la lealtad a los que
dieron la vida no se traiciona nunca. Pero la sangre de Orlando tiene
otro efecto interno. Avergüenza a los comunistas. Los desmoraliza y
debilita. Los coloca en el bando de los asesinos. Hace unos años, cuando
la policía política exterminó, ahogándolas, a 32 personas que intentaban
huir del país a bordo de un barco llamado ``13 de marzo'', la mayor
parte mujeres y niños, hubo muchos militantes que abandonaron el Partido
llenos de asco. Eso era demasiado.
Fuera del país, este nuevo crimen galvaniza a los exiliados tras una
causa justa. El día en que murió Orlando, la noticia de mayor
divulgación en Twitter fue ésa. Una ola de cólera y solidaridad recorrió
a una comunidad dispersa que, descendientes incluidos, se acerca a los
tres millones. Los periódicos del mundo entero le dieron las primeras
páginas a la triste información llegada de La Habana. Muchos telediarios
comenzaron sus transmisiones contando, consternados, lo que había
sucedido. La imagen de la dictadura cayó por los suelos estrepitosamente
y ese estruendo, claro, tuvo una honda repercusión política: se espera
que el canciller español Miguel Angel Moratinos le ponga fin a su
absurda campaña dedicada a tratar de demoler la posición común de la
Unión Europea frente a la dictadura cubana. Jamás se ha visto mayor
terquedad en la defensa de una causa innoble que la de Moratinos por
beneficiar a la tiranía de los Castro.
El aparato cubano de difamación, por supuesto, ya prepara su
contraataque. Uno de sus peones menores comenzó por decir que quienes
condenaban esta muerte horrenda vertían lágrimas de cocodrilo. Otros
dirán que Zapata Tamayo era un delincuente o un terrorista al servicio
de la CIA. Carecen del menor vestigio de decencia. Dicen cualquier cosa.
Pero la verdad inocultable es otra: como gritó, llorando, su madre
Reyna, a Orlando lo asesinaron premeditadamente por pedir libertad para
él y para su pueblo. Su ejemplo gravitará mucho tiempo en la historia de
Cuba.
CARLOS ALBERTO MONTANER: El costo del asesinato de Zapata Tamayo -
Opinión - ElNuevoHerald.com (28 February 2010)
http://www.elnuevoherald.com/2010/02/28/664516/carlos-alberto-montaner-el-costo.html
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