28 de enero de 2015

Vestida de hombre - transexualidad y machismo en la Cuba actual

Vestida de hombre: transexualidad y machismo en la Cuba actual
La película cubana "Vestido de novia" lleva más allá una temática
difícil, vista aún con tabúes dentro de la Isla
miércoles, enero 28, 2015 | Ernesto Santana Zaldívar

LA HABANA, Cuba. -Después de haber resultado Premio del Público en el
último Festival del Nuevo Cine Latinoamericano de La Habana, la película
Vestido de novia comienza a exhibirse ahora en circuitos y salas de
varias ciudades y, por el asunto que trata y aquel premio recibido, es
lógico que reciba el apoyo de la audiencia.

Naturalmente, un filme que trata sobre el cambio de sexo mediante una
operación quirúrgica y la represión y el abuso hacia los que han
decidido escoger el sexo que sienten suyo, se supone que ha de ser
interesante y loable.

Y Vestido de novia lo es, sobre todo sabiéndola ópera prima, el primer
largometraje de ficción de Marilyn Solaya, directora con experiencia
cinematográfica no solo porque actuó como la novia de David en Fresa y
chocolate, sino sobre todo porque dirigió el documental En el cuerpo
equivocado (2010), que contó con un buen equipo de realización y, tras
siete años de investigación, nos acercó a la vida de Mavi Susel, un
transexual que recibió cambio de sexo en 1988 y, ya como mujer, contrajo
matrimonio en 1991.

Al final de Vestido de novia, leemos que la película está inspirada en
hechos reales, y eso se reafirma con la presencia de la misma Mavi Susel
en el reparto de actores (la enfermera en la consulta de obstetricia) y
con su nombre encabezando la larga lista de agradecimientos especiales,
donde aparece también, y previsiblemente, Mariela Castro. Pero, como
siempre sucede, que el filme haya partido de hechos reales a la hora de
contar su historia no significa más que una curiosidad anecdótica, pues
la verosimilitud de lo que aparece en pantalla depende más de la
habilidad narrativa que de similares acontecimientos de la realidad.

Y el guion, también de Solaya, buscando verosimilitud, a veces la
rehúye. Estamos ante la típica situación del matrimonio normal donde el
pasado irrumpe y lo cambia todo. Pero la premisa de la película —que
Rosa nunca le confiesa a Ernesto la verdad— no está bien encajada. Esa
Rosa que nos da Laura de la Uz, y que se supone que sea la que buscaba
la directora, no es suficiente para un engaño así.

Estamos en el poblado habanero de Casablanca, en 1994, cuando el
"período especial en tiempo de paz" toca fondo. Apagones continuos,
carencia de todo. Ernesto (Luis Alberto García) es un incorruptible
ingeniero en la construcción de una cadena de hoteles, dispuesto a
cumplir su compromiso de trabajo con Fidel Castro; su reciente esposa,
Rosa Elena, es una auxiliar de enfermería y ambos viven en armonía a
pesar de la situación del país y de que el padre de ella es inválido.

En medio de esta realidad tan confusa, donde nada es lo que parece ser,
la violencia resulta un muelle demasiado apretado que asoma a veces y
promete saltar en cualquier momento, pero aun así es difícil ver en Rosa
a alguien que fue hombre, ni siquiera cuando se disfraza de tal, y más
difícil entender por qué le dice a su marido que está embarazada o cómo
se envalentona cuando va a reclamarle a Lázaro y rompe el vidrio de una
ventana. La violación de Rosa por Roberto, amigo de Ernesto que lo
traiciona, roza la caricatura, y ese Ernesto decidido —y alentado por su
falso amigo— a matar a Rosa, no se salva ni siquiera porque terminan
reconciliándose, lo que da lugar a una absurda oscilación de la
protagonista del me voy con él al no me voy contigo para el campo y, por
fin, al final, Ernesto descubre que Rosa canta vestida de hombre en un
grupo vocal masculino.

Hay otros ingredientes defectuosos en la historia, como Lázaro, gerente
truhán, ex amante de Rosa cuando era hombre, que aprovecha que Ernesto
no sabe la verdad para sacarlo del camino y seguir robando, interpretado
por un Jorge Perugorría sin matices, y llama la atención la tendencia
del relato a caer en las repeticiones, los énfasis y el derroche: los
rostros magullados y con manchas de sangre, las mentiras verbales de
Rosa a Ernesto, la compulsión traicionera de Roberto.

Salvando las distancias, hay que anotar que, como Fresa y chocolate, a
la que tanto hace referencia, esta película critica un pasado de varios
lustros, no el presente, que se supone mejor de una manera muy vaga. En
este caso, Vestido de novia va directo al demagógico currículo de
Mariela Castro, ángel de una pretendida, y ejemplar en su segregación
política, revolución sexual. Comprometiéndose con el CENESEX, la
película busca su agrado, le hace un agradecimiento al final, aunque se
anota en especial a Mariela Castro, y en uno de los diálogos Rosa, muy
visionaria porque sí, augura que en el futuro habrá más tolerancia con
los de sexualidad diferente. De hecho, en su frase "Yo sé que esto va a
cambiar", quién sabe hasta dónde llega ese "esto".

Se le llama cine sumergido a la producción fílmica lograda
mayoritariamente al margen del Estado y que interpela a la
cinematografía institucional, pero se ha reconocido que incluso
películas del ICAIC como José Martí, el ojo del canario o Conducta
desbordan o evaden hasta cierto punto los cánones oficialistas,
acercándose a la pluralidad del cine independiente. No sería errado
aventurar que Vestido de novia persigue una intuición parecida, una
amplitud de horizonte más acorde con los nuevos tiempos, y para ello se
sumerge en el amplio caudal de la temática gay que, en estos años,
pretende adelantar la "desmachificación" de la sociedad cubana.

El propio título ya dice mucho, pues está tomado de un representativo
poema de Norge Espinosa, a quien también se agradece en el filme y cuyo
nombre se muestra, al pasar, en un cartel sobre la poesía joven de los
80. Para terminar arriba, el tema de X Alfonso que abre los créditos,
Interrogante, advierte que la resignación "no es la solución para acabar
con los problemas que te imponen los sistemas" al punto de no "volver a
creer en sus promesas".

Marilyn Solaya, promesa ella misma, apostando por temas fuertes, ha
traído su pasión al cine cubano actual, una pasión humana y una
sensibilidad que ojalá la ayuden a abrirse y hacer camino en nuestra
cinematografía por venir.

Source: Vestida de hombre: transexualidad y machismo en la Cuba actual |
Cubanet -
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