27 de enero de 2015

Diabético en Cuba, castigo doble

Diabético en Cuba, castigo doble
Mi amiga Luisa es diabética "de las malas". Hay varios culpables de su
enfermedad. El primero es su metabolismo, el segundo es su caótica
dieta, el tercero es su condición de ciudadana de a pie en Cuba
martes, enero 27, 2015 | Iris Lourdes Gómez García

LA HABANA, Cuba. -Mi amiga Luisa es diabética "de las malas". Antes de
cada comida debe inyectarse 10 unidades de insulina rápida, y antes de
dormir, 26 unidades de la lenta.

Hay varios culpables de su enfermedad. El primero es su metabolismo,
pues el páncreas no debe estar nada bien. El segundo es su falta de
entendimiento para con su enfermedad, pues se alimenta de manera
incorrecta. El tercero es su condición de ciudadana de a pie en Cuba.

En nuestro país, a los diabéticos les dan —mientras dure, pues han
hablado de quitarla— una "dieta especial" que consiste en permitirles
comprar cada mes, por la libreta de racionamiento, un paquete de leche
descremada, un poco de pollo que incluye carapacho, pellejo y grasa del
animal, y unas escasas viandas que llegan tarde, mal y nunca. Todo esto
lo cobran barato, es decir, acorde al salario o el retiro de los cubanos.

La cosa es que, en estos momentos, a Luisa los niveles de glucosa le
están subiendo a 20, cuando lo normal son 7. Ella ya ha tomado
conciencia de lo mal que se alimenta y quiere comer sano. Ahí es donde
entra a jugarle una mala pasada su condición de cubana.

Primero, para endulzar los jugos no puede comprar edulcorante, pues los
pomitos en la farmacia internacional cuestan más de cuatro dólares, y su
retiro equivale a doce mensuales. Tampoco puede comprar refrescos
dietéticos porque además de ser demasiado caros para una persona
jubilada, nunca los hay. Ni refresco ni ninguna otra cosa dietética.

Para alimentarse no puede comer un pescado a la plancha; en su lugar
tiene que tratar de sacarle la grasa a los picadillos "enriquecidos",
"extendidos" o elaborados con "masa de chorizo" que venden en pesos
cubanos. Ha dejado de consumir "croquetas de pescado" —que son la opción
más barata después del huevo—, pues sospecha que además de contener
mucha harina y absorber mucha grasa al freírse, en su composición no
entra nada que provenga del mar.

Cuando va por la calle a punto de desmayarse y se acerca a una cafetería
particular, lo único que encuentra es pan en distintas variantes con
refrescos muy endulzados en sus diferentes opciones. Lo mismo sucede con
las cafeterías del Estado —los llamados Rápidos—, donde sólo se
encuentran panes, pizzas, dulces, refrescos, maltas, galleticas, en fin,
todo lo necesario para inducir un coma diabético al que padezca de esta
enfermedad.


Desabastecido agromercado

Las frutas no están al alcance de su bolsillo; además, casi siempre
vienen maduradas con un líquido que parece ser cancerígeno y por sí o
por no prefiere no consumirlas. Los vegetales tampoco los puede pagar.
La cebolla —por sólo mencionar uno— llegó a estar a casi dos dólares la
libra.

Por si fuera poco, su diabetes —como casi siempre ocurre— viene
acompañada de hipertensión, colesterol elevado y neuropatía. Además de
la insulina, para la primera le permiten comprar cada mes, a precios
módicos, un pomo de alcohol, un paquete de algodón y cinco jeringuillas
desechables. Cada una de estas últimas debe usarla una semana. Todos
estos artículos los compra cuando hay, antes que se acaben. Por suerte,
la insulina nunca falta.

También puede adquirir cajitas de bio sensores o tiritas del glucómetro.
Las que le corresponden —que le alcanzan para un par de veces al día—
cuestan el equivalente de 1.50 dólares mensuales. Como tiene que
inyectarse cuatro veces al día, tiene que usar más. Por suerte, ella
consigue con sus amistades el doble de las que le tocan.

Para la neuropatía, compra mensualmente un dólar de polivitaminas y dos
de Gabapentina. Cuatro veces al año se inyecta Complejo B. Cada curso de
este último medicamento le costaba "por fuera" seis dólares, pero en
estos momentos no se está produciendo en Cuba, y en la farmacia
internacional es donde único se encuentra al "módico precio" de 13
dólares el bulbo.

Para la hipertensión tiene un tratamiento con Metildopa, y para el
colesterol le han mandado a tomar Atorbastatina que le cuesta otros dos
dólares por mes. También compra una vez al año un pomo de Omega3 que
traen del extranjero y se vende en el portal de ventas Revolico a 12
dólares. Al mismo tiempo adquiere y usa analgésicos para los dolores y
antihistamínicos para las alergias. Todo esto tratando de afrontarlo con
su retiro —bastante alto para Cuba— de doce dólares mensuales. Por más
balances que hace, "la cuenta no da". Por suerte ella tiene "fe"
(familia en el exterior) y no se han olvidado de ella y la ayudan un poco.

La han invitado dos veces a visitar Brasil y allí se ha quedado fría con
la variedad de frutas y vegetales baratos que ha visto. Durante su
visita se le ha estabilizado el azúcar y ha vuelto sin ningún dolor.

Los amigos le aconsejan que emigre, le dicen que en Cuba su caso de
salud no tiene solución. Ella siempre responde que a sus 68 años está
muy vieja para empezar una nueva vida y que se conforma con la que le
tocó. "En definitiva", dice, "en otro país no sé cómo será, por lo menos
aquí en Cuba la medicina es gratuita".

Source: Diabético en Cuba, castigo doble | Cubanet -
http://www.cubanet.org/actualidad/actualidad-destacados/diabetico-en-cuba-castigo-doble/

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