9 de enero de 2012

Democracia y capitalismo en Cuba

Publicado el lunes, 01.09.12

Democracia y capitalismo en Cuba
Alejandro Armengol

Por décadas en el exilio cubano de Miami se ha mantenido el credo de que
llevar la libertad a Cuba pasa por la reinstauración de un sistema
político dominado por el mercado. No es cierto. Capitalismo y democracia
no son sinónimos. Pueden coincidir, pero no necesariamente. Se puede
aspirar a que en la isla exista un Estado de derecho, el respeto
absoluto a los derechos humanos, la propiedad privada y la libre
empresa, sin que ello implique añorar una vuelta al pasado y apoyar la
ilusión de convertir a La Habana en una copia de Miami.

De hecho, cada vez cobra mayor fuerza la evidencia de que el proceso de
´´actualización´´ que lleva a cabo el gobierno de Raúl Castro está muy
cerca de una vuelta al capitalismo con cortapisas ¯en sus aspectos más
superficiales y despiadados¯ y en nada interesado en el menor cambio en
lo que respecta a las libertades ciudadanas.

Los fanáticos del neoliberalismo, que suelen confundir la falta de
regulaciones y controles del mercado con la libertad política, deben
leer una reseña de varios libros, que tratan sobre la supuesta
decadencia mundial de Estados Unidos, realizada por Ian Buruma en el
número del 21 de abril de 2008 en The New Yorker.

Buruma hace referencia a The Return of History and the End of Dreams, el
libro de Robert Kagan, el ideólogo neoconservador de mayor talento en
Estados Unidos. Dice Buruma que Kagan hace una buena observación al
señalar lo que pasan por alto quienes creen que con sólo las bendiciones
combinadas del comercio, capitalismo y propiedad creciente se llega
inexorablemente a una democracia liberal.De acuerdo a Buruma, lo que se
subestima es el atractivo internacional de la autocracia. La Unión
Soviética, después del impulso inicial que recibió la industrialización
fue un modelo de fracaso económico. Pero la China actual, hasta el
momento, no lo es. Como dice Kagan, ''gracias a décadas de destacado
crecimiento económico, los chinos pueden argumentar hoy que su modelo de
desarrollo económico, que combina una economía cada vez más abierta con
un sistema político cerrado, puede resultar exitoso para el desarrollo
de muchas naciones''.

Un sistema similar al chino o al vietnamita, con las variantes
tropicales al uso, es lo que debe estar en la mente en más de un
tecnócrata o funcionario cubano. No es siquiera que el ideal de Raúl
Castro sea la ¯puesta en práctica de ese modelo. Si algo se desprende de
la realidad cubana actual, las declaraciones del jefe de Estado y los
avances y retrocesos que han traído lo que la prensa extranjera llama
´´reformas´´ y la oficial de la isla denomina ´´actualización´´, es la
existencia de un conjunto de medidas de supervivencia para navegar en el
caos sin que se produzca un estallido social. Hasta ahora ¯hay que
señalarlo¯ lo han logrado como si fueran los dueños absoluto del tiempo.
No hay mérito en ello si se recuerda el ejemplo más de moda en estos
momento, Corea del Norte, pero la casta militar cubana ha dado muestras
de desempeñar con efectividad un rol productivo y no limitarse al
poderío parásito de los militares norcoreanos.

Aquí vendría entonces la pregunta de hasta dónde está el exilio de Miami
preparado para lidiar con ese grupo de funcionarios y militares que
están establecidos ¯y seguramente serán reafirmados a finales de este
mes¯ como los herederos del poder en Cuba. Ante todo hay que señalar
algunas verdades, dolorosas para algunos aquí en Miami. Más allá de los
méritos cívicos y el valor de sus integrantes, el movimiento disidente
es un buen indicador del control absoluto del gobierno sobre la
ciudadanía del país: hasta el momento, la disidencia ha demostrado su
incapacidad como vía alternativa para el cambio de régimen, en tanto que
se ha constituido en un formidable instrumento de denuncia. Tampoco
llegan lejos ¯nunca lo han logrado¯ quienes desde el exilio llevan a
cabo una labor de cabildeo dentro del gobierno y en el Congreso en
Washington para conseguir que el gobierno de este país asuma una actitud
realmente agresiva frente al régimen de La Habana, con el objetivo de
transformar la situación actual. A estas alturas debe quedar claro que
las bases para un vínculo económico, entre el exilio y los residentes en
la isla, que sobrepase el simple envío de remesas están establecidas y
solo espera una mayor flexibilidad en ambas costas del estrecho de la
Florida. A todo lo anterior se añade que la visión de que Cuba está
gobernada por una gerontocracia es incompleta, y que quien piense¯en
parte por pereza, por culpa de los corresponsales internacionales que no
hacen bien su trabajo y hasta por desconocimiento de nombres y caras¯
que los mandos del régimen se limitan a un puñado de ancianos, y que
todo se reduce a un problema de edad, lo más probable es que muera en la
espera de una solución biológica.

Si, salvo que se produzca un estallido social incontrolable, el destino
cubano más probable es un cambio generacional, que ampliará la vía
capitalista pero mantendrá reducidas o controladas las libertades
públicas, la ecuación capitalismo y democracia salta en pedazos. Uno de
los resultados ¯quizá el menos lamentable¯será dejar sin trabajo ¯sin
palabra es mucho más difícil¯ a esos neoliberales que desde Miami
proclaman a la libertad absoluta del mercado como la panacea que traerá
la democracia a Cuba.

http://www.elnuevoherald.com/2012/01/09/1097871/alejandro-armengol-democracia.html

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