Rogelio Fabio Hurtado
Marianao, La Habana (PD) Como ya se ha vuelto habitual, en la última
sesión de la Asamblea Nacional, Marino Murilo disertó sin interrupciones
ni aplausos a propósito de su especialidad: la aplicación de los
Lineamientos, sus etapas y sus ritmos.
Lee rápidamente un extenso informe, redactado con relativa claridad,
como para facilitar su comprensión más allá de los especialistas, a
quienes da la impresión de no apreciar demasiado.
De más está decir que se ha metido en una camisa de más de once varas al
encargarse de coordinar la peculiar reforma, sin lastimar al máximo
responsable del calamitoso estado de cosas presente. Cuando se refiere,
por ejemplo, al enredillo de los viejos decretos-leyes, se ocupa de
aclarar que se conservará lo esencial de estos, aunque no precisa nada
detalladamente. Al parecer, la ilimitada extensión de sus tareas lo
excusa de esto.
Constantemente afirma que sólo están comenzando los cambios y que será
imposible hacerlos de la noche a la mañana. Veo en esto una evidencia de
que el espíritu de la renovación es la prudencia, al revés de lo
sucedido durante la etapa revolucionaria inspirada por el hermano mayor,
cuando la improvisación emergente y la premura eran el sello distintivo.
Entonces, el interés principal era destruir lo más pronto posible el
orden vigente. Ahora quieren conservar a toda costa el poder político,
el mismo poder que han dilapidado a lo largo de décadas.
Confirmada la ruina del megaproyecto, han optado por un capitalismo
bonsái, cuyas riendas mantienen aferradas, a cuyos protagonistas
empiezan a exprimirlos por todas las vías imaginables, incluida la de
hacerles pagar las cuotas de un sindicato que nunca les servirá de nada.
El Estado hace dejación de la administración de todos los pequeños
sectores que no le reportan sino pérdidas para obtener a cambio
cantidades incalculables de dinero limpio sin inversión alguna por su parte.
Se anuncia a toda plana que los técnicos y otros humildes oficios
pasarán a la modalidad del cuentapropismo, pero ni una palabra respecto
al mercado mayorista, donde estos podrán adquirir materiales y
herramientas para su trabajo.
Da la impresión de que empezamos a reconstruir el feudalismo, con los
ilustres hijos de Birán como los señores del castillo, a quienes la
nueva burguesía plebeya debe obediencia y pleitesía.
Quienes ya teníamos uso de razón en 1968, sabemos que entonces a esos
negocios se les llamó chinchales y a sus dueños, explotadores del pueblo
trabajador. El Estado socialista todo poderoso garantizaría esos
servicios a bajo costo. El hombre nuevo no participaría jamás en esos
trapicheos indignos. Aquí no íbamos a levantarle un altar al Dios
Dinero: ahora le abren una ONAT en cada municipio.
Respecto a Marino Murillo, no es el primer hombre-orquesta que contratan
los dueños de la finca. En los 60, estrenó el rol el difunto José
LLanusa Gobel, quien desempeñó simultáneamente los cargos de ministro de
Educación, director del INDER y del INIT, además, sus madrugadas libres
las consagraba a la política, como primer secretario del PCC en la
capital. Cuando los Diez Millones no fueron, le tocó perderse en la
oscuridad por muchos años. Sólo al final de su vida, enflaquecido y
encanecido, permitieron que se le recordara como primer presidente del
INDER. Más cercano a la actualidad, tenemos el caso del Dr. Carlos Lage,
a quien se le consideraba el Zar de la economía durante los duros años
del Periodo Especial. Demasiado intelectual y demasiado civil para gozar
del favor del general heredero, no sólo ha sido sepultado sino también
víctima de una campaña de descrédito ante los trabajadores, quienes le
atribuyen culpas ajenas.
Mírese en estos espejos el flamante súper ministro y procure ir haciendo
sus ahorritos disimuladamente, pues es costumbre de los nobles señores
de Birán echar por la borda a sus timoneles cuando arrecia el temporal.
Sobre todo, mucho cuidado con sorber las envenenadas mieles del poder.
Por lo demás, ojalá que la suerte lo acompañe.
http://primaveradigital.org/primavera/politica/54-politica/3082-pobre-super-ministro
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