Luis Cino Álvarez
Arroyo Naranjo, La Habana (PD) A juzgar por la lentitud chapucera y
temerosa de los mandarines verde olivo, estoy seguro de que la llamada
"actualización del modelo económico" no conseguirá ni remotamente el
progreso económico sin libertad que han alcanzado China y Vietnam con
sus reformas proto-capitalistas. Aquí, con tantos corruptos y tanto
retranquero del inmovilismo, no tendremos ni lo uno ni lo otro.
Y no me oculto para decir que me alegra mucho que los mandamases no se
puedan salir con la suya. No me seduce para nada el capitalismo de
timbiriches y el sálvese el que pueda. Allá quien se conforme con las
vendutas y los puestos llenos de viandas y verduras para quien pueda
pagarlos y los decretos ley con más trampas que beneficios. No me
conformo con ninguna otra cosa que no sea la libertad. Aunque tenga que
comer soga. O apretármela al cuello, cuando no pueda más.
Que no se lamenten luego los ilusos que se empeñan en creer los cuentos
chinos de que las reformas económicas necesariamente dan lugar al
advenimiento de las libertades políticas. ¿Nos olvidamos ya de que el
estalinismo siguió a la Nueva Política Económica de Lenin (conocida como
NEP)?
¿Para qué engañarnos y pretender ver reformas estructurales donde sólo
hay trucos de supervivencia e ilusionismo para incautos? Sólo la
necesidad más perentoria es la que empuja a los mandantes a cambiar lo
poco que cambian. Hacen concesiones que no implican ceder demasiado
espacio. Después de todo, los mandarines, sin otro plan estratégico a la
vista que aferrarse al poder a como dé lugar, advirtieron bien claro que
para nada se trataba de reformas. De ahí que sacaran de la gorra otro de
sus eufemismos: la dichosa "actualización".
Sólo a tontos y egoístas de vista corta puede satisfacer la restauración
capitalista, sin capital, a paso de tortuga, por el camino más tortuoso
y sin derecho a nada, a la que nos arrastran los generales y los
tecnócratas. Ni siquiera llegaremos, con timbiriches y todo, al punto en
que estábamos en marzo de 1968. Y aquel no fue precisamente un tiempo
ideal. Y eso que entonces estaban los subsidios que ahora nos retiran
con gesto avaro y regañón.
Ni siquiera la sobreprotección de Papá Estado nos merecíamos. Sólo la
vigilancia y las prohibiciones. Ahora, mantienen la primera y aflojan un
poco las segundas, a ver si nos acomodamos como se pueda – y como
permitan los CUC –, cerramos el pico, dejamos las majaderías, nos
reconciliamos con el régimen y le permitimos un aterrizaje suave.
¿Y el socialismo? Ahora lo ves, y luego no. Sólo hay que voltear el
cuello y mirar dos veces, por si no lo vuelves a ver más. Si es que
acaso hubo socialismo. De cualquier modo, no se echará demasiado de
menos, porque siguen las frases del Comandante en la TV y en el
periódico Granma y el único partido es el PCC, que hasta parece una
sigla soviética. Tanto como la planificación centralizada, de la que
todavía hablan en el Politburó, pero para dirigir el mercadito
socialista, tan pelado como los agro-mercados estatales. Total, lo que
realmente importa es que el socialismo siga en los discursos, para
asegurarnos que los logros sociales no se perderán. Resistan, aguanten –
nos dicen –, que algo quedará. Y hasta habrá quien se haga ilusiones y
aplauda. Como nos convencieron de que el capitalismo es tan malo...
No hay comentarios:
Publicar un comentario