Lunes, Enero 9, 2012 | Por Miguel Saludes
MIAMI, Florida, www.cubanet.org -El año 2011 terminó en Cuba sin que se
cumplieran las expectativas de una reforma migratoria que muchos
esperaban con ansiedad. Las especulaciones levantadas en torno a esa
posibilidad y las esperanzas creadas sobre una apertura de puertas en
doble sentido para todos los cubanos, los que viven en la Isla y fuera
de ella, quedaron frustradas al concluir las sesiones parlamentarias en
diciembre. La reunión de cierre dejó entrever que los cambios siguen en
la agenda pero de producirse serían implementados de manera paulatina en
un futuro sin concretar.
Explicar las razones para mantener con vida el aparente sin sentido que
pone límites inexcusables a quienes desean viajar al extranjero
imponiendo el permiso de la conocida carta blanca es un ejercicio
hipotético fundamentado en la intuición y la experiencia vivida. Lo
mismo ocurre con el reverso de la moneda en lo tocante a las entradas,
cuestión que parece relegada a un plano menos imperativo que el asunto
de las salidas.
Aunque deseable es improbable que las autoridades cubanas quiten las
restricciones vigentes que ponen coto a las intenciones de quienes
desean salir sin más documentación que los pasaportes y visados
extendidos en consulados de los países donde se aspira a viajar. La
posibilidad de que miles de ciudadanos con alta calificación salgan de
manera expedita sin impedimentos oficiales sigue pesando a la hora de
tomar la determinación. Es el caso, por poner un ejemplo, de aquellos
relacionados con la salud pública para los que todavía existen trabas
que impiden o alargan la posibilidad de emigrar. O visitar el exterior.
Dejar sin efecto las aquiescencias migratorias a unos y mantenerlas a
otros considerados de interés, supondría una oleada de protestas y
denuncias en la isla con repercusiones a nivel internacional. Puesto a
escoger, el régimen prefirió dejar en suspenso la solución sin dejar de
abonar el terreno esperanzador de la reforma progresiva. Aunque la
noticia afectó a quienes tienen que conformarse con la espera del
indulto concedido en los términos estipulados y que puede alcanzar cinco
años, no era de extrañar.
En cuanto a las entradas es todavía un problema más complejo en el que
no muchos insisten porque parece que es absurdo que alguien quiera
regresar a Cuba en las actuales condiciones. No obstante existen
personas que lo desearían. Uno de ellas, el activista por derechos
humanos Adrián Leyva Pérez, pagó con su vida por refrendar ese derecho.
Un tema complejo sobre el que se ha indagado poco.
Por su parte el gobierno cubano no desaprovecha foro para quejarse de la
Ley de Ajuste Cubano que otorga posibilidades de residencia pronta a los
cubanos que llegan por cualquier medio a Estados Unidos. Desde La
Habana han calificado la medida como una fórmula criminal que privilegia
a los cubanos y les estimula a abandonar su tierra.
La ley de Ajuste cubano tuvo como principal motivador la realidad
confrontada por aquellos que escapaban de una realidad que no aceptaban
y que no les dejaba espacio. Otros salían hacia un exilio forzado por la
coyuntura política. A la persecución y el acoso del sistema contra sus
detractores se sumaban penosas y largas prisiones o la amenaza a
padecerlas. La aplicación de la receta "salidas definitivas" dejaba a
los que se iban sin un amparo legal en su patria de origen. La última
condena que les reservaba el totalitarismo era una existencia de parias
en el mundo. Era el mismo destino que esperaban se cumpliera para los se
iban de manera furtiva o no regresaban al cumplirse el tiempo
reglamentario durante una visita o a través de la mal llamada "deserción".
Contradictoriamente el gobierno cubano puede dar el paso que provoque el
cese de esa medida y este consiste en abrir todas las posibilidades, en
este caso las del regreso también, a los ciudadanos que salen de su
patria sin que por ello se les quite propiedades y derechos, incluidos
el de regresar cuando así lo estimen pertinente sin tener que pedir
autorización para ello.
Claro que eliminar las restricciones de entrada sea para los que desean
hacer una visita temporal o para los que prefieren regresar tiene
numerosas implicaciones en un sistema de controles donde la persona
tiene sus libertades individuales a merced del Estado. Eliminar las
restricciones significaría un reto enorme para un tipo de régimen que
aprovecha el estatus a que tiene sometido a sus emigrantes como una
espada lista a caer sobre ellos. Una situación similar a la ocurrida
con la emigrada cubana Leonila Hernández sería difícil de armar y
sostener en condiciones diferentes migratorias a las que imperan hasta
el momento.
El desmontaje de la estructura que ayuda a mantener el miedo, la amenaza
y el chantaje que pesa sobre los que quieren irse y los que desean
seguir entrando, es poco probable que se produzca en fechas inmediatas.
Mucho menos si el mecanismo insufla la llama que sustenta con su calor
medidas como la ley de Ajuste, que la final rinde también sus beneficios
a la parte de la Isla. Uno de ellos es mantener el freno sobre cientos
de deportaciones actualmente pendientes a un cambio y que se producirían
de cesar las razones que hasta ahora las impiden por cuestiones
regulatorias o morales. Motivos más que suficiente como para que la
parte cubana demore el mayor tiempo posible la solución viable de
eliminar todas las barreras que obstaculizan en ambos sentidos la libre
circulación de sus ciudadanos.
http://www.cubanet.org/opiniones/%c2%bfpor-que-la-morosidad-de-la-reforma-migratoria-en-cuba/
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