3 de enero de 2012

Calentón.net

Internet

Calentón.net

En un país donde los internautas apenas contaminan, es reconfortante que
un especialista tenga el altruismo de preocuparse por los
cibercontaminantes planetarios

Luis Manuel García Méndez, Madrid | 03/01/2012

El pasado 19 de octubre apareció en el diario Juventud Rebelde un
artículo, cuando menos, original: "Internet 'calienta' el mundo",
escrito por Mario Alberto Arrastía Ávila, especialista de Cubaenergía.

El autor nos descubre que si bien Internet ha traído ciertos beneficios,
hacer una búsqueda en Google, entrar en Facebook o ver un video en
YouTube consume electricidad y emite "gases que contribuyen al
calentamiento global".

Anota que entre 2000 y 2010 el tráfico en Internet creció 200 veces, y
pormenoriza millones de emails por segundo, cuentas diarias de Twiter y
3.000 millones de usuarios en 2015 con un tráfico de 966 exabytes, según
Cisco.

El autor afirma que "como la electricidad que usan nuestras computadoras
y el centro de datos no se genera cerca de nosotros, no podemos ver la
contaminación atmosférica creada y es difícil que nos inquiete saber
cuánta energía se usa y en qué medida contribuye Internet a ensuciar la
atmósfera y calentar el mundo". (Tampoco queda más cerca la
termoeléctrica cuando encendemos la luz o el ventilador, pero en lo de
la distancia tiene toda la razón). Y nos alerta de que las
telecomunicaciones globales ya ocupan el quinto lugar por su consumo de
energía, detrás de Estados Unidos, China, Rusia y Japón. Añade que
Amazon, Google, Microsoft, Apple, IBM o Facebook "consumen gran cantidad
de electricidad producida a partir de carbón mineral". Un dato
sorprendente: ¿cómo ha averiguado el articulista el origen exacto de la
electricidad en redes nacionales entrelazadas que normalmente proviene
de hidro y termoeléctricas, nucleares y plantas de energías renovables?
¿Trae la electricidad producida con carbón alguna boronilla que permita
distinguirla? En cualquier caso, me fijaré a ver si detecto
luminiscencia radioactiva, si gotea crudo o si sale del tomacorriente un
vientecillo de generador eólico.

El articulista comenta alarmado que los centros de datos en Estados
Unidos consumen el 2 % de la energía del país. Y en el planeta es el 1,3
%, equivalente a la energía producida por todos los aerogeneradores del
mundo. Greenpeace estima que el consumo de electricidad de los centros
de datos crecerá en un 200 % para 2020 (1.430 millones de toneladas de
CO2 emitidas). Aunque los especialistas de Pike Research predicen una
reducción del 31 % para la misma fecha.

Anota que con el consumo de la infraestructura técnica de Google se
alimentaría a 200.000 viviendas norteamericanas (¿cuántas viviendas
cubanas? ¿Alguien lo sabe?) para gestionar cada día mil millones de
búsquedas que seguramente serían más ahorrativas si los clientes se
desplazaran a la biblioteca. Que los usuarios de YouTube emiten unas
6.000 toneladas diarias de GEI y que cada clic en Google requiere de
0,003 kWh, lo que provoca la emisión de 0,2 gramos de dióxido de
carbono. Confieso que mi próximo clic será dubitativo.

En un país donde los internautas apenas contaminan, es reconfortante que
un especialista tenga el altruismo de preocuparse por los
cibercontaminantes planetarios. Aunque no es raro si tomamos en cuenta
que Cuba es el país más ecológico del mundo.

En primer lugar, la contaminación industrial es ínfima. No sé si el país
cumple con los protocolos de Kyoto, pero la cosa ha mejorado mucho desde
que los protocolos de Moscú la abandonaron. Y las industrias, y los
ómnibus húngaros Ikarus, cuyos humos se observaban a tres paradas de
distancia. Muchos carros americanos y Ladas han muerto de muerte natural
y la clase dirigente, dispuesta a salvar el planeta, se ha resignado a
los Toyota y los Mercedes Benz que cumplen la normativa europea de
emisiones.

La casi abolición de la industria azucarera fue otro aporte de la Isla a
la capa de ozono, y los grupos electrógenos no duraron lo suficiente
para agrandar el agujero.

Hablando de gases, se ha comprobado que el mayor emisor de metano a la
atmósfera es el culo de las vacas. Ante la imposibilidad de conseguir
por ingeniería genética vacas sin culo, se optó por la extinción de la
especie. Gracias a ello, no se necesita desarbolar grandes extensiones
para pastizales (como en los 60), y el ecosistema del marabú (esa planta
exótica pero que ya sentimos como nuestra) se mantiene intacto.

La frugal alimentación de los ciudadanos también genera menos
deyecciones y éstas son más vegetarianas, lo que, según Greenpeace, es
más asimilable por el paisaje.

La contaminación acústica es una asignatura pendiente (y qué clase de
contaminación), pero la lumínica, que tanto molesta a los astrónomos,
está casi resuelta. En algunas zonas de Párraga y Caimito del Guayabal
el panorama del cielo es tan diáfano como en el observatorio del Teide.
Mira que mandar el Hubble al espacio exterior cuando pudieron colocarlo
en Coco Solo. Y eso tiene una ventaja colateral. Cuando pasan de noche
sobre la Isla, los satélites espías se dan una perdía del carajo. En el
triángulo de las Bermudas hay más luces que en La Habana.

Lejos del consumismo occidental, la conciencia ecológica impulsa en Cuba
una cultura del reciclaje que debe estar entre las más decididas del
planeta: se reciclan las bolsitas desechables, las botellas plásticas y
las laticas; el Frigidaire con el motor quemado se convierte en armario
y la plancha sin asa, en tostadora. Nada se desecha, ni siquiera los
dirigentes del Partido, que llevan medio siglo reciclándose de
ministerio en ministerio.

El país también ha evitado los excesos del urbanismo salvaje que llena
el paisaje de rascacielos e invade el hábitat del tomeguín y del
sinsonte. En Cuba el crecimiento urbanístico es interior: barbacoas,
mamparas, cuatro generaciones en quince metros cuadrados. (Por cierto,
el articulista también pertenece a Cubasolar, aunque no sé si eso tendrá
relación con el urbanismo). Cuando se llena la barbacoa y la familia
empieza a disponer turnos rotativos para dormir, los más jóvenes tienen
la delicadeza de ceder sitio a sus mayores e irse. Me refiero a irse. Lo
que ha contribuido a la preservación de los ecosistemas marinos. Frente
a los océanos sobreexplotados de por ahí, las aguas territoriales
cubanas han presenciado un raro ejercicio de reciprocidad: los cubanos
se comen tantos peces, como los peces, cubanos.

Y eso nos lleva al comercio exterior de productos ecológicos. El primer
rubro de exportación son los cubanos, un sector en que la Isla es líder
mundial. Se ha comprobado que los dos millones de unidades exportadas
son cien por cien naturales, sin conservantes ni colorantes. Una
ganadería sostenible que no genera gastos de transporte y que rinde
beneficios durante muchos años. La mala costumbre de los condones
soviéticos de convertirse en chalecos salvavidas ocasionó un baby boom
en los 60, sobre todo después que la vida nocturna se redujo a la
televisión nacional. Ahora la producción ha disminuido, pero aun así se
mantienen e incluso se incrementan las exportaciones.

La integridad del autor le obliga a reconocer que "la investigación y
redacción de este artículo (…) provocó la emisión de unos siete
kilogramos de CO2". Algo que podría evitar mediante la distribución
telepática, el mismo método que emplean los mandatarios cubanos: una
discreta consulta popular mediante referendos telepáticos antes de tomar
decisiones que afectarán a todos los ciudadanos de la Isla.

La conclusión de Mario Alberto Arrastía Ávila es que por todo eso,
"Internet debe usarse responsablemente". Y es lo único que no comprendo.
¿Qué quiere decir responsablemente? ¿Enviar emails modelo SMS para
ahorrar energía? ¿Felicitar a la familia una vez al año por navidades,
cumpleaños y santos, todo junto? ¿Buscar en Google solo aquello que no
encontremos en la Biblioteca Nacional? ¿No leer periódicos extranjeros
que, al venir desde tan lejos, pueden recargar la red? ¿Medir bien cada
clic como si los dieran por la libreta a diez por semana? Aunque ahora
caigo: responsabilidad viene de responsable. Yo tuve en Cuba
responsables de pioneros, de aula, de sindicato, de lote, de personal y
cuadros, de proyecto, de departamento, de propaganda. ¿Por qué no un
responsable que nos oriente en la Intranet, esa Internet municipal?
Podríamos descubrir que Buscasiboneyes.com es mejor que Google; las
bondades de YouNoTube, la web del daguerrotipo, y que en
Asambleadebalance.com tenemos más amigos que en Facebook. Todo bajo una
supervisión que nos ayude a encontrar el buen camino en la red, ese
jardín de los senderos que se bifurcan. (Cuando menos lo esperas, en una
Internet sin direcciones prohibidas y adecuadamente señalizadas aparecen
los innombrables). No ha quedado demostrado que generar ideas afecte a
la capa de ozono, pero deambular por la red sin algún responsable que te
oriente puede aumentar la temperatura emocional, y eso sí podría alterar
el delicado ecosistema de la Isla.

http://www.cubaencuentro.com/opinion/articulos/calenton-net-272476

No hay comentarios:

Publicar un comentario