16 de agosto de 2012

Un merecido reconocimiento a Jorge Olivera

Un merecido reconocimiento a Jorge Olivera
Jueves, 16 de Agosto de 2012 09:30
Escrito por Aimée Cabrera

Cuba actualidad, Centro Habana, La Habana, (PD) Estos han sido días de
luto para la disidencia, pero saber que Jorge Olivera ganó el Premio
"Pedro Luis Boitel" es una manera de hacernos sentir contentos por la
justa selección.

Conocí a Olivera hace casi quince años, a través de mi amiga, su esposa
Nancy Alfaya y su prima Ana María. Cuando le hice saber mi decisión de
convertirme en periodista independiente, me dio un voto de confianza que
agradezco hasta el día de hoy.

La agencia Habana Press tenía su sede en el primer piso del número 19 de
la calle Cuchillo, la callecita linda del Barrio Chino, en la casa de
Estrella García. Allí nos comunicábamos por teléfono con los periodistas
de Radio Martí y el proyecto Nueva Prensa Cubana (NPC), con los cuales
comencé a realizar periodismo radial. Al poco tiempo llegó otra agencia,
Cuba Press, dirigida por el poeta Raúl Rivero. En casa de Estrella
entraban y salían reporteros y opositores que iban por distintos
motivos, a veces solo para usar el teléfono que no tenían.

Olivera siempre fue muy receptivo. Cuando tenía que hacer un
señalamiento era muy discreto, con su forma de ser pausada y sonriente,
como para no abochornar a los que empezábamos y teníamos tanto que
aprender. Mostraba preocupación por quienes tuvieran cualquier problema
personal o familiar y los llamaba o visitaba.

Con Olivera participamos también en la Sociedad de Periodismo Márquez
Sterling, que radicaba en casa de Ricardo González Alfonso, en Miramar.

Después vinieron los sucesos de marzo del 2003. Recuerdo aquella tarde
en que Nancy me llamó para decirme que acababan de registrar la casa de
su tía y la de Jorge y que lo habían detenido. Al siguiente día era un
grupo muy grande de detenidos: Olivera fue uno de los 75 disidentes que
fueron a prisión. Fue enviado a la prisión de Guantánamo.

Nancy nunca perdió la fuerza y el buen carácter, así como su amor
incondicional a Dios. Cada fin de semana me entregaba noticias,
denuncias, crónicas, poemas, todo lo que escribía Olivera y llegaba a
sus manos.

Cada lunes llegaba bien temprano a casa de Estrella. A veces la policía
política no nos dejaba llegar a los pocos que habíamos quedado en ambas
agencias. De NPC y Radio Martí llamaban a mi casa. Recuerdo como el
periodista Rolando Cartaya tenía la paciencia de grabar mis trabajos y
todo lo que tuviera de Olivera.

Mucho antes de ser encarcelado, ya Olivera sufría distintas
enfermedades. Las condiciones carcelarias eran fatales para su salud.
Gracias a Dios recibió la licencia extrapenal. Por coincidencia pude
verlo el mismo día que se vio, por fin, en liberad. Caminaba contento
por la Calle Merced, en la Habana Vieja.
Después continuó su labor periodística y comenzaron a editarse en el
exterior sus libros de relatos y poemas. Olivera continuó siendo el
mismo colega de siempre. Desde hace un lustro, junto al escritor Víctor
Manuel Domínguez conduce peñas y tertulias literarias. Un grupo
entusiasta le sigue. Entre ellos no puede faltar su esposa Nancy, su
musa en toda su vida fecunda.

Para Cuba actualidad: aimeecabcu2003@yahoo.es

http://primaveradigital.org/primavera/cuba-sociedad/sociedad/4948-un-merecido-reconocimiento-a-jorge-olivera-.html

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