Muerte de Oswaldo Payá
Terrores ajenos y cuentos del camino
Raúl Rivero
Madrid 05-08-2012 - 10:16 am.
Ofelia Acevedo solo pide una investigación con la solvencia de expertos
independientes y la presencia de organismos internacionales.
Después de medio siglo de ver a los héroes derrotar a los malos y
arruinar al país, a los cubanos les cuesta trabajo asimilar las
funciones preparadas por los mismos héroes del socialismo en las que se
surge, a ratos, José Stalin. Está en la silla del director con la bocina
en la boca y una gallina desplumada entre las botas.
Así es que para la familia de Oswaldo Payá Sardiñas, el líder opositor
que murió en un controvertido accidente el domingo pasado en el oriente
de Cuba, es imposible darle credibilidad al relato oficial del episodio.
Su esposa, Ofelia Acevedo, ha vivido por décadas el sobresalto de las
amenazas, los mítines de repudio, los apedreamientos y las pintadas en
su casa. Y sus hijos crecieron en esa atmósfera donde lo más importante
de la vida puede ser un minuto de paz.
La señora Acevedo hace un reclamo decente en el que ni siquiera dice que
Payá y su compañero Harold Cepero (que viajaba con él) fueron
asesinados. Ella solo pide una investigación con la solvencia de
expertos independientes y la presencia de organismos internacionales.
En ese sentido, hay un acuerdo general entre la oposición interna, el
exilio y círculos de demócratas en el mundo. Se trata de darle apoyo a
la familia del dirigente fallecido y, además, respaldar a centenares de
hombres y mujeres en peligro —Damas de Blanco, ex presos políticos,
activistas de derechos humanos y periodistas sin mandato— que deben
salir todos los días a la calle.
Otro tema derivado del acontecimiento que requiere transparencia es la
situación del español Ángel Carromero, conductor del auto siniestrado.
Se encuentra en prisión como un rehén del conflicto a la espera de una
acusación formal. Carromero y el sueco Arom Modig (que ya volvió a su
país) fueron juntos a Cuba y acompañaban a Payá en un recorrido por la
zona oriental.
Los europeos, formados en democracias, quisieron compartir sus
experiencias con quienes trabajan allá por la libertad. Y se vieron
forzados a aparecer después en la puesta en escena del culebrón sobre el
suceso y sus sagas políticas.
No se puede juzgar el temor ajeno. Lo que daña es la indiferencia porque
es parte del sostén de las dictaduras.
http://www.diariodecuba.com/cuba/12407-terrores-ajenos-y-cuentos-del-camino
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