Raúl Castro quiere salvar al régimen, no al país
DDC
Madrid 02-03-2011 - 11:17 pm.
Bertrand de la Grange, Carmelo Mesa-Lago, Jaime Suchlicki y Guillermo
Fariñas valoran los tres años de Raúl Castro en el poder.
También sobre el raulismo: Rafael Rojas, Jorge A. Sanguinetty, Elizabeth
Burgos, Dagoberto Valdés, Carlos Alberto Montaner, Uva de Aragón y
Haroldo Dilla.
Raúl Castro cumple tres años en la presidencia del país. Bajo un orden
político distinto al que existe en Cuba, habría sobrepasado ya la
primera mitad de su mandato como presidente constitucional y sería hora
de recuento. ¿Qué ha sido lo más positivo y lo más negativo de este período?
Bertrand de la Grange
Me atrevo a resumir los tres años de presidencia de Raúl Castro en una
sola frase: lo más positivo es que ya no está Fidel en primera línea, y
lo más negativo es que, en su lugar, está Raúl. Han sido tres años más
de castrismo, ahora bicéfalo. La esencia del régimen no ha cambiado y
sus dirigentes están obsesionados con su perpetuación en el poder, a
cualquier precio. Después de 50 años de colectivismo devastador para la
economía del país, los hermanos Castro han renegado de la función
solidaria del Estado —pero no de la represiva—, sin preocuparse lo más
mínimo por las graves consecuencias sociales a corto plazo y sin ofrecer
una alternativa viable.
La diferencia de carácter entre Raúl y Fidel, conocida desde siempre, no
tiene relevancia. Mucho más significativo es el hecho de que el líder
megalómano y el apparatchik gris comparten la misma concepción del
poder. Sólo ellos saben lo que es bueno para el pueblo. Nunca se
equivocan —a lo sumo, "actualizan el modelo"— y prefieren las medidas
punitivas a las creativas. Como prueba, aquí están las tres principales
decisiones de Raúl Castro: el destierro a España de decenas de presos
políticos, el despido de medio millón de funcionarios y la supresión de
buena parte de los subsidios estatales a la canasta básica.
En la prisa para resolver sus graves problemas de caja, el Gobierno ha
puesto la carreta delante de los bueyes: ha echado a sus trabajadores
antes de crear las condiciones para una reinserción laboral en el
malogrado sector privado, que sigue sometido a regulaciones drásticas
(no puede haber libre empresa si la matas a impuestos, no permites la
compra de materia prima en un mercado competitivo y restringes la venta
libre de la producción). El régimen ha prohibido o cohibido durante 50
años cualquier iniciativa individual —dos generaciones enteras no saben
lo que es trabajar por su cuenta o crear una empresa— y, de repente,
lanza a toda esa gente a la calle, como un padre echa de casa a un hijo
sin empleo cuando la tasa de paro está por las nubes.
En cualquier otro país, lo estamos viendo ahora en el mundo árabe,
semejante maltrato provoca una revuelta. No en Cuba, donde medio siglo
ha adormecido a la sociedad. Hay menos presos políticos hoy en la Isla,
pero no hay más libertad: los cubanos no pueden viajar libremente al
extranjero, siguen las detenciones arbitrarias por expresar públicamente
una opinión contraria al régimen, no hay acceso libre a la información
(internet, prensa), no existe el derecho de asociación y Raúl Castro no
parece dispuesto a someter su cargo al sufragio universal. Es decir,
nada sustancial ha cambiado y no hay ningún indicio de una voluntad en
ese sentido.
Como se sospechaba desde el inicio, Raúl Castro no es ningún Gorbachov y
no tiene cintura para tomar las decisiones audaces que exige la
situación: él quiere salvar al régimen, no al país. Sin embargo, los
despidos masivos y la necesidad para los ciudadanos de buscarse la vida
fuera del Estado podrían propiciar una dinámica nueva. La libertad es
como el agua: aprovecha la menor fisura para avanzar. Así empezó en el
mundo árabe y así pasará en Cuba, tarde o temprano. A pesar de los
hermanos Castro.
Carmelo Mesa-Lago
I. Aspectos Positivos
Las reformas económicas, aunque demoradas, de magnitud insuficiente y
con contradicciones, son las más importantes introducidas durante la
revolución y de orientación positiva hacia el mercado. Ninguna de las
reformas anteriores puede compararse a las actuales: ni las de los 70
(crítica al igualitarismo después de la debacle de la zafra de los 10
millones), ni las de los 80 (introducción del trabajo por cuenta propia,
mercados libres agropecuarios), ni las de la crisis de los 90 (regreso
del cuentapropismo y mercados agropecuarios, circulación del dólar,
apertura a la inversión extranjera).
Por ejemplo: el usufructo, a pesar de sus limitaciones y falta de
incentivos; el cuentapropismo, con mayor amplitud para contratar
empleados que nos sean familiares; y el reconocimiento y eliminación
gradual del empleo innecesario en el sector estatal y su sustitución por
empleos en el sector privado.
También la libertad gradual de los presos políticos y de consciencia,
así como cierta apertura para la discusión de temas económicos y
sociales importantes.
II. Aspectos Negativos
Los tres principales son: 1) el nombramiento en el Consejo de Estado de
dirigentes contrarios a la reforma económica que fuerzan compromisos en
dichos cambios que los hacen menos efectivos; 2) la demora en implantar
las referidas reformas (desde que fueron anunciadas el 26 de julio de
2007) hasta 2010; 3) las contradicciones internas en las medidas tomadas
y su naturaleza no lo suficientemente profunda.
Por ejemplo; los Lineamientos proponen la "actualización del modelo
económico [donde] primará la planificación, no el mercado", pero la
planificación central ha fracasado por medio siglo y una simple
actualización no corregirá las graves fallas del sistema; a pesar de la
prevista descentralización hacia empresas y municipios, predomina el
excesivo control central, una de las causas de dicho fracaso.
Los despidos desde 500.000 hasta 1.800.000 trabajadores estatales
innecesarios (entre 10% y 37% de la fuerza laboral) requieren la
creación de trabajos por cuenta propia, pero en los 15 años que van del
1993 al 2010, el número máximo de aquellos creados fue 169.000. La
prioridad dada al control sobre dichas ocupaciones y el aumento en 300%
de los ingresos fiscales por impuestos a las mismas, son fuertes
barreras para la creación de dichos puestos privados, lo cual indica una
contradicción importante y crea una situación social muy difícil.
Jaime Suchlicki
Hay muy poco positivo que mencionar. El inicio de algunos cambios en el
sector económico que no van a llevar a Cuba a una economía de mercado ni
van a resolver los problemas económicos de los cubanos. El hecho de que
la mayoría de los nuevos cuentapropistas son blancos y pueden disponer
de ayuda de familiares en el exilio va a profundizar las diferencias
raciales. Los negros y mulatos en la Isla no tienen posibilidades de
recibir ayuda del exterior y van a sufrir con estas nuevas medidas.
La situación política sigue sin cambio. Más represión y un grupo que se
aferra al poder. La sucesión de Fidel a Raúl es casi completa y
probablemente Fidel renuncie al secretariado del Partido antes o durante
el próximo VI Congreso.
Desafortunadamente la situación de Cuba se asemeja a la de la Unión
Soviética en la década de los 80. Un proceso de sucesión gradual entre
octogenarios y un pueblo en la espera de la muerte de sus líderes para
ver si se acelera una verdadera transición.
Guillermo Fariñas
Lo más positivo que ha tenido el gobierno de Raúl Castro es que, de
manera cruda, se ha dicho, por parte del fundador de la revolución
cubana, el "líder histórico" Fidel Castro, que esto no tiene ningún tipo
de perspectivas.
Fidel Castro dijo en una entrevista a un periodista extranjero que el
modelo económico socialista no funcionaba ni aquí, en Cuba.
Creo que también es de gran importancia el hecho de que en los últimos
discursos el actual gobernante, el hermano del líder histórico, Raúl
Castro Ruz, ha dicho que hay que tomar medidas neoliberales, aunque no
haya utilizado esas palabras. Esto trae la descaracterización total del
régimen, y deja claro que no le interesan las consecuencias que pueda
tener en el pueblo cubano.
Al tomar medidas económicas neoliberales, el régimen se ha
descaracterizado, ha perdido credibilidad.
Negativo: Creo que una de las cosas más importantes es el hecho de que
tras la fatídica y dolorosa muerte de Orlando Zapata Tamayo la
disidencia se cohesionó más para pedir la liberación de los presos
políticos. Por primera vez el gobierno tuvo que ceder ante actores
políticos dentro del país, tuvo que acudir a su enemigo ideológico
histórico, la Iglesia Católica, para que hiciera el papel de intermediario.
También pienso que la proyección internacional de la disidencia, y sobre
todo la situación interna cubana, se hizo más viable.
Además, ya no estamos hablando de si se puede hacer oposición o no,
estamos diciendo "en qué condiciones me la vas a dejar hacer, si me vas
a dejar tomar las calles pacíficamente o si no". Pienso que hay otra
perspectiva para la labor de la oposición pacífica dentro de Cuba.
http://www.diariodecuba.com/opinion/3406-raul-castro-quiere-salvar-al-regimen-no-al-pais
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