Augusto César San Martín
LA HABANA, Cuba, octubre (www.cubanet.org) - A pesar del atraso que
tenemos los cubanos en cuestiones de informática y de la censura en los
medios de difusión, todos estatales, en Cuba existe una red que hace
circular noticias e imágenes de forma rápida y constante. La variante
que utilizamos para conocer el mundo exterior es una especie de red
informal que puede llamarse "de mano en mano", lo que en inglés llaman
"sneakernet", refiriéndose a los "sneakers" (zapatos tenis) que
generalmente utilizan los jóvenes hackers.
La autorización de vender reproductores de DVD y el acceso a la
telefonía móvil, aumentó la posibilidad de la red "de mano en mano",
constituida por los que no tienen esperanzas de comprar una computadora
y menos el acceso a Internet.
Entrevistas con funcionarios desertores, documentales sobre la pobreza
extrema, imágenes de la represión, el estado de salud de los
dirigentes y sus interioridades domesticas, casos policiales y otros
temas censurados, ofrecen los bancos de películas ilegales, iniciadores
de la red; una especie de trafico de información que alimenta a
quienes no se conforman con la corrección oficial.
En los últimos tiempos, esta red hace circular materiales pornográficos
de estudiantes universitarios de la CUJAE, la UCI y otros centros de
estudio. Los sucesos de la discoteca Guanímar, donde se premió a la
pareja de mujeres desnudas que mejor bailó, y las imágenes de actores y
cantantes en pleno acto sexual, se han incorporado, desatando la
contracultura que intenta oponerse a décadas de prohibiciones.
Con evidente inspiración en las drogas, estas imágenes y sucesos
muestran algo más que pornografía, intencional o no. La imposición de
límites a la libertad de expresión ha desatado conductas discordantes
que buscan desafiar a los que ponen términos a las libertades del
individuo. No es algo casual ni efímero que el tema provenga de los
medios artísticos, estudiantiles y de sectores marginados de la sociedad.
La exposición de personas de ambos sexos, heterosexuales y
homosexuales, en ambientes pornográficos, que no buscan precisamente
atraer mercado, trae signos de reproches hacia una cultura impuesta,
incluso a la sociedad que, adoctrinada por la política gubernamental, ve
en esas expresiones la cacareada corrupción del capitalismo y no el
hombre nuevo prometido por la revolución.
Hoy ruedan por doquier esas imágenes que van más allá del desnudo
artístico. Deambulan por la red informal que mantiene actualizados a los
cubanos. Quizás pocos se percaten del mensaje subliminal del fenómeno
que se ha iniciado sin la ambición de convertirse en un movimiento
contracultural, como el originado en los Estados Unidos en la década del
60, caracterizado por la anarquía y la protesta contra el sistema.
Estas imágenes, que se toman y distribuyen sin beneficios económicos, no
cumplen las leyes de la oferta y la demanda, ni están destinadas a ganar
popularidad. Podríamos preguntarnos qué persiguen los artistas y
estudiantes. ¿Prostituirse? No lo creo. La prostitución está latente en
la sociedad cubana, es redundante su divulgación. El fenómeno tampoco
tiene el fin de provocar sensualidades. Trata de romper el límite
impuesto en busca de algo perdido que proporciona la sensación de
ausencia. No se menciona en las imágenes, pero sabemos que es la
libertad del individuo.
Esta regresión evoca actitudes condicionadas por frustraciones que los
cubanos no podemos controlar. No considero que sean estas imágenes
pasadas de mano en mano las que nos muestren el camino hacia el respeto
a nuestra individualidad.
La red informal nos revela lo prohibido. En esta ocasión, corre sus
cortinas para mostrarnos el fenómeno que existe como indicador del mal
funcionamiento de la sociedad cuando se coartan los derechos de quienes
la conforman.
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