La Cuba del presidente Raúl Castro
En las calles de la La Habana se notan pequeños cambios producto de la 
reforma económica. Han prosperado pequeños comercios, muchos a la puerta 
de las casas
Domingo 29 de abril de 2012 José Meléndez / Corresponsal | El Universal
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LA HABANA.— Más militar que político pero más político que caudillo, el 
general y presidente cubano Raúl Castro descompresionó la espiral de 
tensiones que Cuba arrastró por décadas con Estados Unidos. Aunque los 
nexos de ambos países son todavía de distanciamiento, dejaron de estar 
regidos por conflictos específicos convertidos en focos de permanente 
choque entre La Habana y Washington.
La disputa por la custodia del niño cubano Elián González, centro de una 
intensa pugna migratoria y diplomática entre los dos países, de 
noviembre de 1999 a junio de 2000, o las condenas a cinco espías cubanos 
capturados en Estados Unidos en 1998, quedaron como recuerdos recientes 
de graves momentos de tensión política en las dos orillas del estrecho 
de La Florida.
Los conflictos Washington-La Habana persisten por un elemento central: 
el embargo económico total —reforzado a veces y aliviado por épocas— 
impuesto por la Casa Blanca en febrero de 1962 contra Cuba, con el 
alegato de que era la vía para obligar al castrismo a que abandonara su 
modelo marxista-leninista y aceptara un sistema político compatible con 
los valores interamericanos.
Tras el triunfo de la revolución en 1959, Cuba enfrentó un variado menú 
de hostilidad de Estados Unidos, con incidentes violentos —atentados con 
bombas, incendios, enfrentamientos armados, sabotaje económico y acoso 
de distinta índole— que provocaron fuerte tensión bilateral y regional.
Pero el general-presidente desactivó las bombas de tiempo que el 
Comandante en Jefe, Fidel Castro, su hermano y predecesor, mantuvo 
listas desde 1959 como mecanismos de presión política externa y para que 
la población cubana estuviera sometida a un estado de constante 
movilización interna y de alerta sin final. El acoso de Estados Unidos 
contra Cuba, advirtió siempre el régimen, era incesante y no había 
tiempo para bajar la guardia.
El litigio de los espías sigue abierto, aunque ahora con menos 
estridencia política, pero sin soltar tampoco la presión para que sean 
liberados. Sin despojarse del arma de pleito con el principal enemigo 
del régimen por más 53 años, el estilo del actual gobernante —que por 
enfermedad de su hermano le reemplazó primero temporalmente en 2006 y 
luego en forma definitiva desde 2008— marcó distancia con el de su 
antecesor.
"Raúl es más familiar", dijo una influyente periodista cubana que labora 
en uno de los principales aparatos de comunicación de Cuba y que, a 
condición del anonimato, aceptó hablar con EL UNIVERSAL sobre 
diferencias entre el actual y el anterior gobernante. "Hay menos 
retórica política y menos tensión política con Raúl. Cesó la rayería con 
Estados Unidos", explicó.
En este escenario, ¿hacia donde va Cuba con Raúl Castro?
Desmontar ilusiones
Durante la visita a la isla del papa Benedicto XVI, en marzo pasado, y 
luego de que el Pontífice dijera que el marxismo "no responde ya a la 
realidad", el régimen cubano describió el futuro de su sistema 
unipartidista: "No habrá reforma política en Cuba".
Diminutos negocios privados de venta de juguetes, adornos, joyas de 
fantasía, lapiceros, sombrillas y otros artículos funcionan, hace varios 
meses, en puertas y cocheras de numerosas viviendas de familias cubanas. 
Otras diminutas actividades empresariales han surgido desde que el 
Partido Comunista de Cuba (PCC) autorizó reformas económicas, tras su VI 
Congreso en abril de 2011.
Ante la aguda crisis financiera y productiva, el régimen ordenó en 
últimos meses el cese paulatino de más de millón y medio de empleados 
públicos, para pasarlos al renaciente sector privado. En una reciente 
asamblea en un municipio capitalino, el PCC alertó que actualizar el 
modelo económico y social "pasa necesariamente por un cambio de 
mentalidad", lejos de "prácticas burocráticas, dogmas y criterios 
obsoletos".
Pero el cambio sólo es económico. El vicepresidente del Consejo de 
Ministros, Marino Murillo, aclaró que actualizar el modelo es para que 
el socialismo cubano sea "sustentable". "No estamos haciendo reformas 
políticas", recalcó.
Sin embargo, la estructura microempresarial parece insuficiente para 
sacar a Cuba de sus profundos problemas. El aparato productivo sigue 
entrabado: 70% de los casi 9 mil millones de dólares de ingresos de 2011 
por servicios y exportaciones fueron por turismo, salud y otros 
servicios, mientras que un pequeño porcentaje correspondió a ventas de 
productos tradicionales como azúcar, ron y tabaco.
"La estructura económica no soporta que no haya cambios políticos", dijo 
la disidente Martha Beatriz Roque, de la Red Cubana de Comunicadores 
Comunitarios, ilegal y semitolerada. Entrevistada por EL UNIVERSAL, 
Roque afirmó que "el gobierno habla de que la situación política no va a 
variar, de cambios económicos sin cambios políticos. Si no hay cambios 
políticos, sencillamente no va a haber cambios económicos. Como 
economista me niego a admitir que lo hecho sea una reforma económica".
Roque, ex prisionera política, abogó por "un viraje político profundo 
hacia la democracia, para que pueda haber cambios económicos. De todo 
eso (microempresa) había en Cuba antes de la involución (de 1959), con 
muchos cuentapropistas que vivían de su trabajo particular, pagaban 
impuestos".
"No hay ninguna reforma. ¿Reformar lo que estaba hecho y se le dio 
marcha atrás? Para mí, no existe esto como reforma", dijo.
http://www.eluniversal.com.mx/internacional/77619.html
 
 
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