Publicado el Jueves, 29 Marzo 2012 22:11
Por Juan Reynaldo Sánchez*
La prensa cubana ha hablado en estos días de Fidel Castro Díaz-Balart a 
raíz del otorgamiento de un doctorado Honoris Causa al primogénito de 
Fidel Castro.
Sin embargo nada o poco se conoce de la vida privada, adolescencia y 
juventud de este personaje cubano, que alguna vez se pensó podría 
convertirse en sucesor del trono castrista.
Fidel Angel Castro Díaz-Balart se graduó en la Universidad de Lomonosov 
en Moscú y estuvo vinculado al Instituto Kurchatov, una prestigiosa 
institución de energia atómica de Rusia. El primogénito de Castro 
también es máster en Física, doctor en Ciencias Físico-matemáticas y 
doctor en Ciencias. En la década de los 80 estuvo estrechamente 
vinculado al estudio y desarrollo de la energía nuclear para su empleo 
en Cuba, y fundó el Instituto Superior de Ciencias y Tecnología 
Nucleares de La Habana. Por esos años estuvo a cargo de la construcción 
de la planta nuclear de Juraguá, que no se terminó por la caída del 
campo socialista y hoy no es más que un ruinoso recuerdo de la 
cooperación entre Cuba y la Unión Soviética.
Más cerca de Raúl
Pero, ¿cómo fué realmente su vida como hijo de Fidel Castro?
José Raúl (nombre que usó durante su estancia en la Unión Soviética) o 
Fidelito -como prefieran llamarle- regresó a Cuba con el triunfo de la 
revolución liderada por su padre en 1959. Hay varias versiones sobre 
este regreso, una de ellas, la que más he oido, es que Fidel Castro lo 
llevó a la isla y nunca más lo regresó al lado de su madre, Mirtha 
Díaz-Balart. Si hubo o no reclamaciones por parte de Mirtha no lo sé, 
pero lo cierto es que Fidelito se quedó en Cuba. Pero quedarse en Cuba 
no significa específicamente que en estos años estuvo al lado de su 
padre, ni que recibió el calor y cariño paternal.
José Raúl convivió más con su tío Raúl Castro que con su propio padre.
Conocí de esta historia cuando Fidel Castro Díaz-Balart ya vivía en el 
complejo habitacional de la Calle 26 en el barrio de Nuevo Vedado, lugar 
de residencia de la familia Castro-Espín, sus tíos y primos. Durante 
muchos años un oficial de la Seguridad Personal de apellido Fulleda era 
el encargado de atender todas las necesidades del adolescente, incluso 
en su etapa de estudiante que regresaba a Cuba en periodos vacacionales.
La realidad es que Fidel Castro no se ocupaba de nada de lo relacionado 
con su hijo, raramente lo veia o conversaba con él, y esos contactos se 
hicieron aún más esporádicos en la medida en que fueron apareciendo 
otros hijos de la prole con su actual esposa, Dalia Soto del Valle.
Malas relaciones con la camarada Dalia
A decir verdad, las relaciones de Dalia y Fidelito eran inexistentes. 
Dalia se portaba como una loba protegiendo a su manada, celosa con la 
prioridad para sus cinco hijos, que no tenían contacto con Fidelito ni 
con Jorge Angel Castro Laborde, otro de los descedientes concebidos por 
Fidel Castro fuera de matrimonio. Los celos maternales de Dalia llegaban 
incluso a limitar el intercambio de sus hijos con los de Raúl Castro; 
recuerdo que el Alejandro de Dalia y Fidel vino a conocer a su primo 
Alejandro, el único varón de Raúl Castro y Vilmma Espín, cuando era ya 
un adolescente.
José Raúl se crió sin el calor de una madre, que se radicó en Madrid 
desde 1959, y sin la atención que Castro debió darle como padre. De esa 
manera, Fulleda, el oficial a cargo, llenaba en cierto modo ese vacío 
afectivo.
Fidelito comenzó sus estudios superiores en la antigua Unión Soviética 
en la Universidad Lomonosov. El paseo por la villa universitaria, 
bordeada de manzanos, debió impresionarle y tal vez forme parte de sus 
recuerdos imborrables de esa época. El gobierno cubano asignó entonces 
uno de los funcionarios de su embajada en Moscú para que lo atendiera y 
se ocupara personalmente de las necesidades de Fidelito, mientras que 
oficiales de la KGB supervisaban su seguridad. El primogénito residía en 
un apartamento en la capital moscovita y tenía todas las condiciones de 
confort para su disfrute.
Cuando terminó sus estudios universitarios, regresó a La Habana y tiempo 
después se creó el Instituto de Energía Nuclear, "la Nuclear", como era 
conocida esa institución situada en la 5ta Avenida, en el barrio de 
Miramar. Para apoyar a Fidelito se creó por orden directa de José 
Abrantes, por entonces Viceministro del Interior cubano (MININT), un 
departamento especial para la seguridad, tanto de Fidelito como del 
recién creado instituto. Algunos de sus efectivos fueron sacados de la 
antigua Unidad de Tropas Especiales del  MININT; de esta forma también 
surgió un equipo de escoltas y autos que lo acompañaban a todos los lugares.
Escolta de gatillo alegre
En 1985, un nuevo escolta asignado a Fidelito por la Seguridad del 
Estado fue objeto de un incidente sangriento en Nicaragua. El militar 
sostuvo una discusión en un bar de Managua con un hombre que lanzaba 
críticas contra Fidel Castro y el altercado terminó con tres balazos y 
la muerte del hombre. El escolta fue llevado de regreso a Cuba y 
suspendido en sus funciones, aunque Fidelito fue a visitarlo en prueba 
de solidaridad con su protector.
Aún estando alejado afectivamente de su padre, Fidelito trataba de 
imitarlo en todo lo posible. Se dejó crecer la barba, tenía autos marca 
Alfa Romeo como los había tenido el dictador y llegó al punto de tener 
trajes, vestimenta y refrigerios en los baúles de los vehículos, en el 
mejor estilo de Fidel Castro.
Estas deferencias ofrecidas al joven Castro levantaron una ola de 
comentarios adversos dentro de la cúpula gubrenamental, ya que Fidelito 
no tenía ni el rango ni el cargo para contar con tanta ostentación de 
poder. Pero lo que realmente causó una debacle en su carrera fue el 
hecho de que el estado financiero de ¨la Nuclear¨era cada vez más 
desastroso, y sus gastos personales en viajes y vacaciones resultaban 
extraordinarios, al punto que llegaron a competir con los gastos 
administrativos de la institución que dirigía.
Fidelito había copiado tanto y tan bien a su padre que, sin ser un alto 
funcionario del gobierno, malversaba y despilfarraba tanto recursos como 
su progenitor.
Aprendiendo la lección
Sin embargo, esas prebendas de poder sólo están reservadas en Cuba para 
el propio Fidel Castro y su hermano Raúl. Los demás, sean quien sean, 
tienen que estar y mostrarse muy por debajo de este estándar de vida. Y 
así fue que sobrevino el descalabro de Fidelito al frente del desarrollo 
de la energía nuclear en la isla.
Aunque no ha sido eliminado del todo, pues aún le quedan los cargos de 
principal dirigente de la Comisión Nuclear en el Parlamento cubano y 
asesor del Consejo de Estado para asuntos nucleares, nunca más ha tenido 
en sus manos tantos recursos como los que tuvo a sus pies en los años 80 
y comienzos de los 90. Otra persona en su lugar hubiera ido a prisión 
como chivo expiatorio para esconder la corrupción en los máximos niveles 
del poder, pero su condición de hijo de Fidel Castro lo salvó del mal rato.
Imagino que Fidelito ha aprendido bien la lección y esté dedicado a 
recoger las migajas que le den su padre y su tío, mientras atiende a su 
madre en las temporadas que pasa, cada vez con más frecuencia, en La 
Habana. A los 62 años es mejor recordar el splendor de los manzanos de 
la Universidad Lomonosov que intentar posesionarse de lo que su padre, 
su tío –y también sus mediohermanos y primos- creen que les pertenece 
por derecho propio.
*Juan Reynaldo Sánchez fue escolta personal de Fidel Castro entre 1968 y 
1994, con grados de teniente coronel. Fue destituido y cumplió prisión 
en Cuba. Logró abandonar la isla en el 2008 y actualmente reside en 
Miami. Tiene en preparación un libro sobre su experiencia en la 
seguridad personal del gobernante cubano.
 
 
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