Viernes, Marzo 30, 2012 | Por Odelín Alfonso Torna
LA HABANA, Cuba, marzo, www.cubanet.org -Para la misa del Papa Benedicto 
XVI en la Plaza de la Revolución, el 28 de marzo, estaba orientado por 
el Partido comunista y las organizaciones políticas y de masas, que 70 
mil trabajadores de los municipios capitalinos Cerro, Centro Habana, 
Plaza y Habana Vieja, organizados y controlados en grupos de diez, 
cubrieran los primeros puestos frente al altar. Para que todo saliera de 
acuerdo a la coreografía partidista, el jefe de cada grupo debía velar 
por los empleados bajo su control y evitar que se apreciaran espacios 
vacíos (claros) entre la multitud.
Pero apenas eran las 8 y 05 am, 55 minutos antes de que Benedicto XVI 
iniciara la misa en la plaza habanera, y ya cientos de esos trabajadores 
convocados abandonaban el lugar y retornaban masivamente a sus casas. En 
medio de la multitud en retirada, escuché a un obrero que decía 
jocosamente: "Ya cumplí con el Papa y me busqué la papa".
La asistencia a la misa contó y se pagó como un día laboral. En Cuba 
esto significa 10 ó 15 pesos, o sea 0.65 centavos de dólar. Para 
algunos, la ausencia a misa resultó más cara; por ejemplo, para un 
chofer de la empresa estatal Cubataxi, no asistir a la plaza, además de 
afectar su salario básico, representaba perder el "estímulo adicional" 
de 14,40 pesos convertibles al mes (15.30 dólares).
Los trabajadores, movilizados desde las 5 y 30 am, se identificaban en 
su mayoría con pullovers y gorras blancas con la imagen de Benedicto XVI 
o la Virgen de la Caridad del Cobre.
La misa habanera -devenida actividad política partidista de convocatoria 
obligada para el proletariado- lució desorganizada frente a la 
celebrada, 38 horas antes, en Santiago de Cuba.
Al momento de iniciarse la misa en la Plaza de la Revolución, quedaban 
alrededor de 500 mil personas, la mitad de las que espontáneamente 
llenaron este mismo sitio el 20 de septiembre de 2009, con motivo del 
concierto Paz sin Fronteras. El Papa tuvo menos público que Juanes y su 
grupo de artistas desconocidos o pasados de moda.
¿Quiénes permanecieron hasta el final de la misa? ¿En cuáles de los 
segmentos, delimitados con barandas y cordones de policías vestidos de 
civil, estaban los devotos?
Desde las provincias Cienfuegos, Matanzas, Mayabeque, Artemisa y Pinar 
del Río, llegaron a la capital decenas de ómnibus estatales con fieles 
católicos. La gran mayoría debió situarse en los perímetros de la plaza 
y permaneció hasta el final.
Entre la multitud de feligreses, permanecieron también hasta el final de 
la misa, los miembros de Seguridad del Estado, fácilmente identificables 
por su aspecto y sus pullovers blancos con el monumento a José Martí en 
la espalda. También había agentes del Ministerio del Interior y las 
Fuerzas Armadas Revolucionarias camuflados entre los empleados de la 
Cruz roja y aseguramiento.
La meta del Partido Único y sus sucursales –las supuestas organizaciones 
de masas- se cumplió solo a medias. La mayoría de los obreros convocados 
por el Partido, mostrando claramente su poco interés tanto por la 
Revolución como por el catolicismo, abandonó la Plaza en plena misa 
papal. Nadie pudo evitar que después de "marcar tarjeta" los obreros se 
fueran a disfrutar del día de asueto cortesía del Partido y el Vaticano. 
Entre los espacios vacíos quedó solo la extraña mezcla de verdaderos 
devotos y los agentes de Seguridad. No se sabe cual era el grupo mayor.
 
 
No hay comentarios:
Publicar un comentario