La soberanía popular depende del respeto a los derechos humanos
PEDRO CAMPOS | La Habana | 14 de Julio de 2017 - 13:40 CEST.
La Comisión de Relaciones Internacionales de la Asamblea Nacional del
Poder Popular de Cuba rechazó la declaración del Parlamento Europeo
sobre los acuerdos entre la Unión Europea y Cuba relativos al Diálogo
Político y Cooperación, por su "injerencia en los asuntos internos, y
esgrimir elementos altamente lesivos a la soberanía del pueblo cubano".
Dicha comisión trata de ignorar que la soberanía popular depende del
respeto a los derechos humanos.
La soberanía reside en el pueblo. Es el pueblo, todo el pueblo, no
importa condición económica, política o social, el que determina
soberanamente los asuntos de una nación, qué tipo de gobierno debe
darse, cuáles patrones sociales seguir, qué leyes deben regir, cuál tipo
o forma de estado, etc.
Pero para que la soberanía popular sea una realidad y no una ficción,
debe haber primero pleno respeto a los derechos humanos, especialmente a
los políticos, civiles y económicos, puesto que sin ellos no es posible
al pueblo todo, decidir libremente sobre su sistema de gobierno y sobre
sus gobernantes. En ausencia de libertades y derechos, los gobernantes
pueden manipular la soberanía popular y presentarse como garantes de
ella, cuando en verdad la están violando.
Para nadie es un secreto que el Gobierno de los hermanos Castro en Cuba,
instalado por la violencia en 1959 y que perdura hasta nuestros días,
actuando en supuesta defensa de un socialismo que nunca ha existido y
contra la "intervención militar imperialista directa", que nunca se ha
producido, viola sistemáticamente los derechos humanos del pueblo cubano.
Los Castro nunca se sometieron al veredicto popular. En 1976, es verdad,
que una mayoría del pueblo votó por una constitución de corte
estalinista, donde quedó aprobado un artículo quinto que presupone la
existencia de un partido que determina todo en la nación. Pero
contradictoriamente, tal artículo es violatorio de la soberanía popular
y del derecho de todos los cubanos a decidir sobre su destino.
Además aquella constitución fue redactada por una comisión designada
por Fidel Castro y no fue sometida a una amplia discusión popular libre.
No existía libertad alguna de expresión, ni libertad de organización que
hubieran posibilitado su cuestionamiento público. Por otra parte, se
somete a votación cuando toda la fuerte oposición que generaron las
medidas de los primeros años de "revolución", había sido muerta en
combate (varios miles de alzados), estaba encarcelada (varias decenas de
miles de presos políticos) o exiliada (más de un millón de cubanos).
Si esas fuerzas hubieran tenido la capacidad de organizarse legalmente
para hacer oposición, si desde 1959 se hubieran respeta los derechos
humanos de todos los cubanos, si se hubieran realizado elecciones
libres, el Gobierno de los Castro no hubiera durando tantos años o sus
continuadores hubieran seguido en el poder pero con una gran oposición
organizada que hubiera modificado o temperados muchas de sus decisiones
y de seguro no se habría aprobado una constitución como la de 1976.
Ya 58 años después, la situación sigue siendo la misma, pero con un
modelo económico que ha demostrado su ineficiencia hasta la saciedad, y
donde se siguen violando de forma masiva y flagrante los derechos
políticos, económicos y civiles de todos los cubanos, como una manera de
mantener el control de la sociedad.
El desgaste del sistema es ostensible y sus inconsecuencias,
incapacidades y represiones son fábricas de producción continua de
opositores de diverso signo, que se lo cuestionan todo, pero son
reprimidos en diferente forma y están imposibilitados de ejercer los
derechos reconocidos internacionalmente.
Siendo más que evidente que en Cuba la soberanía popular ha sido
secuestrada por más de medio siglo, a esa creciente oposición no queda
más alternativa que acudir a los organismos internacionales y a
gobiernos extranjeros, en busca de ayuda para tratar de provocar cambios
en el sistema que conduzcan a una apertura política. Y cuando se viola
la soberanía popular, no hay derecho a esgrimir la no injerencia en los
asuntos internos.
El Gobierno del general Raúl Castro se opone a ajustar sus leyes a las
del derecho internacional en materia de derechos humanos y, al tiempo
que reprime a la oposición y a la disidencia diversa, pretende dar
lecciones internacionales de respeto a los derechos humanos en el campo
de la educación y la salud, donde logró algunos éxitos a costa de
enormes sacrificios del pueblo cubano y específicamente de los
trabajadores y profesionales de esos sectores.
El fuerte y bien pagado aparato de propaganda internacional del régimen,
apoyado por las fuerzas de la izquierda estatalista internacional, ha
logrado confundir a sectores liberales y de la democracia internacional
y hacerles creer que en Cuba el pueblo vive feliz y de acuerdo con ese
gobierno impuesto.
Las realidades que vive el pueblo cubano no deben seguirse ignorando por
los organismos internacionales de la ONU y la comunidad internacional.
Sin respeto a los derechos humanos no puede haber verdadera soberanía
popular.
Source: La soberanía popular depende del respeto a los derechos humanos
| Diario de Cuba - http://www.diariodecuba.com/cuba/1500032450_32486.html
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