26 de noviembre de 2016

Muerte de Fidel Castro vuelve a poner en la palestra el futuro del embargo

Muerte de Fidel Castro vuelve a poner en la palestra el futuro del embargo
Agencias

La llegada, a partir del próximo 20 de enero, del Gobierno de Trump,
abre una etapa de incertidumbre sobre el futuro del embargo a Cuba.
La muerte de Fidel Castro ha vuelto a poner en primer plano la incógnita
sobre el embargo a Cuba que durante más cinco décadas ha mantenido
Estados Unidos y cuyo futuro ahora dependerá de la nueva administración
del presidente electo, Donald Trump.

Tras el acercamiento y normalización de relaciones registrados en los
últimos dos años de gestión presidencial de Barack Obama, incluida la
reapertura de embajadas, el fin de su administración y la llegada, a
partir del próximo 20 de enero, del Gobierno de Trump, abre una etapa de
incertidumbre sobre el futuro de las sanciones.

En estos casi dos años Obama ha restablecido los vuelos directos a Cuba,
ha aliviado algunas trabas comerciales y ha suavizado ciertas
restricciones de viajes de estadounidenses a la isla, pero todo ello
mediante decretos, ya que no ha contado para hacerlo con el apoyo del
Congreso, de mayoría republicana en ambas cámaras.

Durante su campaña presidencial, Trump anunció en un principio que
condicionaría el acercamiento a Cuba a la apertura del régimen comunista
cubano y a avances en el terreno de los derechos humanos, pero acabó por
prometer revertir los pasos dados por Obama.

Pero algunos analistas consideran que el magnate de los hoteles y los
casinos tendrá que atemperar esa postura debido a las presiones que
recibirá de parte de los empresarios estadounidenses que llevan décadas
anhelando hacer negocios con Cuba.

Entre ellos está el pensador político Noam Chomsky, que en una reciente
entrevista con Efe aseguró que las presiones de las empresas
estadounidenses que quieren hacer negocios con la isla en terrenos como
la biotecnología, el farmacéutico, la agroindustria o el turismo podrían
condicionar las promesas electorales de Trump.

En principio, el embargo no tiene por qué cambiar, ya que el Congreso,
que es en última instancia el encargado de dictar un cambio de política
en este sentido, sigue en manos republicanas en las dos cámaras, y
aparentemente los que propugnan el fin del embargo no cuentan con el
apoyo suficiente para un cambio.

Y de cumplir sus promesas, Trump pondría fin a una nueva relación
emprendida por Obama con el presidente Raúl Castro y que fue
escenificada en una reunión en la Cumbre de las Américas de Panamá, lo
que precedió a la reapertura de embajadas en el verano de 2015.

A partir de ese momento, el Gobierno de EEUU retiró a Cuba de su lista
de países patrocinadores del terrorismo, se reanudaron los vuelos
directos entre ambos países y se suavizaron ciertas sanciones económicas
y comerciales, de manera limitada.

Y en octubre pasado, Estados Unidos se abstuvo por primera vez en la ONU
en un voto de condena al embargo sobre Cuba, lo que supuso una nueva
muestra de acercamiento y de la voluntad de la Administración Obama de
dejar atrás esta política.

Pero el Gobierno de Obama, quien en marzo pasado viajó a Cuba con su
familia y se reunió con Raúl Castro y con disidentes, va terminar sin
haber logrado el apoyo suficiente en el Congreso, en manos republicanas
en ambas cámaras, para impulsar el levantamiento total de las sanciones
del embargo, lo que decide el legislativo.

El embargo depende de una serie de disposiciones legales que impiden al
presidente revocarlo inmediatamente, y es únicamente el Congreso el que
tiene esa competencia.

Estas disposiciones están recogidas en la Ley Helms-Burton de 1996, que
endureció el bloqueo económico, comercial y financiero contra La Habana
y que establece claramente que mientras un miembro de la familia Castro
esté en el poder, el presidente de EEUU no podrá solicitar al Congreso
el fin de la medida coercitiva.

Raúl Castro, hermano de Fidel, asumió el poder en 2008 después de
haberlo hecho de manera temporal desde julio de 2006, cuando el
comandante fue sometido a una complicada intervención quirúrgica intestinal.

La Ley Helms-Burton fue promulgada en marzo de 1996 después de que cazas
de la Fuerza Aérea de Cuba derribaran dos avionetas de la organización
de exiliados cubanos "Hermanos al Rescate" sobre aguas internacionales
en el estrecho de Florida, en un momento en el que se vislumbraba una
posibilidad de acercamiento entre ambos países.

La ley incluyó, además, dos polémicas cláusulas que impedían a los
empresarios extranjeros con negocios en EEUU hacer inversiones en Cuba,
algo que fue recurrido por la Unión Europea, Canadá, México, Brasil,
Argentina y otros aliados estadounidenses con relaciones comerciales con
Cuba.

La Unión Europea (UE) acudió a la Organización Mundial de Comercio (OMC)
por considerar que los títulos III y IV de ley constituían una
aplicación extraterritorial y dañaban a las compañías europeas.

La UE suspendió el procedimiento ante la OMC en 1998, después de
alcanzar un acuerdo político con Washington por el que el entonces
presidente Bill Clinton se comprometía a congelar cada seis meses la
aplicación de esos títulos, algo que ha seguido haciéndose.

Entre los requisitos para iniciar los trámites para levantar el embargo,
la ley recoge que las autoridades cubanas tienen que legalizar toda
actividad política, liberar a todos los prisioneros políticos y expresar
su compromiso público de convocar unas elecciones libres y justas para
formar un nuevo gobierno.

También pide la disolución del departamento de seguridad nacional dentro
del Ministerio del Interior, incluidos los comités para la defensa de la
revolución y las brigadas de respuesta rápida.

Además tienen que comprometerse a establecer un sistema judicial
independiente, respetar los derechos humanos y permitir grupos sociales,
económicos y políticos independientes, entre otras condiciones.

Estados Unidos ha mantenido un embargo unilateral a Cuba desde 1962 en
un intento de presionar al régimen castrista para propiciar un cambio
político en la isla hacia una democracia.

Washington ya había endurecido años antes el bloqueo inicial con la ley
conocida como Ley Torricelli (1992), por la que se prohibió entrar en
puertos estadounidenses durante seis meses a barcos que hayan comerciado
con Cuba.

Este embargo, que el gobierno estadounidense ha intensificado y relajado
en intentos por mejorar su tortuosa relación con Cuba, prohíbe la
mayoría de los viajes e impide a las compañías estadounidenses hacer
negocios en la isla.

En 2004, el entonces presidente George W. Bush promulgó nuevas normas
para aumentar las restricciones de los viajes a la isla y el envío de
remesas, al tiempo que aumentó las ayudas a la disidencia.

Tras la llegada al poder de Obama, en 2009, se levantaron las
restricciones a los viajes de familiares y envíos de remesas y paquetes
humanitarios, así como la prohibición de enviar mercancías como semillas
para la siembra o artilugios para la pesca.

La Casa Blanca flexibilizó además en 2011 las restricciones de viaje y
envío de remesas de sus ciudadanos hacia Cuba, para permitir las visitas
a la isla de estudiantes y de grupos religiosos y que se pueda enviar
dinero a personas que no sean familiares.

Pero esos no fueron mas que señales previas al acercamiento que se
produciría más adelante, y sobre el que ahora pende la incógnita sobre
la política que adoptará el próximo presidente Trump.

Source: Muerte de Fidel Castro vuelve a poner en la palestra el futuro
del embargo -
http://www.martinoticias.com/a/cuba-muerte-fidel-castro-embargo/134242.html

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