¿Por qué han de ser como el Che y no como Martí?
Ya es tiempo de suprimir, de una vez por siempre, la idolatría a un
hombre que sembró el odio entre los cubanos
martes, febrero 23, 2016 | Alberto Roteta Dorado
QUITO, Ecuador.- Las circunstancias políticas y sociales de Cuba son el
foco de atención de muchos políticos teóricos del mundo. De aquel lugar
pacífico, que pretendieron etiquetar como isla de la libertad, a la
convulsa Cuba de estos días, hay un abismo de inestimable profundidad. A
qué parte de ese profundo abismo irá la isla que otrora fuera el símbolo
del desarrollo del continente, resulta impredecible. En qué sitio de las
inmensidades de la perdición quedará, la que fuera una fuente de
inspiración para unos y un verdadero paraíso para otros, es difícil de
vislumbrar. Si el presente resulta una confusión en medio de la
desesperanza y la inseguridad, ¿qué podrá decirse del incierto y oscuro
porvenir de los cubanos que aún quedan en la isla?
El colapso total de su economía, el deterioro de su afamado sistema de
salud así como de una educación que fuera reconocida en otros tiempos
por organismos internacionales como buena, son hechos que demuestran el
precario estado en que se sumerge día a día un país que dejó de ser de
los cubanos para pasar a manos de los Castro con su arcaico modelo
socialista.
En medio del caos por el que se atraviesa, el gobierno cubano pretende
insistir en posibilidades de avanzar en la construcción del socialismo.
En su intervención de diciembre, en el VI Periodo Ordinario de Sesiones
de la VIII Legislatura de la Asamblea Nacional, Raúl Castro fue capaz de
referirse a resultados positivos para el país, a un crecimiento en todos
los sectores productivos, incluido un 4% del Producto Interno Bruto, a
la preparación del séptimo congreso del Partido Comunista, y lo peor, a
un análisis de propuesta de conceptualización del Modelo Económico y
Social Cubano de Desarrollo Socialista, lo que resulta contradictorio si
se considera la situación política, social y económica del país; esta
última, la peor de la historia, comparable a la hambruna a que fue
sometida la antigua URSS en los tiempos de Stalin.
Estos elementos resultan patentes por cuanto pueden medirse,
describirse, conceptualizarse en medio de un contexto social; pero
detengámonos en aquellas sutilezas que día a día laceran el pensamiento
y los sentimientos de los cubanos, dentro de las que se encuentra el
fracaso de la educación. Al ser pública, los padres tienen solo una
opción a la hora de elegir la formación de sus hijos; todos deben ir a
escuelas públicas, en las que existe un desequilibrio respecto a la
calidad de los docentes. Ya no quedan aquellos maestros ejemplares cuya
formación fue impecable y se graduaban en la Universidad de La Habana
como doctores en pedagogía.
El éxodo de docentes hacia otros sectores o al extranjero ha traído
consigo la necesidad de formar maestros en varios meses y lanzarlos a
las aulas a enseñar, cuando en realidad deberían estar aprendiendo. Una
considerable parte de los educandos han de asistir a clases y repasos de
forma particular por maestros retirados para suplir la mala preparación
que están recibiendo.
Pero la mayor ofensa para los padres que no simpatizan con las
tendencias socialistas, que son la mayoría, es el ritual que diariamente
tiene lugar cada mañana, cuando los niños deben repetir enérgicamente,
luego del llamado del líder pioneril a los "pioneros por el comunismo:
seremos como el Che", cual mantra sagrado y símbolo de la idolatría
desmedida hacia un ser que sembró el odio entre los hombres y
experimentaba placer al matar. Pero no hay opciones: o estudian en
estos centros o en ninguno. Los colegios de enseñanza religiosa o
aquellos auspiciados por instituciones de este tipo fueron rápidamente
cerrados tras el triunfo revolucionario de 1959.
¿Acaso tendrán capacidad en edades tan tempranas para interpretar un
concepto que lleva implícito un grado de abstracción para llegar a
comprender lo que es el comunismo, al menos teóricamente? ¿Cómo
incitarles a admirar a alguien que participó activamente en la gran
matanza de los primeros años de la Cuba revolucionaria?
Cuando un país tiene en su historia el nacimiento de un ser tan colosal
como José Martí, quien escribió para los niños, y dejó uno de los más
extraordinarios poemarios de las letras hispanas dedicado a su hijo, no
hay necesidad de acudir a un extranjero sin piedad y sensibilidad, que
expresó a su padre: "Tengo que confesarte, papá, que en ese momento
descubrí que realmente me gusta matar". Pero como ya sabéis, el
inigualable cubano ejemplar, el extraordinario hombre de Dos Ríos, no
profesó el socialismo y tuvo una concepción de la democracia
diametralmente opuesta a las propuestas del socialismo cubano, por lo
que han preferido la exaltación de la figura del Che.
Ya es tiempo de suprimir, de una vez por siempre, la idolatría por aquel
que declarara que "un revolucionario debe convertirse en una fría
máquina de matar motivado por odio puro", y en su lugar, sembrar el amor
sincero por aquel que creía firmemente en la utilidad de la virtud y el
mejoramiento humano, lo que sin duda, ayudaría a restaurar esa pérdida
de valores a la que tanto se hace referencia.
Ya los tiempos del hombre que venía "quemando la brisa" han terminado.
El modelo de "hombre nuevo" que pretendía forjar el legendario
guerrillero, a partir del odio como "elemento central de nuestra lucha",
ha sido un fracaso; el engendro resultante ya lo conocéis en estos
tiempos. La restauración del amor, la bondad, la justicia, la equidad, y
otras tantas virtudes han de matizar a la educación cubana futura. No
hay que acudir a rituales dogmáticos y arcaicos, ni a reiterativas
frases carentes de valor. La obra del Apóstol cubano, que ejerció el
magisterio de manera ejemplar, es un verdadero evangelio; es su mensaje
inigualable, el que debe reinar en los nuevos colegios que han de
surgir, desde el día en que tenga lugar esa necesaria renovación
educacional.
Source: ¿Por qué han de ser como el Che y no como Martí? | Cubanet -
https://www.cubanet.org/colaboradores/por-que-han-de-ser-como-el-che-y-no-como-marti/
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