27 de abril de 2015

Sobrevivir en la indigencia

Sobrevivir en la indigencia
Ellos son una extensión de la marginalidad que se ha apoderado del país.
Es el triunfo de la cochambre y el mal gusto. El florecimiento de la
indigencia como alternativa a la desesperanza y el miedo
lunes, abril 27, 2015 | Jorge Olivera Castillo

LA HABANA, Cuba. (Cuba Sindical) -Un tipo desgarbado, harapiento, de tez
negra y visiblemente borracho, vende tres pares de zapatos viejos, un
par de tomacorrientes mustios y algunos artículos de plomería también
con las huellas de haber sido tomados de un basurero.

Los artículos están en el piso. Quien los oferta permanece sentado en
uno de los laterales del quicio que se levanta en el borde de la acera.
A lo largo de la cuadra van llegando otros comerciantes con similares
productos.

A simple vista se nota su divorcio con el agua y el jabón. Basta
acercársele para sentir el mal olor que se desprende de sus vestimentas,
ver los trazos del hambre en los rostros o las evidencias de una
ebriedad crónica.

Algunos pregonan su mercancía en alta voz. Otros hacen mutis o se
esfuerzan por no quedarse dormidos. En pocos minutos son más de 20
personas, en su mayoría hombres. Pese a encontrarse en las antípodas del
marketing, reciben clientela.

Estos últimos no pueden ocultar la alegría de haber hallado un grifo
salpicado de herrumbre, una cortina para baños empercudida y
deshilachada en algunos de sus extremos o un radio portátil que funciona
aunque aparente lo contrario. Todo a precio de ganga, con defectos, pero
siempre útiles para paliar sus miserias.

El mercado informal que describo tiene su mayor concurrencia en el
segmento de la calle Corrales entre Egido y Zulueta, en el capitalino
municipio de la Habana Vieja, aunque tuvo sus orígenes en la cuadra
posterior.

Nadie que pase por allí podría cuestionar que se trata de un espacio
conquistado por los usufructuarios de la extrema pobreza. Los hombres
nuevos que no supieron adaptarse a los zigzags de la revolución de los
humildes, por los humildes y para los humildes, tal y como lo proclamó
Fidel Castro en uno de sus kilométricos discursos durante la
estructuración del socialismo, constitucionalmente irreversible desde el
2002.

Ellos son una extensión de la marginalidad que se ha apoderado del país.
Es el triunfo de la cochambre y el mal gusto. El florecimiento de la
indigencia como alternativa a la desesperanza y el miedo.

El aumento de ese sector en diversos puntos de La Habana, invita a
hurgar en las causas. La crisis habitacional, los salarios de
servidumbre y la galopante inflación junto a la ausencia de alternativas
laborales viables, son a menudo los motivos para refugiarse en el
alcoholismo y las drogas.

El destino final es la supervivencia en esos submundos paridos por las
circunstancias. La humildad llevada a extremos que las élites del
gobierno insisten en desconocer. No obstante ahí están los vendedores de
la calle. Gente que no necesita una licencia para ejercer la labor que
le proporciona un sustento mínimo.

Solo quieren sobrevivir a su manera y en eso parece que han logrado un
cierto margen de tolerancia por parte de los órganos del llamado Poder
Popular y de la policía.

Junto a los ríos de aguas albañales, la mugre en las fachadas de miles
de inmuebles y los apilamientos de escombros de algunas de las
edificaciones que colapsan con alarmante frecuencia, están los cada vez
más numerosos grupos de indigentes. Una imagen imposible de ocultar tras
el velo de las monsergas políticas. Esos camuflajes están tan deslucidos
como los cachivaches que exhiben los mendigos de La Habana Vieja.

oliverajorge75@yahoo.com

Source: Sobrevivir en la indigencia | Cubanet -
http://www.cubanet.org/opiniones/la-isla-indigente/

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