Profanadores de tumbas andan sueltos
Hay otros asuntos que preocupan más a los vivos que nos gobiernan. En
Cuba, estar muerto no es garantía de alcanzar la paz
martes, julio 29, 2014 | Ernesto Pérez Chang
LA HABANA, Cuba –La inmensa cantidad de profanaciones en cementerios de
La Habana continúan siendo tema habitual en los debates sociales. En
marzo de este año, una amiga escritora que me ha pedido no revelar su
nombre, me contaba que, al exhumar los restos de la madre, había
descubierto que faltaban el cráneo y algunos otros huesos. Igual había
sucedido con las osamentas de otros familiares depositados en la misma
bóveda, en el Cementerio de Colón.
Hace apenas un año corrió la voz de que se había encontrado el cadáver
de un hombre, recién sepultado, al que le habían sustraído la dentadura
de oro. La tumba había sido abierta durante la noche y, en la mañana,
los restos del ataúd y el cuerpo fueron encontrados en una de las calles
del recinto.
Como es habitual en la prensa oficial, la noticia no fue divulgada, pero
el espectáculo horrendo llegó a oídos de casi todos en la ciudad. La
veracidad del suceso, así como de otros similares, fue confirmada por
Pablo Revilla González, de 68 años, que desde hace más de una década
trabaja como barrendero en la vastísima necrópolis.
Desmembramientos de cadáveres para uso en rituales religiosos, robos de
prendas, actos de vandalismo, ceremonias de santería en propiedades
ajenas son problemas que encabezan el listado de muchas de las tragedias
que supone sepultar a un familiar, en cualquiera de los camposantos de
La Habana.
La vigilancia reforzada del principal cementerio del país no ha logrado
ser totalmente efectiva; las anécdotas se multiplican y las quejas de la
población se acumulan.
Según nos explican algunos sepultureros y encargados de la limpieza del
lugar, los salarios que ellos perciben son extremadamente bajos. Algunos
inescrupulosos se ven precisados a sacar provecho de los enterramientos.
No obstante, la situación del Colón no es nada grave al compararla con
otras necrópolis, como las de Guanabacoa, La Lisa o El Calvario, donde
es vox populi que los actos de saqueo se han convertido en una especie
de epidemia endémica.
Sin ningún tipo de atractivo turístico como el de El Vedado, y casi sin
valores patrimoniales, los cementerios de la periferia habanera han sido
olvidados por las autoridades.
Ofelia Benítez Arce, de 38 años, reside en las cercanías del cementerio
de El Calvario y comenta que a altas horas de la noche es común sentir a
las personas que "entran para extraer cosas y hasta las maderas de las
cajas (ataúdes) que apilan al fondo". Afirma que algunos las usan para
labores de albañilería, e incluso para construir corrales para animales,
y hasta muebles.
El testimonio de Ofelia Benítez, así como el de otros vecinos del lugar,
no parece nada exagerado cuando cualquiera que visite el Cementerio de
Colón —dicen que es el más protegido— constata que la indolencia, la
dejadez y la insalubridad están a la vista de todos.
Montañas de ataúdes y despojos a solo unos metros de las fosas comunes,
osarios mal sellados, osamentas almacenadas sin el mínimo respeto,
incluso las de personas que no llevan muchos años de fallecidas, son
parte del peor de los paisajes para aquellos que acuden al lugar,
embargados por la pena y el dolor ante la pérdida de un familiar querido.
Esta situación alarmante no es desconocida, solo silenciada, postergada,
preterida. Tal vez porque hay otros asuntos que preocupan más a los
vivos que nos gobiernan. Nada, que a fin de cuentas, en Cuba estar
muerto no es garantía de alcanzar la paz.
Source: Profanadores de tumbas andan sueltos | Cubanet -
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