Lunes, 28 de Noviembre de 2011 00:11
Oscar Sánchez Madan
Cidra, Matanzas (PD) La lotería, ese lucrativo negocio que se resuelve
mediante la suerte o casualidad, es utilizada por decenas de miles de
cubanos como una vía para enfrentar la grave crisis económica en que el
castrismo sumergió a Cuba. En dicho juego de azar, a pesar de estar
penalizado por la ley, participan obreros, estudiantes, desocupados,
militares, integrantes del Partido Comunista, en fin, ciudadanos de
todos los estratos sociales.
Este fenómeno llegó a la isla en el siglo XX. Sin embargo, desde los
años noventa, época en que comenzó la actual crisis económico-financiera
conocida eufemísticamente como Período Especial, los participantes
aumentaron como nunca antes en la historia nacional.
Para subsistir, las personas roban en las empresas estatales o sustraen
angulares de las torres eléctricas de alta tensión, travesaños de las
vías férreas, así como alambre de cobre y cables eléctricos y
telefónicos, etc. Por este concepto las pérdidas económicas en los
últimos diez años son millonarias. Pero una de las variantes más
generalizadas es la muy peligrosa lotería, negocio que muchas veces
genera riñas callejeras, accidentes, muertos y heridos.
Como bien afirma la colega Yamila Sánchez Rodríguez, (quien escribe para
la prensa oficial en Matanzas), "... la 'bolita', las peleas de gallos o
perros o las carreras de caballos y autos han vuelto a cobrar fuerza en
el país..." y ¡de qué manera! No hay leyes, ni fiscales, ni jueces, ni
escuadrones de policías que a estas alturas puedan detener a sus
fervorosos protagonistas.
Y ¿qué incita a estas personas, entre las que se cuentan hombres,
mujeres, ancianos y hasta niños, a aferrarse a la lotería como a una
tabla salvadora en medio de un mar profundo? La respuesta a esta
interrogante es muy sencilla: la gente ya no cree en un sistema
totalitario que no funciona, cuyos líderes no muestran el necesario
interés de cambiarlo. No pueden confiar cuando sus bolsillos están casi
siempre vacíos y tienen que robar para sobrevivir.
Hay mucha inseguridad en la población ya que las actuales reformas
económicas no son más que un malabarismo engañoso. En eso tiene toda la
razón el señor Jorge Luis Barroso, profesor de la Universidad de La
Habana, citado por la referida periodista en un reciente trabajo: "Los
ciudadanos no se sienten seguros." Como bien afirma este académico –
según la comunicadora –: "la ansiedad material los incita a probar
fortuna, al punto de devenir el juego en una terrible adicción."
Para eliminar estos y otros males de la sociedad hay que revisar los
fundamentos del sistema político-económico que impera en la isla y
fundar un estado de derecho en el que exista el imprescindible
equilibrio entre los diferentes sectores sociales y poderes
estructurales de gobierno. Después, como lo sugirió el Apóstol de la
independencia de Cuba, José Martí, en el siglo XIX, diseñar una economía
diversificada (mixta), con varios tipos de propiedades.
Por otra parte, si no se respetan los más elementales derechos de los
ciudadanos – entre ellos el derecho a la libertad de expresión –, sobre
todo cuando se analizan las cuestiones económicas, la participación de
los mismos en la vida del país será nula. La economía es el corazón de
una nación y debe respetarse la soberanía popular en la toma de
decisiones. En vano el castrismo denomina su proyecto político como
"democracia participativa".
Así mismo, si quienes tienen que hacer cumplir las leyes son los
primeros que las violan, la lucha por el rescate de los valores
ético-morales perdidos es una fantasía. Han extinguido o cumplen
sanciones en las prisiones cubanas centenares de dirigentes y
funcionarios estatales (en su mayoría integrantes del Partido Comunista
o de su organización juvenil) por escandalosos actos de corrupción en
los que se han dilapidado millones de pesos y dólares.
Mientras los actuales gobernantes continúen imponiéndonos ese viejo
refrán que reza: "haz lo que yo digo, pero no lo que yo hago", no se
podrá erigir en Cuba una espiritualidad auténticamente revolucionaria.
Mientras prevalezcan la demagogia y la desgastada retórica de los
supuestos reformadores de la sociedad, los ciudadanos emplearán, como
hasta ahora, la engañosa lotería para intentar escapar de los terribles
problemas económicos que los agobian.
No hay comentarios:
Publicar un comentario