Niños rehenes
By ALEJANDRO ARMENGOL
La emigración de los médicos cubanos ha sido por décadas un tema
recurrente en el conflicto entre Washington y La Habana. El gobierno
cubano niega o demora por años la salida de los facultativos, y si
desertan en terceros países, retiene a sus familiares.
Cerca de 1,600 profesionales médicos y técnicos de salud cubanos se han
exiliado en Estados Unidos a partir del 2006, informó meses atrás el
Wall Street Journal.
De acuerdo al Journal, 800 profesionales utilizaron a Venezuela como el
primer país de enlace; luego Colombia con 300. De igual modo, 135
huyeron por Bolivia, Brasil, República Dominicana, Ecuador, Guatemala,
Guyana, Namibia y Perú, con destino a EEUU. Para concretar las
deserciones, un total de 1,574 visas fueron emitidas desde consulados
estadounidenses en 65 países.
Si el gobierno cubano tiene 37,041 médicos y trabajadores de la salud en
77 países, según el Journal, eso significa que el 4.3 por ciento de ese
personal médico ha desertado.
Algunos cambios en la política migratoria hacia Cuba, introducidos por
el gobierno de George W. Bush, tuvieron un carácter marcadamente
político. Sirvieron para aumentar la tensión entre ambos países, sin
mejorar la situación en la isla ni beneficiar de forma amplia a los
cubanos que tratan de emigrar.
Entre ellos, el más controversial fue el otorgar un parole a cualquier
médico que se encuentra en una misión gubernamental en un tercer país y
tome la decisión de desertar, así como el dar visado a los familiares
del profesional.
En una ``reflexión'' del 17 de julio del 2007, titulada El robo de
cerebros, Fidel Castro comentó: ``Entre 1959 y el 2004 se graduaron en
Cuba 805,903 profesionales, incluyendo médicos. La injusta política de
Estados Unidos contra nuestro país nos ha privado del 5.16 por ciento de
los profesionales graduados por la revolución''. Esto significa que unos
156,182 profesionales abandonaron Cuba.
Podría pensarse que el régimen de La Habana ha establecido mecanismos de
control más estrictos, que dificultan la salida de los facultativos,
pero en general el plan de las misiones médicas cubanas adolece de los
mismos problemas de corrupción que otros modelos cubanos de cooperación
o búsqueda de divisas.
Al final todo parece estar más cerca de otra versión de Casablanca:
sobornos, la libertad puesta a precio, e irregularidades propias de un
ambiente de guerra fría.
No se trata, sin embargo, de una disputa que se resuelve moviendo
tanques y aviones, con declaraciones más o menos amenazadoras o mediante
pactos estratégicos. Es un drama humano.
Dos médicos cubanos me mandaron hace pocos días un email en que plantean
su caso. No tengo más que un mensaje electrónico, que me han autorizado
a divulgar, para fundamentar esta denuncia. No necesito más porque no se
trata de un caso único. Podemos hoy tomarlo de ejemplo a lo que sucede a
otros muchos.
Uno puede estar o no de acuerdo con el entrejuego político que ha
provocado estas situaciones y argumentar sobre las decisiones tomadas
por los protagonistas de la historia. Lo que me es muy difícil es
admitir que, en este caso, alguien se coloque de parte de los verdugos.
No estamos en la Edad Media, el gobierno cubano tiene un concepto feudal
en muchas de sus decisiones, tanto en su concepción del tiempo como en
los recursos a que echa mano en muchas de sus disputas. Pero utilizar a
niños como rehenes es inadmisible.
Antonio Velázquez de la Cruz es cirujano general y su esposa, Leonela
Pérez Osoria, realizaba una residencia en cirugía plástica y es
especialista en medicina interna y general. Ambos partieron en una
misión médica a Venezuela en el 2003 y decidieron abandonar ésta en el
2007. Luego de tres meses de permanencia en Colombia lograron llegar a
Estados Unidos, donde se le otorgó asilo y visa para su único hijo,
Antonio de Jesús, de tres años de edad.
La primera acción del gobierno cubano, según cuentan estos
especialistas, fue expulsar el niño del Círculo Infantil a los tres días
de conocerse la noticia. A partir de entonces se ha impedido la salida
de la isla del niño.
Uno de los aspectos más patéticos de esta situación es que los padres se
quejan de que, en su caso, el gobierno cubano se ha excedido en el plazo
que suele tomar el castigo a los familiares de los médicos que abandonan
una misión en el extranjero.
n el caso de ``los otros padres que hemos conocido con situaciones
similares, le entregaron sus hijos a los tres años. En el caso nuestro
ya excede ese tiempo. Mi familia ha tocado todas las puertas en Las
Tunas y La Habana, y hasta el Consejo de Estado, con documentación
médica y certificados de psiquiatra y psicólogos donde se plasman las
alteraciones emocionales y psicológicas que presenta el niño, pero la
respuesta es que no lo van a liberar hasta que ellos se acuerden de que
los padres son `médicos desertores' '', escribe Velázquez de la Cruz.
``El cabecilla encargado de dar estas respuestas es el tte. coronel Abel
Marrero Caballero, jefe de Inmigración y Extranjería en la provincia de
las Tunas, el cual amenazó a mi suegra delante del niño de mandarlo a un
orfanato (tengo el video de lo que lloró mi hijito cuando llegó a la
casa)'', agrega Velázquez de la Cruz.
Hay una actitud malvada y zafia, por parte del gobierno cubano, en el
tratamiento de todos estos casos. Repudiar el abuso a niños indefensos
va más allá de cualquier actitud política o vocación ideológica. Es
repudiar una conducta cruel y exigir que termine.
http://www.elnuevoherald.com/2011/03/28/v-fullstory/911297/alejandro-armengol-ninos-rehenes.html
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