6 de mayo de 2010

Los caminos de la disonancia

Los caminos de la disonancia
Jueves 06 de Mayo de 2010 10:41 Roberto Lozano

Cuando los hechos concretos no se corresponden con nuestra visión de la
realidad, se produce una incómoda incongruencia que la psicología social
denomina disonancia cognitiva, y que condiciona una reacción posterior
para reducirla, ya sea mediante la modificación de la creencia o el
ajuste del comportamiento para justificar su permanencia. O sea, o se
aceptan los hechos tal como son, de frente y sin tapujos, y como
consecuencia se modifica o ajusta la creencia errada, o se insiste en
mantener la creencia equivocada a contrapelo de los hechos.

Por supuesto que la primera reacción conlleva un proceso de reajuste que
requiere, como condición necesaria, un alto grado de honestidad
intelectual y de autoestima, y también la valentía para proseguir ese
curso en la búsqueda de la verdad. Definitivamente, no es el camino de
menor resistencia, pero por ahí vienen los tiros de los cambios de
paradigma, de las perestroikas, de las verdaderas rectificaciones.

Sin embargo, cuando se rechaza la evidencia contradictoria, aquellos
hechos que contradicen las creencias y los supuestos principios
inviolables, se produce una respuesta justificativa de la continuidad. O
sea, se rechazan los hechos para mantener la creencia, pero se modifica
la actitud. Para poder vivir con la contradicción, se racionalizan las
decisiones adversas del día a día, esto es, se inventa una racionalidad
sin basamento empírico para justificar la continuación del paradigma, de
la visión del mundo, de la creencia, de la ideología aceptada por el
grupo, que poco a poco, a pesar de los juramentos de fidelidad, va
perdiendo su capacidad de leer la realidad.

'Nuestra' disonancia cognitiva

Este asunto de la disyuntiva humana ante la disonancia cognitiva tiene
mucho que ver con la realidad cubana. Nadie puede negar que los cubanos,
luego de más de cinco décadas de castrismo, tenemos irrealizadas
nuestras expectativas de futuro. Los castristas nos prometieron el
paraíso socialista, pero nos condenaron al binomio Capitalismo de
Estado-Totalitarismo. Crecimos oyendo aquello de que Cuba era
"vanguardia de América" y el "único territorio libre" del continente,
pero los indicadores económicos y sociales del país nos ubican, después
de medio siglo castrista, en la retaguardia socioeconómica de nuestro
entorno, junto a Haití, Paraguay y Bolivia. Los indicadores políticos,
por su parte, en el fondo del índice de libertad colocan a Cuba junto a
Venezuela, Corea del Norte e Irán. ¿Cómo reconcilian los cubanos su
miserable vida diaria con las creencias inculcadas? ¿Cómo reducen su
disonancia?

Aquellos que continúan defendiendo públicamente la llamada "revolución"
—aunque en privado descarguen su frustración—, y la reducen con aquello
de "yo no cojo lucha" o "esto no hay quien lo tumbe", hace tiempo
eligieron la vía del doble-pensamiento o la doble-moral, así como la
simulación; pero no pueden evitar que la realidad, con su acumulación de
problemas, suba recurrentemente su disonancia. No comprenden que su
infelicidad se debe precisamente a su respuesta deshonesta ante la
necesidad de reducir la disonancia. Su frustración y su agresividad ante
la disidencia se deben, en gran parte, a que la mera existencia de ésta
es prueba fehaciente de la falla que afecta su proceso de toma de
decisiones. La depauperante realidad que les rodea les recuerda
diariamente que no por ignorar los hechos éstos desaparecerán. Ellos
mismos se han condenado a vivir en un círculo del infierno y, además,
han renunciado a salir de él. Probablemente, a medida que continúe
empeorando la situación socioeconómica, se vean poco a poco forzados a
"quitarse la careta", para dar finalmente una respuesta honesta a su
disonancia, como hicieron sus contrapartes en Europa Oriental.

Aquellos que escogimos la vía de la respuesta honesta, aquellos que
después de mucho filosofar y debatir, aceptamos los hechos, no sólo
rechazamos la visión del mundo del castrismo, sino que también tomamos
el camino más arduo, el del rechazo al colectivismo. Sufrimos
humillación, cárcel, tortura, exilio o incluso hasta la muerte. No
obstante, logramos librarnos de la disonancia cognitiva de una forma
sana. Una decisión que nos permite ir a dormir cada noche en paz.
Nuestras creencias explican el mundo circundante: contamos con un
paradigma para justificar el progreso y el bienestar de las naciones y
de los individuos, uno que deja establecido cómo se avanza en la
modernidad. Conocemos el camino para obtener bienestar colectivo sin
renunciar a las libertades individuales. No tenemos que simular para vivir.

¿Pueden decir lo mismo los "revolucionarios" cubanos? ¿Cómo pueden
explicar que un sistema "superior" al capitalismo los someta diariamente
a la escasez permanente? ¿Cómo pueden explicar que un gobierno que se
considera "faro de América" no pueda resolver el problema de la
vivienda, del transporte, de la alimentación? ¿Cómo pueden explicar que
después de haber sido medianamente educados por el régimen no tienen
derecho a opinar libremente? Y podríamos seguir. ¿Podrían opinar sin
justificaciones ideológicas huecas de basamento empírico? No lo creo, ya
que no es posible la cuadratura del círculo.

Se paraliza el progreso en aquel país donde las políticas están
informadas por creencias sin asiento práctico, o sea, deviene dogma. Es
como poner la ciencia en manos de brujos. Lamentablemente, en lugar de
rectificar, los "revolucionarios" cubanos continúan ofreciéndonos su
conocido rosario de justificaciones (el embargo, el imperialismo, la
corrupción, los ciclones…, etc.), que no atacan la raíz de las
deficiencias estructurales de ese sistema perverso y permiten la
perpetuación de sus consecuencias. Por ese camino se corre el serio
riesgo de perder la ética, la vergüenza, el civismo: la nación misma.

http://www.diariodecuba.net/opinion/58-opinion/1491-los-caminos-de-la-disonancia.html

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