Osmar Laffita Rojas
LA HABANA, Cuba, diciembre (www.cubanet.org) - El 16 de octubre de 2009
apareció en la página digital del periódico Juventud Rebelde el artículo
de José Alejandro Rodríguez, Contra los demonios de la información
secuestrada. Por el revuelo que se armó, el trabajo provocó la ira de
los gobernantes, que ordenaron desaparecer el artículo de Internet.
Trascurrido mes y medio del alboroto desatado por el periodista, el 23
de noviembre de apareció en el periódico Granma un artículo de Katia
Siberia, Periodismo con fobias.
Si bien uno y otro artículo se complementan, no hay duda de que en los
páramos informativos del gobierno se observan ciertos disentimientos,
dentro de los límites que impone el régimen.
Las posturas asumidas por Katia y José Alejandro ponen en entredicho la
virtual cohesión de los trabajadores de la prensa, supuestamente
identificados con la política que aplican las autoridades cubanas en los
medios.
Ambos periodistas actuaron como dos Robin Hood de la era digital, que
tirando flechas hacia determinados objetivos, han puesto en situación
embarazosa a los responsables del de la situación deplorable de la prensa.
La culpa recae, principalmente, en la Unión de Periodistas de Cuba
(UPEC), que como polea trasmisora de las directrices del gobierno, es la
cómplice directa del silencio que el régimen impone a los medios.
Los señalamientos críticos de ambos periodistas no responden a un
espíritu de cuerpo entre los comunicadores; son las cabezas visibles de
un sentimiento que cobra forma entre los periodistas al margen de la UPEC.
Lo enunciado por los periodistas no es sorprendente, es precisamente lo
que han denunciado los opositores pacíficos, los periodistas
independientes y el movimiento blogger.
Pero en uno y otro artículo se respira un mensaje conciliatorio, de
identificación con la línea política de los gobernantes. Los trabajos de
José Alejandro y Katia Siberia no señalan a los verdaderos culpables
de la crisis nacional. No lo hacen porque son precisamente quienes pagan
y otorgan determinados privilegios que los comprometen. De esta manera
guardan silencio acerca de lo que realmente ellos saben que ocurre en Cuba.
Ante el temor y el oportunismo de la burocracia, esas zonas de
ocultamiento de la verdad han sido tomadas definitivamente por los
periodistas independientes y blogueros. Conscientes del riesgo a que se
exponen, no miran hacia arriba, y con el valor que los caracteriza no
vacilan en divulgar lo que realmente ocurre en Cuba. Esa información que
la prensa del gobierno oculta y secuestra.
Cuba: La información secuestrada (4 December 2009)
http://www.cubanet.org/CNews/y09/diciember/04_C_5.html
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