1 de octubre de 2009

Gustos que merecen palos

Gustos que merecen palos
José Hugo Fernández

LA HABANA, Cuba, octubre (www.cubanet.org) - Un nuevo souvenir parece
acaparar las preferencias entre cierta morralla de turistas extranjeros
que por estos días visita el casco histórico de La Habana Vieja.

Así como hay chiflados que se aficionan a coleccionar cabezas humanas
reducidas, y hay idólatras que le rezan al tronco de un árbol o a una
jicotea, o así como abundan los veneradores de monstruos, a lo Michael
Jackson, hoy somos testigos de una invasión de fetichistas cuya
debilidad consiste en retratarse en nuestras calles junto a ancianos
que, por algún detalle (un rasgo físico, una prenda, un ademán), remiten
a Fidel Castro, sin que necesariamente tengan que ser idénticos, ya que
se trata de una especie de moda posmoderna basada en el simulacro como
juego, aberrante, de la nostalgia.

Basta con dar unos pasos por la calle Obispo, la Plaza de Armas, o el
Patio de la Catedral, entre otros sitios de concurrencia turística, para
identificar a la caterva de viejitos que ahora se dedican a rentar su
estampa, siempre con barba cana, sugestivo talante y, claro, disfrazados
para la ocasión.

Por el precio de 1 cuc, los turistas se toman fotos junto a estos
estrafalarios caricatos que juegan a parecer lo que no son, pero sin
parecerlo tanto como para que se les tome como profanadores de una
imagen que es aquí sacrosanta.

Lo más curioso del asunto radica justamente en que no necesitan imitar a
su modelo con lujo de pormenores. Todo es maroma lúdica, sugerente
parodia, y en ello descansa el atractivo mayor de la foto como producto
final para el turista.

Los ancianos camuflan su intención bajo las apariencias –nunca demasiado
explícitas- de otras figuras bien conocidas, digamos la del ayatolá
Jomeini, o la de Hemingway, o la de San Lázaro. Eso también forma parte
del juego. Hay incluso caricatos negros, los cuales aplican un giro de
franca irreverencia a la parodia, y hasta quizás de burla, aunque es de
suponer que sea burla sana.

Por más que la mayoría de ellos actúa en forma independiente, lo hacen
aprovechando una cobertura oficial, dada en el hecho de que la Oficina
del Historiador de La Habana ha creado la figura legal del "Personaje
costumbrista", mediante la cual emplea a decenas de personas cuya labor
consiste en pasearse por el casco histórico, o permanecer en puntos
claves, bajo disímiles disfraces, para dar colorido y ambiente de época
a las calles y sitios.

Es algo que les ha caído del cielo a los ancianos caricatos, quienes
aprovechan la circunstancia para confundirse con los legalizados
"personajes costumbristas". Y así consiguen hacer su pan del día
evadiendo la vigilancia policial.

Tal es su éxito y tanto se ha propagado, que ya existe hasta una guía
turística de muy socorrida consulta por parte de los europeos (la guía
Cuba, Editorial Lonely Planet, 503 páginas con 100 mapas), cuya portada
está ilustrada precisamente con el rostro de uno de estos viejitos de
recurrente porte.

Hay gustos que merecen palos, exclamarían sin duda nuestros abuelos ante
la afición que ahora compulsa a los turistas extranjeros a llevarse como
souvenir una foto junto a estos infelices. Pero, en fin, para gustos se
hicieron colores.

Habrá que consolarse pensando que su afición sirve para que no pocos
ancianos habaneros de barba blanca y triste figura puedan comer caliente
cada día.

Cuba: Gustos que merecen palos (1 October 2009)
http://www.cubanet.org/CNews/y09/octubre09/01_C_2.html

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