Piedras en los zapatos de Obama y Raúl Castro
VICENTE MORÍN AGUADO | La Habana | 25 Feb 2016 - 12:51 pm.
En Cuba, el registro de detenciones temporales aplicadas a opositores 
políticos por manifestarse en las calles superó en 2015 las 8.600. A su 
vez, enero de 2016 cerró con otras 1.400 detenciones, según la Comisión 
Cubana de Derechos Humanos y Reconciliación Nacional (CCDHRN), cuyos 
informes se difunden internacionalmente.
Aunque el Gobierno prefiere los encarcelamientos temporales sin juicio 
posterior, el número de presos políticos va incrementándose lentamente, 
contradiciendo la masiva liberación de años atrás. El papa Francisco 
recibió un listado de más de 70 nombres, que por cierto ignoró durante 
su mediática visita a la Isla.
La Oficina de Prensa de la Casa Blanca anunció que Barack Obama "se 
reunirá con integrantes de la sociedad civil, empresarios y cubanos de 
todos los ámbitos de la sociedad". El presidente intenta quitarse la 
piedra de su zapato, pero no es fácil: comparte la angustia al caminar 
con las autoridades cubanas, aunque por motivos diametralmente opuestos.
¿Aflojará la represión? Al menos la meteorología política predice que 
crecerán las manifestaciones de #TodosMarchamos, con las Damas de Blanco 
al frente, la UNPACU y otras organizaciones opositoras muy activas, que 
aprovecharán la visita presidencial norteamericana.
El Gobierno de Estados Unidos mantiene un solo reclamo, nada material, 
frente al cubano: permitir el pleno ejercicio de los derechos de 
asociación y expresión, tal y como fuera reiterado el pasado 11 de 
diciembre por John Kerry, quien envió un mensaje mencionando a Cuba, 
cuando bajo los auspicios de las Naciones Unidas se había celebrado a 
nivel planetario el Día de los Derechos Humanos.
Josefina Vidal, directora general de Estados Unidos en la Cancillería 
cubana, debió contestar el pasado jueves 18 de febrero una obligada 
pregunta sobre los derechos humanos, curiosamente adelantada por Iramsy 
Peraza, de Granma:
"Cuba está abierta a conversar con el Gobierno de Estados Unidos sobre 
cualquier tema, incluyendo el de los derechos humanos, en el cual, por 
supuesto, tenemos diferentes concepciones (…) sobre bases de respeto, de 
igualdad, de reciprocidad y de no intervención en los asuntos internos 
de ninguna de las partes".
Evidentemente, la directora general de Estados Unidos repite la 
acostumbrada retórica sobre el tema, en tanto el órgano oficial del 
Partido Comunista apela a la consabida táctica de gritar antes de que te 
griten. Raúl Castro enfrenta, desde el ángulo opuesto, similar dilema al 
de su próximo huésped porque en ambos países, y a la vez en buena parte 
del mundo, se esperan resultados concretos respecto a tan peliaguda materia.
Sin embargo, la fraseología de La Habana carece de asideros razonables. 
¿Qué diferencias conceptuales pueden argumentarse a la hora de reconocer 
la vigencia de los derechos de asociación y expresión? Simplemente, los 
ejerces o los niegas.
El otro punto recurrente, tampoco asegurado ante la realidad, es la 
cacareada doctrina de la no intervención en los asuntos internos, 
plausible en términos de soberanía estatal ante agresiones externas, 
pero totalmente incongruente al tratar derechos humanos fundamentales, 
universalmente reconocidos.
Contrario a su prédica, el liderazgo castrista muestra una larga 
historia de intervenciones en los asuntos internos de numerosos estados 
—desde mítines populares hasta guerrillas—, aunque en la actualidad los 
contundentes cambios operados en el mundo le impiden continuar con tales 
conductas.
Persiste, de cualquier manera, la piedra en los zapatos para ambos 
mandatarios, pensando en el largo camino a recorrer rumbo a lo que desde 
la Plaza de la Revolución llaman "normalización de las relaciones".
Desde la Casa Blanca exigen resultados concretos en cuanto a derechos 
humanos, y que avalen la nueva política emprendida hacia Cuba; pero en 
La Habana hay oídos sordos porque, tratándose de manifestaciones 
populares, el asunto es crucial para la élite gobernante.
Es difícil creer que más allá del próximo teatro politiquero, Raúl 
Castro hará algo efectivo, permanente en cuanto a derechos humanos, 
complaciendo a Brack Obama. Persistirá la molesta piedra en los zapatos 
de ambos, en tanto no se rindan los opositores en sus demandas.
Sin ser una experta en el tema, la conocida artista del performance 
Tania Bruguera retrató las razones ocultas del castrismo: "Hay una 
evidente desconexión entre lo que el Gobierno quiere proyectar hacia el 
exterior y lo que hace dentro. Tienen miedo, toda la preocupación es que 
las calles se le vayan de las manos".
Source: Piedras en los zapatos de Obama y Raúl Castro | Diario de Cuba - 
http://www.diariodecuba.com/cuba/1456401089_20472.html
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