JOAQUÍN ROY: ¿Qué gana Obama con su viaje a Cuba?
¿Cuáles pueden ser las motivaciones de Obama para acelerar el calendario?
Destaca la inestabilidad de Venezuela, unida al cambio de gobierno en 
Argentina
La Habana presume de colaborar en procesos de intermediación en 
conflictos domésticos
JOAQUÍN ROY
A estas alturas del proceso que comenzó en diciembre de 2014 con el 
sorpresivo anuncio de la apertura de las relaciones entre Estados Unidos 
y Cuba ya casi nada debe merecer el calificativo de novedad 
espectacular. El detalle que la decisión entre Washington y La Habana 
convirtieron en noticia según la costumbre tradicional (que un hombre 
muerda a un perro) es que el plan de sentarse a hablar implicaba que 
Cuba dejaba de exigir la condición previa del levantamiento del embargo. 
Por parte de Estados Unidos, se aceptaba también que Cuba no tomaba 
decisión alguna de modificar especialmente su propio sistema político.
Desde entonces, cada una de las partes ha estado cumpliendo un guión 
básico que debiera algún día derivar en una apertura total. Lo único que 
nos debemos preguntar es qué gana Obama con esa decisión no exenta de 
riesgos y cuáles pueden ser las motivaciones para acelerar el 
calendario. La clave está tanto en el próximo calendario cubano, como en 
el norteamericano.
En el contexto cubano, el desarrollo de la coyuntura latinoamericana, 
tanto en el plano político como en el económico, no recomienda extender 
la inercia y esperar que el ambiente mejore mientras se agote el plazo 
que a Raúl Castro le queda en el gobierno (aunque eso no signifique 
cambio de régimen). Están ocurriendo algunos cambios sustanciales en 
algunos escenarios de América Latina que tendrán un efecto insoslayable 
en La Habana.
Destaca la inestabilidad de Venezuela, unida al cambio de gobierno en 
Argentina, que puede desencadenar una modificación de las alianzas de 
Cuba. Aunque es pronto para vislumbrar una notable reconfiguración de 
las alianzas, no se descarta una progresiva caída del populismo escorado 
hacia la izquierda y un regreso de la preponderancia de la moderación y 
el neoliberalismo. Por lo tanto, equilibrar la consistencia de la 
implantación de Cuba en América Latina con una buena relación con 
Washington es una prioridad. Obama viene al rescate.
El presidente norteamericano tiene la ventaja de que la antaño 
arriesgada apuesta por Cuba no le afecta en su presente o futuro 
político. Ya no es candidato a la presidencia. El tema de Cuba ya no 
tiene el peso que tuvo hace años en el contexto electoral de Florida, 
cuyo peso en el cómputo de los votos ya dependería del tema cubano. El 
peso de los sectores que se oponen a la normalización y al final del 
embargo ha sido erosionado con el paso de tiempo y las circunstancias. 
En el resto del territorio norteamericano, Cuba no existe como issue. 
Este aspecto está resultando evidente en la campaña de primarias de los 
candidatos republicanos y demócratas, donde ni siquiera los que poseen 
un origen cubano (Cruz y Rubio) pueden explotar esa ventaja, valiosa 
antaño. Es más: el reclamo de la terminación de los obstáculos de 
comercio se esgrime como beneficioso para las economías de numerosos 
estados con productos que Cuba necesita y desea adquirir.
Regresando al escenario cubano-latinoamericano, la modificación de las 
tensiones político-sociales resulta en el beneficio del descenso de las 
presiones en otras zonas del planeta. Con la desaparición de Cuba como 
una fuente de infiltración en diversos escenarios (África, Caribe, 
Sudamérica), La Habana incluso presume de colaborar en procesos de 
intermediación en conflictos domésticos (Colombia). Colabora en 
funciones de control del narcotráfico (aunque se sospecha que existe 
implicación individual). Garantiza la seguridad de las vías de acceso al 
Canal de Panamá y debe encajar la tozudez norteamericana en mantenerse 
en Guantánamo.
El único reto y riesgo consecuente de Cuba para Estados Unidos es su 
propia inestabilidad a causa de un deterioro de la economía que afecte 
al tejido político y provoque enfrentamientos internos, que (de momento) 
solamente sus propias fuerzas armadas y agencias de seguridad pueden 
mínimamente garantizar. Las agencias de seguridad de Washington y el 
Pentágono saben que Estados Unidos ya está lo suficientemente ocupado en 
prestar mayor atención a escenarios más explosivos en otras zonas del 
planeta (Oriente Medio, Asia). Por lo tanto, para la Casa Blanca, sea 
quien sea su inquilino, resulta prioritario disfrutar de una cierta 
estabilidad al sur de Cayo Hueso. Raúl Castro toma nota.
Catedrático Jean Monnet y Director del Centro de la Unión Europea de la 
Universidad de Miami.
jroy@miami.edu
Source: JOAQUÍN ROY: ¿Qué gana Obama con su viaje a Cuba? | El Nuevo 
Herald - 
http://www.elnuevoherald.com/opinion-es/opin-col-blogs/opinion-sobre-cuba/article62772162.html
 
 
No hay comentarios:
Publicar un comentario