26 de febrero de 2016

Raúl, el pacificador

Raúl, el pacificador
PEDRO CORZO

Es muy difícil comprender el papel de negociador en diferendos
internacionales que interpreta el dictador Raúl Castro, rol en el que
cuenta con el respaldo de gobiernos y dignatarios extranjeros, mientras
los ciudadanos de la isla viven bajo un clima de represión, inseguridad
y miedo.

Recurrir a Cuba como sede para encuentros de paz y conciliación, es una
profunda ironía, el gobierno insular le niega con violencia y
encarcelamiento a sus opositores el derecho a expresarse, manifestarse
libremente, y organizar partidos políticos que puedan convertirse en
alternativas de poder.

No obstante hay que reconocer que el gobierno de los hermanos Castro ha
creado un ambiente muy especial para que encuentros internacionales que
demandan extrema discreción, puedan realizarse en la isla en un marco de
seguridad que quizás solo pueda ser superado por Corea del Norte.

En el mundo exterior se conoce la circunspección de los funcionarios
cubanos, también que el país cuenta con un excelente servicio de
inteligencia que muta a diplomático o publicista, según las necesidades
y conveniencia.

Otro punto de atracción para los negociadores de conflicto es el control
que ejerce el gobierno sobre la prensa nacional y extranjera.

Los medios están censurados y los periodistas nacionales y extranjeros
están sometidos a una fiscalización extrema que incluye el contenido de
las informaciones que trasmiten, y el acceso a los recursos técnicos que
hacen posible la divulgación de los debates y posibles acuerdos.

En lo que respecta a los habitantes de la isla el control es aún más
estricto. La curiosidad puede ser considerada un delito. El ciudadano
está habituado a no preguntar el por qué un área está cercada y qué ha
motivado un despliegue policial.

Al individuo se le ha inoculado por décadas la idea de que lo que no
está expresamente permitido está prohibido. La inseguridad es un
sentimiento compartido en toda la sociedad, al igual que la desconfianza
y la desinformación.

El temor a las autoridades está ampliamente extendido, el sujeto no sabe
cuándo un funcionario policial va a recurrir a la sacrosanta acusación
de que "Usted está atentando contra la seguridad del estado", lo que
puede acarrear prisión, con el riesgo de que al carcelero se le olvide
donde dejó la llave.

El miedo está en todas partes, en cada esquina y rincón del país. La
incertidumbre es una certeza que angustia. El sujeto es capaz de
reprimir sus pensamientos para evitar la indiscreción de la palabra.

La primera evidencia de que Cuba podía ser un remanso de paz para los
extranjeros, no para los nacionales, fue la decisión del gobierno de
Colombia de dialogar en La Habana con las Fuerzas Armadas
Revolucionarias de Colombia, un viejo aliado de la dictadura que recibió
por años el respaldo militar y logístico del régimen de la isla.

Posteriormente, en el 2014, se celebró la II Cumbre de la Comunidad de
Estados Latinoamericanos y Caribeños, Celac, todos los mandatarios que
participaron habían sido elegidos en comicios secretos y plurales, pero
ninguno puso reparos a que la cita fuera presidida por un dictador
dinástico, que había heredado el gobierno por designación de su hermano.

Por último, la cita en la capital cubana entre el papa Francisco y el
Patriarca de la Iglesia Ortodoxa Rusa, Kiril, aparte de atentar contra
la memoria de los numerosos jóvenes que murieron frente al paredón
gritando "Viva Cristo Rey", el honor de los que se encuentran en prisión
y la golpiza que reciben religiosamente las Damas de Blanco todos los
fines de semana, permite considerar que La Habana puede convertirse en
una seria rival de la ciudad de Ginebra en Suiza, en eso de servir a los
usos de la diplomacia a favor de la pax a lo cubano.

Periodista de Radio Martí.

Source: PEDRO CORZO: Raúl, el pacificador | El Nuevo Herald -
http://www.elnuevoherald.com/opinion-es/article62438882.html

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