4 de febrero de 2016

Otra historia de Cuba

Otra historia de Cuba
El autor considera las luchas independentistas cubanas contra España
como capítulos de una "guerra civil", y que la historia económica de la
Isla aún no se ha escrito
Ferrán Núñez, París | 03/02/2016 1:35 pm

Antes de la toma de La Habana por los ingleses, en Cuba se desarrolló la
industria naval más importante del imperio español. Hoy ese hecho
ignorado y casi olvidado dice mucho de la clase de personas que
fabricaron aquel país y de los que luego escribieron su historia.
Cuando le llegó el turno al azúcar, no solo se experimentaron en Cuba
las tecnologías más avanzadas de la época, sino que se logró alzar dicha
producción al primer nivel mundial. ¿Cuál fue el secreto de aquellos
varones? La libertad de comercio y la liberalización de los sectores
productivos.
Una vez conseguida la relativa estabilidad política de la Península, a
la que no poco contribuyeron ingenuamente las fortunas cubanas, el
restablecimiento del absolutismo de Fernando VII trajo aparejado un
control más estricto de la riqueza generada, con un aumento impositivo
exponencial de las exportaciones, sin olvidar la creación de un mercado
cautivo para las incipientes producciones textiles catalanas y mineras
vascas.
Pero fue la creación del Banco Español de La Habana, y la centralización
de las relaciones comerciales por parte del Estado a través de un Banco
Central, las que terminaron provocando la pérdida de influencia primero
y la ruina después, sobre todo en la parte oriental de la Isla, de una
gran parte de aquella oligarquía criolla industriosa que se financiaba
principalmente con capitales foráneos en Londres y en Nueva York.
Algún día se escribirá una historia económica de la isla de Cuba y
podrán distinguirse claramente estos tres momentos fundamentales. El
primero, que se terminó con el fracaso de la Junta de Información en
1867, pues allí se puso claramente en evidencia que ya los criollos no
eran los dueños de la finca. El segundo, cuando esos mismos criollos
ganaron ayudados por Estados Unidos la "guerra civil" contra España.
Para aquel sector de la sociedad cubana, 1902 supuso una momentánea
restauración de sus fueros históricos mantenidos durante siglos. El
restablecimiento de la plaza como principal productor de azúcar, en tan
breve plazo la década siguiente, no podría explicarse racionalmente sin
las competencias y experiencias acumuladas el siglo anterior.
Fidel Castro representa el último movimiento de esta historia, la
revancha en suma de los modestos inmigrantes españoles que vinieron a
Cuba buscando fortuna y que perdieron en la guerra civil. No hay que
hacer un gran esfuerzo de imaginación para imaginar a Ángel Castro
inculcando a su progenitura el odio a aquella oligarquía criolla
tradicional impermeable, responsable no sólo de acaparar ilegalmente las
riquezas nacionales, sino haciéndola gestora de la ruina de España.
En consecuencia, contra ella valían todos los recursos incluyendo el de
la expoliación. Por esa razón, la destrucción definitiva de la riqueza
acumulada por la antigua oligarquía antes y sobre todo durante la
República Mambisa, era legítima ante los ojos de los españoles recién
llegados, cuyos descendientes no lo olvidemos apoyaron masivamente a
Castro en 1959. Para ellos fue muy fácil favorecer el discurso de un
mesías que prometía por fin justicia para todos y al mismo tiempo cerrar
los ojos contemplando con entusiasmo como se desarticulaban las
estructuras productivas, las redes sociales y la industria creada por
los ganadores del 98.
Los lazos económicos entre España y Cuba nunca se rompieron
definitivamente y hoy sin el engorro de tener que administrarla
directamente España le saca todavía bastante provecho, o lo que es lo
mismo: España perdió la batalla del 98 pero por causas ajenas a su
voluntad ha terminado ganando la guerra. Si los cubanos no pueden ver
hoy esta realidad es porque durante más de 100 años, historiadores de
aquel grupo oligárquico se fabricaron a la medida una historia que
impide por el momento atar los cabos sueltos.
Cuba nunca fue una colonia como las otras. En lo inmediato la Península
no va a pasar de repente al primer plano pero su hora llegará. La
colonia española en la Isla está llamada a crecer exponencialmente
(sobre todo si se extiende la ley de abuelos). Tampoco sus miembros a
pesar del tiempo perdido en experimentos revolucionarios han olvidado
que una vez sus antepasados cruzaron el Atlántico para hacer América.
Ahora solo les falta ganarse el poder político que les corresponde.

Source: Otra historia de Cuba - Artículos - Opinión - Cuba Encuentro -
http://www.cubaencuentro.com/opinion/articulos/otra-historia-de-cuba-324740

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