Osmar Laffita Rojas
LA HABANA, Cuba, septiembre (www.cubanet.org) - El parlamento cubano, en
1992, introdujo enmiendas a la Constitución que hicieron que Cuba
pasara de ser oficialmente un Estado ateo, a uno laico. El artículo 8 de
la Constitución vigente dice: "El Estado, respeta y garantiza la
libertad religiosa; las instituciones religiosas están separadas del
Estado. Las distintas creencias y religiones gozan de igual consideración".
Pero los gobernantes siguen siendo ateos, e ignoran las tradiciones
religiosas del pueblo. No obstante, aunque no prestan ninguna atención a
la religiosidad popular, no han podido evitar que ésta se manifieste de
diferentes maneras en la vida de la nación. El pasado 8 de septiembre,
Día de la Virgen de la Caridad del Cobre, el pueblo rindió su más
sentido y respetuoso homenaje a la patrona de Cuba con procesiones en
las principales ciudades del país.
No fue hasta después de la visita del Papa Juan Pablo II, en 1998, que
el gobierno permitió que se reiniciaran estas procesiones, tradicionales
antes de 1959 y prohibidas poco tiempo después del triunfo de la
revolución.
Resulta insultante para muchos cubanos creyentes que los medios de
comunicación oficiales ignoren estas grandes celebraciones populares,
pasando por alto que, solamente en Ciudad de la Habana, ese día
acompañaron a nuestra "Cachita", a "Ochún", decenas de miles de devotos.
Muchos de los que han participado en años anteriores en la procesión,
afirman que la de este año ha sido la más grande. Algo similar ocurrió
en Santiago de Cuba, Camagüey y en las ciudades donde también hubo
procesiones masivas.
El mismo silencio informativo que acompañó a la Virgen persigue cada año
a San Lázaro el día 17 de diciembre. La prensa nunca se entera, y lo
mismo sucede con las procesiones de la Virgen de Regla, la de las
Mercedes y la de Santa Bárbara.
El pasado agosto se inicio la jornada nacional para festejar los 400
años de la aparición de la Virgen de la Caridad en la Bahía de Nipe, en
el oriente del país, y resulta doblemente ofensivo que la prensa haya
ignorado el hecho.
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