Jorge Olivera Castillo, Sindical Press
LA HABANA, Cuba, septiembre (www.cubane.org) - "Me parece que estoy en
una galera del Combinado del Este" –dijo el familiar de un paciente
ingresado en la sala Mestre, del Hospital Calixto García. Se refería al
mayor centro penitenciario de Cuba, ubicado en la periferia de Ciudad de
La Habana.
Y es que uno de los caminos más expeditos para llegar a la morgue, es
una estancia en dicha sala.
El otrora emblemático centro de salud pública, hoy parece una sección
del infierno. Basta una breve visita para descubrir escenas realmente
dantescas. La festinada violación de los parámetros higiénicos, éticos y
profesionales que deberían primar en cualquier institución médica,
alcanzan niveles inimaginables.
La sala Mestre se asemeja a un improvisado hospital de campaña dedicado
a la atención de los heridos en combate, sólo que no hay guerra en el
país. Paredes despintadas y mugrientas, servicios sanitarios tupidos y
rodeados de montañas de papeles usados, continuos robos de las
pertenencias de los enfermos y acompañantes, entrega de los medicamentos
fuera del horario prescrito por los médicos, discusiones y hasta peleas
a golpes entre el personal de enfermería y los familiares de los
ingresados, a causa del mal servicio.
Esto es sólo una modesta exposición de lo que ocurre desde hace varios
años, en ésta y otras salas del referido hospital, y en otros hospitales
del país. Lejos de atenuarse, las dificultades crecen con el paso del
tiempo y la situación cada vez se aproxima más al punto de quiebra.
Aunque no se publiquen estadísticas que lo reflejen y jamás se toque el
tema en los medios de comunicación oficiales, hay un gran número de
pacientes cuya muerte está más asociada al caos que reina en los
hospitales que a la evolución de sus padecimientos. El entorno favorece
la depresión y otras manifestaciones psicológicas que no ayudan a la
recuperación de decenas de pacientes, sometidos a un constante estrés.
Las llegadas tardías de balones de oxígeno, o de otros medios
indispensables para tratar emergencias, han provocado innumerables
muertes que, en su mayoría, quedan impunes. En los certificados de
defunción no se mencionan las causas de las muertes debidas a la
generalizada indolencia, que prevalece en los hospitales. Las frases
"paro respiratorio" o "infarto masivo", son comúnmente coartadas que
encubren la mala práctica médica.
Entre los muchos ejemplos de corrupción comunes en el hospital Calixto
García, valga citar la necesidad de pagar "por la izquierda", no menos
de 10 pesos convertibles (12 dólares), para obtener una cama en la sala
Torralba, con mejor nivel de confort y atendida por personal de
enfermería más preparado. Por otra parte, quien no tenga un peso
convertible para sobornar al chofer de la ambulancia, encargado de
llevar a los pacientes a otros pabellones para la realización de
exámenes clínicos, puede morirse esperando por tal servicio.
Lo peor es que la dantesca sala Mestre es sólo el botón de muestra de la
debacle que carcome a todo el sistema de salud cubano, uno de los
supuestos grandes logros de la revolución.
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