29-07-2010.
Elías Amor Bravo
Economista, Unión Liberal Cubana, ULC
(www.miscelaneasdecuba.net).- Basta analizar el contenido de los 
discursos que las autoridades del régimen han lanzado en Villa Clara 
para conmemorar el 26 de Julio para comprobar que, en el castrismo, se 
ha perdido el juicio.
Esta afirmación se basa en una idea muy sencilla y que rápidamente 
comprenderán los lectores: ¿Existe algún país en el mundo que en el año 
2010, si, en la primera década del siglo XXI, continúe comparándose con 
la situación existente en 1953, a mediados del siglo XX? ¿Verdad que no? 
Bueno, pues si que existe. Este país es Cuba, y sus dirigentes lo han 
hecho el 26 de julio. Aunque parezca increíble, es cierto.
La "pesadilla castrista" consiste en que, una vez que el comandante 
anuncia sus ideas fuerza, el resto del personal, de arriba abajo, se 
limita a repetir los mismos argumentos, convirtiéndolos en referencia, 
en eje de un pensamiento único, de una filosofía que impregna a toda la 
sociedad, sin lugar para otros planteamientos alternativos. Y ello, con 
absoluta independencia de lo demenciales o enloquecidas que sean esas 
ideas. Si el comandante las dice, todos las deben asumir. Manifestarse 
en sentido contrario, es un delito.
Julio Lima Corzo, Primer Secretario del Partido Comunista, el único que 
puede ejercer su actividad legalmente en el sistema castrista, un hombre 
joven, dijo textualmente en su discurso "un año antes del Triunfo, en 
1958, cuando el Che llegó por primera vez a esta zona para desarrollar 
la Campaña de Las Villas, la situación precaria del territorio que ocupa 
la actual provincia de Villa Clara no difería de la del resto del país", 
para continuar añadiendo, "según datos del Censo de Población y 
Viviendas realizado en 1953, el 67% de los niños entre seis y nueve años 
no sabía leer ni escribir, mientras el 23,3% de los mayores de diez eran 
analfabetos, índice que en las zonas rurales alcanzaba el 36,9%".
No conforme con estos datos, el dirigente comunista señaló esta vez, con 
muy pocas estadísticas, "el desarrollo industrial resultaba casi nulo. 
Las pequeñas fábricas constituían verdaderos chinchales. Abundaban los 
macheteros que cortaban caña en Camagüey por un breve periodo de tiempo, 
y después batallaban para vencer el fatídico tiempo muerto. Eran tiempos 
de los niños limpiabotas, de asesinatos y desaparecidos, de los abusos 
de la guardia rural".
Ciertamente, un balance controvertido para tratarse de un escenario de 
hace casi 60 años. En este período de tiempo, han sucedido tantas cosas 
en el mundo, y éste ha cambiado tanto, que cualquier posible comparación 
resulta bochornosa. ¿Es que acaso, el comunismo castrista tiene que 
remontarse a más de medio siglo para poder ofrecer una imagen favorable 
de su gestión, por otra parte, ineficiente e incompetente?
Pero es que incluso, aunque eso fuera así, Lima Corzo no debería olvidar 
que en 1953 Cuba era la segunda economía de América Latina en muchos 
indicadores objetivos. Su PIB per cápita era más elevado que el de 
países europeos como España e Italia, que actualmente nada tienen que 
ver con su situación en 1953 durante la segunda posguerra mundial.
Cuba había alcanzado niveles de desarrollo económico y social que la 
permitían abrazar con expectativas muy positivas su futuro en términos 
de igualdad y prosperidad. Un futuro prometedor que para algunos 
apuntaba hacia una Suiza de América Latina. El despliegue de aquel 
potencial económico y financiero se vio truncado en 1959, con la 
denominada revolución, sus confiscaciones y robos de propiedad, y la 
creación de un sistema económico estalinista e ineficiente que expulsó 
al exilio a más de dos millones de ciudadanos de todas las clases sociales.
Lima Corzo puede sentirse muy satisfecho de este balance. A lo mejor no 
tendría que ir tan lejos a buscar una referencia. Que utilice los datos 
actuales y verá como se le agua el discurso. Por ejemplo, ¿se ha 
preguntado cómo puede vivir una familia cubana con un sueldo medio de 
400 pesos, por muchas gratuidades que ofrezca el régimen?
O por ejemplo, ¿qué futuro espera a los miles de pensionistas cuyos 
ingresos en términos reales no han hecho más que descender obligándoles 
a desempeñar otras tareas para obtener recursos para completar su 
menguada dieta? O por ejemplo, ¿por qué en las asambleas abiertas por 
Raúl Castro aparecieron tantas críticas al funcionamiento del sistema 
económico?
Las autoridades del castrismo se han empeñado en convertirse en 
historiadores. No me extraña, si se tiene en cuenta que la edad de los 
dos máximos dirigentes supera con creces las 8 décadas. Con tanta 
referencia al pasado, se les está olvidando que lo único que importa es 
el presente, y el futuro. Y que el trabajo de hoy, las decisiones que se 
tienen que adoptar para que la economía funcione de manera eficiente, 
son ineludibles, y suponen un giro de 180º en el actual modelo.
El discurso nos regala otras perlas: "sentimiento de honor y compromiso, 
legado histórico, enseñanzas de Fidel y Raúl, el compromiso eterno con 
los caídos, trinchera de ideas y de combate, alianza bolivariana para 
los pueblos de América, exigencias impostergables, el bloqueo, tributo a 
los héroes de la Patria, etc" que vienen a consolidar un lenguaje soez, 
del que ya deben estar agotados los cubanos, porque con él solo han 
encontrado desesperación, miseria y frustración.
Que todavía a estas alturas se esté poniendo en una misma balanza los 
"logros de la revolución" con las nuevas consignas para mejorar la 
productividad, es una bufonada, que sólo contribuye a aumentar más la 
confusión y el desconcierto sobre lo que realmente hay que hacer en 
Cuba. Palabras, palabras y más palabras para justificar lo 
injustificable, lo que sólo ha servido para enfrentar a generaciones de 
cubanos con el odio, fomentar un servilismo enfermizo y mantener unas 
estructuras de producción, obsoletas e ineficientes.
Llegada es la hora de que alguien les diga a todos estos teóricos 
trasnochados de la "trinchera de las ideas" que, para comer todos los 
días, hay que devolver al pueblo lo que es suyo, el derecho legítimo a 
la propiedad privada, a ser libre con sus activos y a gestionar su 
propia renta y riqueza, dentro de las normas de la economía de mercado. 
Esta es la solución y cuanto más tarden en darse cuenta de lo que se 
tiene que hacer, será peor.
Si en lugar de repetir consignas lanzadas desde la cúpula del poder, se 
expusieran las verdaderas preocupaciones y necesidades del pueblo, 
tendríamos otra opinión bien distinta. Eso también ha de llegar, porque 
la democracia, el pluralismo y la libertad no tienen límite. Cuba debe 
estar en ese camino. Esa es nuestra esperanza.
http://www.miscelaneasdecuba.net/web/article.asp?artID=29118
 
 
No hay comentarios:
Publicar un comentario