Cuba y el fenómeno de las expectativas felices
[24-02-2015 16:40:47]
Steve Maikel Pardo Valdes
(www.miscelaneasdecuba.net).- Dar respuesta a las necesidades y 
aspiraciones de una población dada es la principal función de una 
economía bien dirigida hacia una gestión integral, entiéndase por ello 
que esta sea plenamente capaz de satisfacer de forma eficiente las 
demandas de todos los productos y servicios posibles, de manera que 
todos sus ciudadanos puedan adquirir, a precios aceptables y en 
correlación con sus salario o ingresos, desde un simple litro de leche 
cada mañana, un frasco de perfume, un par de zapatos, juguetes para los 
niños o una PC, hasta un boleto de avión o un automóvil.
En la Cuba del siglo XXI sufrimos aun las consecuencias del modelo 
socialista de plan general central o economía de mandato introducido en 
la Isla hacia 1961, todo en perfecta sintonía con el sistema de 
financiamiento presupuestario preconizado por el propio Che Guevara, el 
cual no contemplaba la existencia de las relaciones 
monetario-mercantiles dejando por ende poco margen al trabajo 
independiente de las empresas que, prácticamente carecían de 
personalidad jurídica propia, desalentando además tanto al empresario 
como al obrero en la búsqueda de ganancias o intereses individuales, ya 
que estos suponen una amenaza al adoctrinamiento comunista. 
Complementando por sobre todas las cosas aquella máxima de que: "con las 
armas melladas del capitalismo no puede formarse al hombre nuevo", 
evidenciando en si el desespero del régimen por legitimar sus métodos de 
ascensión al poder.
Así la economía nacional posterior a 1959 ha experimentado digamos que 
una impronta pendular, moviéndose según los caprichos de una recua de 
burócratas que la hicieron oscilar entre polos opuestos, del idealismo 
al pragmatismo, implementándose mediante los ciclos idealistas o de 
centralización medidas que fijaron metas extremadamente ambiciosas, como 
sucedió durante la afamada zafra de los 10 millones, los planes 
quinquenales de sobreproducción alimentaria, o los cordones de La 
Habana, métodos todos que fracasaron provocando además disímiles efectos 
adversos e inestabilidad social. Luego se generaría entonces un 
movimiento hacia el mercado, con la finalidad de aumentar el producto 
interno bruto elevando así los índices de expectativa y aceptación popular.
Por ese entonces nuestro modelo económico adolecía de toda 
competitividad, ajenos totalmente a los parámetros de calidad y 
productividad internacionales donde todos deben ser capaces de cubrir 
sus gastos a partir de sus propios ingresos basados en una gestión 
económica con un amplio nivel de autonomía, asegurando por demás que las 
cifras que aparecen en sus estados financieros reflejen a cabalidad la 
realidad de los hechos económicos y productivos alcanzados.
Aunque lo primordial resulta el lograr desarrollar un sentimiento de 
pertenencia en los trabajadores de cada empresa o negocio cualquiera. Al 
respecto, el cubano de acá  se enfrenta a situaciones un tanto 
controversiales, cuando observamos como increíblemente el Gobierno aun 
propugna su desgastado discurso en pro de que la sociedad incursione 
definitivamente en el principio socialista de: "cada cual según su 
capacidad, cada cual según su trabajo", cuando en la más cruda realidad 
cotidiana advertimos como esos vagos que podemos encontrar en cualquier 
barrio se pasean ociosos  por las esquinas, (seguramente en contubernio 
con la policía pues en su gran mayoría le sirven como informantes), cual 
jauría en espera de su presa, disfrutando de un nivel adquisitivo muy 
superior al de cualquier profesional, haciendo pues difícil, que algún 
trabajador honrado, y lo que es más alarmante, que algún joven 
estudiante, posean una convicción plena de la utilidad del esfuerzo o de 
la práctica de la superación académica como vías legitimas para mejorar 
su nivel de vida y por ende su postura socioeconómica, y que así su 
existencia posea una calidad decorosa que posibilite el desarrollar 
plenamente sus capacidades físicas y espirituales.
Por lo tanto si un modelo económico no es capaz de proporcionar al 
ciudadano medio todo lo que necesita para satisfacer dignamente sus 
aspiraciones o sus lineamientos no se dirigen a la consecución de esta 
meta, dicho modelo deberá entonces ser desechado a favor de otro más 
pragmático y no el acomodarse bajo las sombras, como en efecto sucedió 
cuando Cuba paso a ser satélite de la URSS, conectándose a la famosa 
tubería Soviética del CAME y que posibilitaba, tras la cortina de la 
solidaridad, que en la Isla se produjera a toda costa y a todo costo, 
atrofiando nuestra economía mediante una farsa sensación de bienestar, 
bajo la peligrosa condicionante oculta de constituir un aliado en medio 
de la Guerra Fría dada nuestra estratégica posición geográfica.
Realizar un análisis estadístico serio y objetivo del historial del 
desempeño socio-económico cubano del periodo revolucionario se torna 
hasta cierto punto complejo, debido a la  escasez de cifras así como por 
la poca fiabilidad de los datos oficiales o la posibilidad concreta de 
realizar comparaciones adecuadas de las distintas estadísticas, 
observándose a su vez la ausencia notable de cifras cubanas en las 
publicaciones internacionales dedicadas a este fin, por lo que resulta 
embarazoso acceder a informaciones clave como:
• Producto interno bruto per cápita y Formación bruta de capital
• Balanza de pagos
• Exportación e importación de bienes
• Inversión extranjera directa y Reservas internacionales
• Deuda externa y publica
• Desempleo abierto y Tasa de participación y ocupación laboral
• Salario medio real y Precios al consumidor
• Intercambio comercial de bienes y servicios (incluido el turismo)
¿Cómo dar crédito entonces a los datos que sobre el crecimiento 
económico anuncia Cuba?, imagine que de acuerdo a cifras oficiales, se 
experimentó un crecimiento en el PIB de manera sostenida desde 1997, 
alcanzando para el 2006 la increíble tasa del 12.1%, en su momento la 
más alta de la región e incluso superando la de China que fue de un 
10.7% para el mismo año. De ser fiables estos resultados económicos como 
se explica entonces que, para finales del 2007 (donde comienza a 
gestarse la crisis económica mundial), la Isla tuviese ya sus excedentes 
comerciales y reservas, del todo agotadas. Por lo que se vio fuertemente 
afectada al reducirse el financiamiento por concepto de remesas 
familiares, demandas por exportaciones (níquel y tabaco), reducción del 
intercambio comercial de bienes y servicios al contraerse el mercado 
turístico, decayendo incluso un rublo tan rentable para el gobierno, 
tanto en la esfera política como en la económica, como el de los 
servicios profesionales exportables especializados.
Por lo que en realidad la población cubana sufrió por  la falta de 
previsión gubernamental, donde ante el déficit se provocó una crisis 
bancaria de liquidez y una nueva suspensión de los pagos externos al 
carecer de los recursos indispensables para una expansión contra 
cíclica, tomándose entonces medidas extremas al realizarse ajustes 
internos y recortes de gastos que generaron un agravamiento en el ya 
depauperado panorama económico nacional. Todo ello evidencia que el 
supuesto crecimiento ocurrido entre los años 2004 y 2007 constituyó solo 
un subterfugio utilizado por el Estado, una farsa resultante de la 
manipulación de indicadores estadísticos, que agrega al PIB el valor de 
los servicios sociales gratuitos y de los subsidios a los precios de 
bienes relacionados, controversial estrategia solo utilizada en Cuba y 
en total contraposición con las normas internacionales. Como sea, la 
realidad es que nunca se sintió esta supuesta alza en la economía 
domestica, ni mejoras en la vida cotidiana del cubano de a pie, para 
quien aun a estas alturas sigue constituyendo todo un desafío de 
proporciones épicas el sencillo hecho de conformar un hogar decoroso y 
el cubrir las necesidades básicas de una familia promedio.
Como creer entonces que el Gobierno posee una voluntad real de fomentar 
los cambios imprescindibles para lograr llevar a la Nación hacia una 
gestión de  desarrollo sustentable que garantice por demás la 
estabilidad necesaria para promover un clima de confianza óptimos para 
que la inversión extranjera termine acercándose a la Isla con 
intenciones serias, coadyuvando así a la inyección de capitales frescos, 
la solvencia económica y a la integración sensata de Cuba al mercado 
regional e internacional.
Atendiendo al hecho de que el desarrollo de un país se torna armónico 
siempre que una economía equilibrada cumpla con su objetivo, 
constituyendo así el principal soporte de una sociedad sana, ya que el 
solo hecho de priorizar por encima de todo, solo los sectores de la 
salud, la educación o los deportes, mientras resultan penosamente 
deficitarios otros servicios y además escasean constantemente los 
productos en los mercados o estos se hallan a precios inaccesibles para 
la gran mayoría, son estos síntomas de una gestión económica deficiente 
y de que quienes llevan sobre si la responsabilidad de la toma de 
decisiones  carecen totalmente de compromiso y de la indispensable 
visión integral para el sano desarrollo de la nación.
Al parecer, tras décadas de experimentos sociales en lo que hoy es Cuba, 
los que acá poseen la sacrosanta potestad de empujar el péndulo 
económico de la Isla, nunca calcularon minuciosamente las consecuencias 
del impulso, causando inestabilidad e incertidumbre entre una población 
cada vez mas harta de tanto engaño, harta de burócratas empeñados en 
perpetuar un régimen político al costo del perjuicio del desempeño 
económico, temiendo tal vez el fortalecimiento de la masa crítica 
poblacional constituida por el sector privado o cuentapropista, facción 
que cada día escapa un tanto más al control ideológico gubernamental.
Por todo ello no se le concedió suficiente tiempo a las políticas de 
tipo pragmáticas, ya de por sí bastante cautelosas, para que estas se 
implementaran del todo y maduraran produciendo logros positivos, 
reforzando así las medidas que acercarían al país al mercado, como lo 
aconseja racionalmente toda lógica económica, mas aun en presencia de un 
ambiente internacional caracterizado por la inmediatez, la competencia e 
independencia institucional que han de poseer necesariamente quienes 
aspiren a integrarse de manera eficiente a la circulación de capitales 
de alto porte.
Hoy escuchamos hablar por doquier del futuro restablecimiento de las 
relaciones Cuba – Estados Unidos, de las tentativas de inversión de 
capital extranjero, de lo que de esto derivaría y hasta del bum 
turístico que produciría. Todo lo cual no hace más que ilustrar las 
altas expectativas que se ha formado la población cubana con estos 
cambios acaecidos de manera increíble y en tan corto lapso de tiempo.
Creo que deberíamos hacernos un llamado oportuno a la mesura, ya que 
todo esto sería muy positivo teniendo al menos en cuenta que, el largo 
camino por andar dependerá en gran medida del compromiso que asumamos y 
de la voluntad con que nos conduzcamos, de el reconocer los hechos y 
errores que por más de 50 años han desarticulado nuestra Nación, del 
hecho ineludible de que nuestra infraestructura económica y social se 
halla desbastada, solo debemos echar una mirada a la situación tan poco 
manejable que resultaría de un arribo turístico de proporciones bíblicas 
y que colapsaría de inmediato la infraestructura aeroportuaria, de 
transporte y hotelera actuales, mencionando apenas el deplorable estado 
de las vías terrestres, del fondo habitacional o él ni siquiera contar  
con el número de contenedores o flota de camiones imprescindible para 
cumplir adecuadamente con el ciclo de recogida de basura en cada barrio 
de esta ciudad nuestra que de apoco se nos va de entre las manos.
Mientras tras nuestra economía, con sus dos formas de propiedad, 
subyazcan dos sistemas económicos que funcionen en paralelo, una de 
ellas muy cercana al modelo de economía de mercado, ágil, competitiva, 
eficiente y que por tanto ingresa al país grandes cantidades de divisas 
pero que sin embargo se ve obligada a subsidiar entonces a su 
contraparte, una economía de tipo socialista deficiente y retrograda de 
elevados costes y que solo puede mantenerse a flote mediante el apoyo 
que la otra genera, justificando su existencia la labor de soporte 
circense a la maquinaria ideológica y mediática  de la cúpula 
totalitaria en el poder, no será entonces posible la consecución de un 
estado de bienestar o un crecimiento económico verdaderamente apreciable 
y sustentable.
Si bien es cierto que, abrir nuestra economía al mercado conllevaría 
probablemente a coyunturas y problemáticas de tipo ético sobre el 
funcionamiento de la sociedad, donde comience a privar el egoísmo, los 
roces incómodos ante el inevitable relevo generacional, un  aumento 
considerable en los niveles de corrupción administrativa o 
profundización de la crisis de valores, todo ello constituye un reto que 
debemos afrontar y asumir ante las infinitas posibilidades y las nuevas 
realidades que traerán para el pueblo cubano todos estos cambios que, 
apenas solo hace unos meses resultaban utópicos y que ahora han echado a 
andar apenas sin darnos tiempo a salir de nuestro propio asombro.
Ante los cambios es inherente a los seres cierto temor, un marcado 
recelo hacia lo desconocido o las experiencias novedosas, por lo que 
solo nos resta prepararnos para encontrarnos a la altura de las 
circunstancias, el adecuarnos con versatilidad al contexto actual y a su 
dinámica de vida, escoger entre ser simples espectadores o el 
convertirnos entonces en verdaderos protagonistas del cambio, siendo 
garantes de una transición que , para muchos ya comenzó sin apenas 
avisar, pero que necesita de la voluntad y de la razón de hombres y 
mujeres comprometidos con los intereses de su pueblo, haciendo de 
palabras como Libertad y Democracia algo más que consignas o conceptos 
que constituyen por si mismos pilares insoslayables de la Nación.
Mientras las directrices de las politicas comerciales implementadas por 
el Gobierno no sirvan como garantes al capital extranjero, niguno de los 
potenciales inversionistas tomara el riesgo de hacercarse u un pais que 
historicamente , lamentable y vergonsosamente, incumple con los pagos y 
realiza "movidas" arbitrarias en el ambito comercial, contraviniendo 
toda logica economica, norma juridica o postura etica. Cubanos, tenemos 
el deber y el derecho de exigirle a nuestro Gobierno que reestructure su 
politica economica en  pos de los verdaderos intereses del Pueblo y la 
Nacion, ya es tiempo de dejar a tras la trillada ideologia comunista que 
lña historia se ha encargado de deslegitimizar con hechos 
incontrovertibles y de marchar con la frente bien alta y longitud de 
miras hacia un un futuro de integracion y tolerancia, legándoles a la 
humanidad toda una tierra de seres dignos y respetuosos de las más 
elementales normas del civismo, formadas en el credo de la utilidad de 
la virtud.
Source: Cuba y el fenómeno de las expectativas felices - Misceláneas de 
Cuba - 
http://www.miscelaneasdecuba.net/web/Article/Index/54ec9b7f3a682e18d463cd8b#.VO27vfnF9HE
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